Lazos entre Mundos [Todobaku]

Crónicas de Una Vida Pasada VI

"Las lágrimas son palabras que la boca no puede decir ni el corazón puede soportar."

Anónimo.

Fueron varios los meses en los que estuvieron conociéndose, la confianza entre ellos era ahora innegable, sabían mucho el uno del otro, se sentían tan bien estando juntos, que era cuestión de tiempo que empezaran a abrirse sentimentalmente, por supuesto, ambos tenían sus secretos, los cuales seguían estando ocultos debido al peso que les generaba eso que tan celosamente evitaban decir, más porque creían que si lo llegasen a contar arruinarían toda esa relación que habían estado construyendo.

Ese día en especial, se juntaron como ya era costumbre, siempre en el mismo lugar, ahora ya era el preferido de los dos, empezaron a contar anécdotas de su día, como la gran venta que logró Bakugo o como Shoto había recibido un obsequio de unos niños. El rubio cenizo se levantó del suelo y emocionado le narró como había logrado capturar esa presa, tan concentrado estaba en su historia que no se dio cuenta en que momento el bicolor se había puesto de pie también, colocándose a sus espaldas, entonces Bakugo se dio la vuelta encontrándose frente a frente al elfo.

Su relato se detuvo de manera abrupta debido a esa cercanía, su corazón empezó a palpitar a un ritmo descontrolado, que Shoto lo viera tan fijamente y sin pronunciar palabra alguna, solo aumentaba su nerviosismo. Por su parte, el elfo, se concentraba en el rostro del contrario, esos ojos carmesíes que invitaban a admirarlos indefinidamente y esos labios que lo estaban llamando desesperadamente, pero el detonante de revelar aquellos deseos carnales, fue ver como el rubio se sonrojaba visiblemente mientras trataba de desviar su mirada algo tímido.

Tomando valor, poco a poco se fue acercando lentamente hasta que por fin sus labios fueron juntados, eliminando por completo cualquier espacio que existió entre ellos; el cazador al principio emitió un quejido y abrió los ojos de la sorpresa, pero bastaron pocos segundos para que se dejase llevar por el momento, el elfo lamió lujuriosamente sus labios para pedir acceso a su boca la cual tuvo permiso de inmediato, sus lenguas empezaron a bailar en una danza hipnótica.

Negar que Shoto no estaba sorprendido de sus acciones sería una mentira, pero de lo que si estaba seguro era que ya sabía que tenía sentimientos por este cazador, aunque es un poco lento con estas cosas, ya llevaba un par de semanas conociendo lo que su corazón anhelaba y  fue especialmente cuando una pareja de su pueblo le pidió permiso para contraer nupcias que se dio cuenta, pues aquel elfo le decía con una sonrisa imborrable todo lo que ella le hacía sentir y como deseaba estar siempre a su lado por el resto de sus días.

Fue en ese instante que el bicolor se percató que ese mismo sentimiento era lo que describía cuando estaba al lado del cazador; sin embargo, los primeros días ante esa revelación no tuvo el valor de decir nada en absoluto y mantuvo las pláticas iguales que siempre, hasta que este día mientras veía la sonrisa de orgullo y felicidad no pudo evitar tomar la iniciativa y acercarse lo suficiente ante él y aunque su rostro se mantenía estoico, su miedo a ser rechazado era fuerte, quien diría que ese miedo solo fuese pasajero, ya que estaba siendo correspondido y de la mejor forma.

Se separaron después de un tiempo, pues necesitaban respirar, Katsuki estaba algo mareado debido al intenso beso, jamás en su corta vida había experimentado tal sensación ni siquiera cuando hace años intento tener pareja, lo de ahora ni se asomaba en lo más mínimo en lo que sentía. Sus labios los tenía algo hinchados y palpitantes, pero justo después soltó un pequeño jadeo cuando una mano intrusa invadió por debajo de su camisa tocando delicadamente su cintura, aunque el tacto se sentía frío, la temperatura que iba creciendo en su cuerpo lo contrarrestaba.

—Shoto... espera — intentó inútilmente que ambos volvieran a sus cinco sentidos, pero los oídos del contrario no parecían escucharlo o simplemente lo ignoraban y siendo honesto tampoco quería que parara.