Capítulo 17: Fin

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El cubículo era pequeño, como el de todos los baños, pero lo suficiente para que las dos estuvieran en su interior. Al fin y al cabo, no necesitaban más espacio.

Sus cuerpos se encontraban absolutamente pegados mientras sus labios se volvían a besar, primero lentamente, saboreando el momento, para después, poco a poco, volviéndose más pasional.

Lexa sentía el cuerpo caliente de Clarke pegado al suyo, transmitiéndole aquel calor que tanto había anhelado. Sus piernas se entrelazaban, rozándose unas con otras hasta que encontraron el punto exacto en el que un muslo de cada una acabó entre las piernas de la otra, presionando ese lugar que necesitaba atención con urgencia.

El deseo entre ambas era abrumador, y cada roce, cada beso, solo aumentaba la pasión que las consumía. Lexa se dejó llevar por el impulso y deslizó sus manos por el cuerpo de Clarke, explorando cada curva, o más bien, recordando cada rincón que la volvía loca desde hacía ya demasiado tiempo.

Acarició su piel, disfrutando del tacto en las yemas de sus dedos, sintiendo su suavidad y su calor y provocando que Clarke respondiese con pequeños gemidos de necesidad, entregándose por completo a Lexa.

Los labios de Lexa se separaron de Clarke solo instante, el tiempo que necesitó para deslizarse hasta su cuello, mordiéndolo y chupándolo, saboreando aquella zona de su cuerpo que tanto había hecho suya años atrás. Pero ahora no era esa su intención, no necesitaba marcarla como suya, solo necesitaba sentirla, tenerla a su lado, no poseerla de aquella manera tan primitiva como anteriormente. Quizá es que había madurado, quizá había aprendido que no se podían poseer a las demás personas, o quizás simplemente se había dado cuenta de que Clarke no era un cuerpo que poseer, sino al que adorar.

Clarke dejó libre su cuello para que Lexa hiciese lo que quisiera mientras sus manos se deslizaban por las piernas de la otra, levantando aquel bonito vestido que en aquellos momentos le impedía llegar a su objetivo. Sentir por completo a Lexa. Eso era lo que necesitaba.

Gimió cuando Lexa mordió su cuello un poco más fuerte y aprovechó para arañar levemente aquel muslo que recorría, para después llegar hasta su culo debajo del vestido y apretarlo con fuerza contra ella, sintiendo como la humedad comenzaba a invadir la ropa interior de Lexa y a sentirla ella misma en su muslo.

Lexa gimió contra su cuello y lo besó con suavidad, como si pidiese perdón por haber mordido tan fuerte. Después volvió a aquellos labios que le volvían loca, los atrapó entre los suyos y se dedicó a subir el vestido de la otra, separando un poco el muslo y metiendo la mano dentro de su ropa interior.

Ambas gimieron cuando los dedos de Lexa se deslizaron por su humedad. Habían extrañado sus cuerpos, su pasión y su deseo, su cuerpo se lo estaba demostrando en aquel mismo instante.

Acarició su clítoris con suavidad, sin dejar de besarse un solo instante, respirando el mismo aire que la otra, intentando fundirse juntas en aquel momento de pasión.

Lo hizo lentamente, no queriendo correr en aquel momento que llevaba deseando tanto tiempo, aunque su cuerpo le pidiese ir más rápido, intentó contenerse.

Clarke volvió a gemir contra sus labios y comenzó a mover con sus manos la cadera de la otra, provocando que la entrepierna de Lexa se frotase con su muslo, estimulando de esa manera el clítoris y dándole placer.

Lexa sintió como sus propios gemidos se mezclaban con los de Clarke, formando una melodía de deseo y pasión en aquel estrecho cubículo de baño. Sus dedos continuaron explorando y acariciando a Clarke, moviéndose con destreza y atención para proporcionarle el máximo placer posible.

Clarke arqueó su espalda, entregándose completamente a las sensaciones que Lexa le estaba regalando. Sus manos seguían aferradas al trasero de Lexa, intentando buscar apoyo mientras Lexa ya movía la cadera ella misma por inercia, buscando su propio placer.

Los movimientos se hicieron más rápidos y frenéticos, ambas dejándose llevar por la intensidad del momento. Lexa aprovechó para deslizar dos de sus dedos en el interior de la otra, comenzando a follarla profundamente, moviendo los dedos en su interior para que la sintiese por completo.

La pasión se desbordaba en cada beso, en cada roce de piel contra piel. No existía nada más en aquel instante, solo el recuerdo entre ellas y el deseo desenfrenado que las unía.

El orgasmo llegó como una explosión, sacudiendo a ambas con fuerza. Los gemidos llenaron el pequeño espacio, liberando toda la tensión acumulada durante años de separación. Sus cuerpos temblaban en un abrazo apretado, compartiendo aquel momento de unión y pasión desenfrenada. Quedaron abrazadas, respirando entrecortadamente y recuperándose de la intensidad del encuentro.

Finalmente, se miraron a los ojos, sus rostros bañados en sudor y sus labios entreabiertos. En ese momento no necesitaban palabras para expresar lo que sentían. Se entendían a través de las miradas y gestos, sabiendo que aquello era el comienzo de algo nuevo, aunque ligeramente conocido.

-Feliz cumpleaños, Princesa –murmuró Lexa después de unos instantes de silencio.

Sus palabras resonaron en aquel cubículo, llenas de sinceridad y entrega.

-Gracias, mi Comandante –respondió Clarke, con una sonrisa radiante y las mejillas aún rojas por el momento vivido.

Años más tarde el momento se volvía a repetir, de un club de striptease habían pasado a un baño el día de la boda de sus mejores amigas. El lugar había cambiado, pero ese día acababan de revivir las cenizas de aquel fuego que nunca había muerto por completo.

Aún tenían mucho que hablar, mucho que contarse, que confesarse, pero aquel momento era el inicio de algo más maduro y sincero que lo que habían vivido. Un futuro por el que merecía la pena luchar.

Un futuro juntas, como siempre debieron estar.

Ambas salieron de aquel baño tomadas de la mano, con la mirada llena de complicidad y determinación. Sabían que se enfrentarían a desafíos y obstáculos en su camino, pero estaban dispuestas a luchar por su amor y a construir un futuro juntas. Con cada paso que daban, se alejaban del pasado y abrazaban un nuevo comienzo lleno de esperanza y felicidad. No importaba lo que el destino les deparara, se tenían la una a la otra y eso era lo suficiente para enfrentarlo todo.

Y así, mientras caminaban para celebrar la unión de sus mejores amigas, sabían que estaban escribiendo su propia historia, una historia de amor y valentía. Juntas, enfrentarían cada capítulo, superando cualquier adversidad que se interpusiera en su camino.

En ese momento, Lexa y Clarke, comprendieron que el verdadero regalo de aquel cumpleaños no era solo el placer efímero y la pasión desenfrenada, sino la oportunidad de encontrarse nuevamente y reconstruir un lazo que siempre había estado presente en sus corazones. Juntas, emprenderían un viaje de autodescubrimiento, aceptación y amor incondicional.

Y mientras el futuro se desplegaba ante ellas, Lexa y Clarke se dieron cuenta de que, sin importar lo que sucediera, siempre tendrían el regalo más valioso que el universo podía otorgarles: el amor verdadero y la compañía de la persona que completaba su ser.

No iba a ser fácil, eso lo tenían claro, pero era algo que tenían que intentar, su felicidad dependía de ello.


FIN

Si, mi Comandante (Clexa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora