Capítulo 11: ¿Preparadas?

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Clarke salió de aquel despacho temblando.

Intentó coger las llaves de su coche del bolso y se le cayeron al suelo, no era capaz de sujetarlas porque sus manos temblaban de todo lo que había sentido en aquel despacho.

Cuando por fin consiguió cogerlas, entró en él y se sentó, apoyando la cabeza y los brazos en el volante intentando controlar su respiración y su ritmo cardiaco.

Apenas reconocía a la Lexa que había dejado, egoísta, insegura a su manera, distante, controladora. Esa Lexa parecía haber desaparecido, toda su coraza parecía ya no estar, dejando al descubierto a la mujer de la que verdaderamente se había enamorado.

Una mujer atenta, amable, sensible, que lo único que quería era ayudar a los demás. La mujer que había ido conociendo y descubriendo al principio de su relación y que después había vuelto a esconderse.

A pesar del evidente cansancio reflejado en las ojeras bajo sus ojos, su rostro irradiaba felicidad y satisfacción, evidenciando que estaba plena y pletórica. Y pocas veces había podido verla así si era sincera consigo misma.

Haber sentido el tacto de Lexa, su olor, su presencia tan cerca había conseguido que todos sus sentidos se volviesen locos. Había temido y deseado que la besase, porque no se creía capaz de resistirse.

A pesar del dolor sufrido, la ira y el rencor, su cuerpo seguía respondiendo ante ella sin que lo pudiese evitar.

Pero no lo había hecho, no la había besado y sabía que la anterior Lexa lo habría hecho sin dudarlo, reclamándola como suya, mostrando que le pertenece aún a pesar de todo lo que habían vivido.

Quizás ya no sentía la otra ese deseo por ella, pensó un instante. Pero enseguida lo descartó, porque aquellos ojos se lo habían dicho muy claramente. La deseaba y la amaba. Lo había visto a través de aquellos ojos verdes que ya no se escondían detrás de una coraza y aunque sí pudo ver también miedo en ellos, sabía lo que había visto.

Cerró los ojos e intentó respirar con normalidad.

Inspira.

Expira.

Inspira.

Expira.

Inspira.

Expira.

De repente su teléfono sonó y pegó un pequeño saltó sorprendida. Todo lo que había intentado tranquilizarse acababa de irse por la borda en un solo instante.

Miró quien la estaba llamando y un sentimiento de culpa la invadió de repente.

-Hola cariño –respondió a la llamada con una falsa sonrisa en su rostro, aunque la otra no pudiese verla.

-Hola amor –respondió su novia Niylah al otro lado del teléfono- ¿Qué tal tu día? –se interesó.

-Bastante cansado la verdad –le reconoció con un pequeño suspiro- Estoy ya terminando, en seguida voy para casa.

-Perfecto, entonces voy preparando la cena –respondió su novia, feliz- Para que así esté lista cuando llegues.

-Gracias cariño –respondió Clarke, aun con la culpa reconcomiéndole- Nos vemos en casa. Te amo –se despidió de manera automática.

-Te amo

Y colgaron, quedándose Clarke aún más confundida de lo que estaba anteriormente.

No había hecho nada con Lexa, ni siquiera le había mentido a su novia ya que la otra estaba al tanto de todo lo de la despedida de solteras y todo, pero se sentía culpable de como se había sentido en presencia de Lexa. Era algo que no podía controlar, que no tenía por qué sentirse culpable por ello, pero aun así la reconcomía por dentro, no sabiendo como explicarlo.

Si, mi Comandante (Clexa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora