Capítulo 4: Todo es magico hasta que deja de serlo

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Lexa suspiro de alivio cuando entraron en el restaurante que Clarke había elegido para su cita. No era un alivio porque fuese un lugar que le agradase especialmente, sino porque se habían vestido formalmente y si no lo hubieran hecho habrían desentonado en exceso en aquel lujoso lugar.

- Clarke... -susurró frunciendo el ceño mirando alrededor- Esto tiene pinta de ser muy caro.

Clarke por su parte caminaba con seguridad por aquel lugar, como si le perteneciese, como si pudiera encajar perfectamente entre aquella gente mientras que Lexa se sentía siempre fuera de lugar, estuviera donde estuviera. Envidiaba tremendamente eso de ella.

- No te preocupes por eso -le aseguró Clarke- Quería que fuera una cita especial.

- Para mí es especial solo por pasarla contigo, no necesito lujos, nunca lo he necesitado -murmuró Lexa, confundida.

Al escuchar aquello Clarke se detuvo y por fin la miró a los ojos sintiéndose tremendamente insegura de repente.

- Lo siento... -susurró- Sé que no te sientes muy cómoda en lugares así, pero Octavia me dijo que estaba todo buenísimo y pensé que te iba a gustar la comida. No creí que fuera tan... -miró alrededor intentando encontrar las palabras adecuadas- pretencioso.

Lexa suspiró de nuevo. Por un momento había pensado en lo poco que encajaban en realidad si Clarke pensaba que de verdad era eso lo que le gustaba y las inseguridades la habían empezado a atacar, una vez más. Era un alivio saber que Clarke solo había pensado en una buena cena y no en toda aquella parafernalia.

- Vamos a ver qué cosas tienen, si no te sientes cómoda nos vamos a comer una pizza por ahí. ¿Te parece bien? -propuso Clarke sacándola de sus pensamientos.

Lexa sonrió levemente y miró a Clarke de arriba abajo antes de responder.

- ¿Ir a comer una pizza vestidas asi? -murmuró divertida.

Clarke se encogió de hombros.

- Creo que comparado con la vez que me hiciste ir sin bragas a comer una pizza esto no es nada -se rio y sonrojó ligeramente al recordarlo.

Las pupilas de Lexa se dilataron durante un segundo y después sacudió la cabeza, sacando esas imágenes de su mente, lo último que necesitaba en esos momentos era excitarse recordando las cosas que le había hecho a la otra, hacía ya lo que parecía demasiado tiempo.

- Buenas noches señoritas -escucharon de repente a su lado.

Se giraron encontrándose con el maître mirándolas con un cuaderno en sus manos.

- Buenas noches -respondió Clarke con seguridad mientras que Lexa se mantuvo en silencio, ligeramente retraída e incómoda- Tenemos una mesa reservada a nombre de Clarke Griffin -le informó.

El hombre miró su cuaderno durante un segundo y después asintió confirmando que su nombre se encontraba en él.

- Acompáñenme por favor -dijo con amabilidad.

Las guio hacia una de las mesas, ligeramente apartada. Lexa no sabía muy bien si era simple casualidad o todo había sido planeado por Clarke para que tuvieran más intimidad, aun así, lo agradecía enormemente. En aquellos momentos necesitaba olvidarse del lugar en el que se encontraban y centrarse exclusivamente en la maravillosa mujer que tenía frente a ella.

Se sentaron una frente a la otra mientras que el maître se despedía, dejándoles la carta para que le echasen un vistazo mientras el camarero se acercaba a tomarles nota.

- Este restaurante me recuerda a aquel que nos llevó tu madre -murmuró Lexa mientras miraba la carta frunciendo el ceño- No entiendo absolutamente nada de esta carta.

Si, mi Comandante (Clexa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora