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Sam...


Me quede parada viendo, realmente me estaba diciendo eso?


-Sam, solo vete.


Fui hacía mi habitación y metí un cambio de ropa, una pijama, cosas de aseo personal y lo más importante, una foto de nosotros tres del día de mi cumpleaños.


-Señor Pedro...

-Sam, no hagas esto más difícil.

-Realmente quieres que se vaya? -interfirió el señor Isaac.

-Los quiero fuera de mi casa ahora!!


El señor Pedro lanzo unas hojas hacía nuestra dirección. El señor Isaac por instinto me cubrió con su cuerpo.


-Sam, ven por tus cosas mañana. No quiero ver nada tuyo por un tiempo.

-Pedro...

-Esta bien señor Isaac, esta bien.



El señor Isaac me ayudo con mi mochila y salimos de casa. Mientras subía al auto mis lágrimas picaban mis ojos. Cómo es que hace unas semanas atrás me decía que era lo más preciado que tenía y ahora ni siquiera puede verme.


-Qué fue lo que hice mal?

-Nada linda, es Pedro. Algo lo esta afectando. 

-Soy yo, verdad?

-Por ahora no pienses en eso. Saldremos de la ciudad, es mejor que duermas un poco.


El señor Isaac puso música mientras yo veía por la ventana. Mis pensamientos me estaban carcomiendo de adentro hacía fuera y mi ansiedad estaba empezando a salir. Mis uñas se empezaban a clavar en mis palmas y empezaba a llorar. 

El señor Isaac se dio cuenta de lo que estaba pasando, así que con una de sus manos trato de abrir mis manos, pero no lo consiguió. Paro el coche y lo estaciono a las fueras de la carretera.

De repente sentí un abrazo. Y mis ganas de llorar aumentaron más.


-Tranquila linda. Ya pasara, ya pasara. 


Soltaba sollozos e hipidos, ya no me podía controlar más. Empece a soltarlo todo.


-Por qué?

-Shhh, tranquila. Nada de esto es tu culpa.

-Solo quería sentirme bien. Por qué?


Mis sollozos eran cada vez más fuertes, incluso abrace de vuelta al señor Isaac.


-Yo lo quiero, por qué me hace esto?

-Ya pasara, ya pasara.


Nos quedamos un buen tiempo así, abrazados. Poco a poco me fui quedando dormida.




.....


No se cuanto tiempo pase dormida, pero ahora mismo nos estábamos estacionando en un lugar de comida rápida. 


-Vamos linda, tienes que comer algo.


Bajamos del auto y nos acercamos al mostrador. Pedimos nuestras cosas y nos fuimos a sentar lo más lejos que podíamos.


-Te sientes mejor?

-Sí.

-Eso es bueno. 


El señor se levanto de su asiento, supongo que irá al baño. Cuando regreso tenía en sus manos dos malteadas, una de fresa y otra de chocolate.


-Cuál quieres?

-La de chocolate.

-Que bien, porque me gusta más la de fresa.


Nuestra orden llego hasta nuestra mesa y comimos en un ambiente tranquilo. Por un momento no me estaba afectando lo que paso hace un rato, será la euforia de esto?




... 



You can be my daddy (Pedro Pascal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora