Me dolían las piernas, los brazos, sobre todo la cabeza, estaba cansada, no recuerdo a qué horas habíamos regresado a casa, pero no dormí casi nada, habíamos tenido algunos inconvenientes en el viaje de regreso.
Para empezar estuve a punto de presenciar una escena íntima entre Lucy y Chris, por suerte llegué antes, separándolos, luego Lucy estaba teniendo un conflicto con sus poderes, tardamos más de media hora en poder hacernos invisibles, creíamos que era por el cambio de galaxias, la atmósfera los hacía diferentes, causaba una reacción distinta en ellos, yo no había probado los míos, no era necesario, pero Chris lo menciono, Tus poderes tienen una distinta reacción en la tierra, al igual que los demás planetas, tengan cuidado, nos había advertido.
¿A qué te refieres?—había preguntado.
Me refiero a que en Ewel, el poder de Lucy es la invisibilidad sobre ella y sobre lo que toca, sabiendo controlar el poder, pero en otros planetas podría afectar su estabilidad, puede que aquí, el poder sea más intenso, haciendo invisible permanentemente a todo lo que toca o incluso, no haciéndolo invisible por completo, como una especie de fantasma. Tienen que actuar con cuidado, como pueden llegar a cambiar o como no lo hagan.
¿A ti te ha pasado? —preguntó Lucy.
Sí, pero solo en Neogin, en los demás planetas mi súper fuerza es la misma, afortunadamente no me afecta tanto, pero he sabido de historias de otros, que sí les ha afectado. Alice... —volteó a verme, se puso serio, al igual que su voz se hizo más firme— ten precaución al usar tus poderes, son muy poderosos, jamás había conocido a alguien con tus poderes...
Pero la mayoría de mi familia tiene ese poder —interrumpí frunciendo el ceño.
¿Sí pero alguna vez los han utilizado en otro planeta? —preguntó mientras inclinaba la cabeza, detrás de él estaba Lucy, trataba de resolver sus problemas con su poder, chasqueaba los dedos, aplaudía, hacía todo tipo de cosas para intentar desaparecerse, no lo lograba.
—No pero... —antes de poder terminar, habló Lucy.
—Listo, ya pude —dijo, pero no podía verla, ya era invisible.
—¿Dónde estás? —pregunté, buscando a mis alrededores, intentaba encontrar sus huellas, noté que Chris se reía silenciosamente, Lucy le estaba susurrando algo —¡podrían dejar de coquetear y ponerme atención! —Chris volteó, me imaginaba que Lucy había hecho lo mismo—. No podemos perder más tiempo, tenemos que irnos, Lucy, antes de que mi madre se de cuenta de que no llegue a casa.
—Okay, okay... —escuché que dijo Lucy, sentí su mano entrelazándose en la mía, me empecé a volver invisible.
—Muy bien, tengan cuidado, y Lucy recuerda que me debes una...—susurró Chris a la nada.
—Lo pensaré —interrumpió Lucy dándole un beso en la mejilla a Chris.
"Carajo estaba tan sola".
Lucy era una chica muy bella, siempre obtenía la atención de los chicos fácilmente, además de que sabía cómo tratar a los hombres, era astuta, atractiva, sabía cómo seducir y captar la atención, había tenido tantos hombres a sus pies, y solo una vez en su vida se había enamorada, duró unos dos años con Max pero al final él la terminó engañando, es una larga historia, pero dejó un hueco en el corazón de Lucy, aunque ella lo superó, y decía que se encontraba bien, sabía que la había marcado, ahora tenía miedo de enamorarse, esperaba que Chris fuera la excepción, me había caído bien, era divertido, y guapo, eran tal para cual.
A diferencia de mí, la mayoría de mi vida había estado enamorada de un mismo chico de mi pueblo, se llamaba Malik, él era todo lo que una chica soñaba: guapo, caballeroso, divertido, tenía a demasiadas chicas detrás de él, y yo no era la excepción, a Lucy no le caí bien, decía que era un idiota, nunca pude demostrarle mi amor, no tenía la misma facilidad de seducir que Lucy, jamás había dado un beso, o que alguien me lo robara, no tenía oportunidad de conocer a muchas personas, me la pasaba cuidando a mis hermanos, y siendo sirvienta de la casa, no me quejaba, me gustaba estar con mi familia, las únicas cosas locas que hacía eran por que Lucy me orillaba hacerlas, ella era la que ponía los planes y yo la seguía.
Además Chris era un chico muy atractivo, me imaginaba por qué Lucy no tardó en darle una oportunidad, era alto de complexión musculosa, diría que era un pelín más alto que el príncipe, su cabello negro oscuro, su cejas eran pobladas haciendo juego con su ojos afilados, paraceridos a los de un zorro, hacía que su mirada fuera prenetrante, mientras que tenía las facciones bien afiladas, haciendo contraste con sus labios estrechos, si no lo llegara a conocer si daría miedo con solo mirarlo, por suerte es todo lo contrario a su apariencia, tenía un gran sentido del humor o eso es lo que alcancé a notar.
Nos despedimos de Chris, él había jurado no decir una sola palabra sobre de dónde éramos, al contrario, al saberlo se echó a reír a carcajadas, esto le encantará a James, había dicho entre risas, lo que me hacía desconfiar un poco en su palabra, pero tomando en cuenta que nos ayudó a escapar del Palacio, además de que nos advirtió de la estabilidad de los poderes, al final de cuentas él tenía poderes.
De camino al portal, Chris, nos contó un poco de cómo terminó siendo soldado principal de príncipe, resulta que nació en la tierra, sus padres sí eran de Ewel pero antes de que naciera les ofrecieron trabajo para servir a la realeza, así que su vida ha transcurrido dentro del palacio, aunque nos dice que desde que le promovieron el puesto en el que está, ha podido teletransportarse infinidad de veces, no me imagino un mejor puesto, a lado de su mejor amigo, cuidándole la espalda, me imaginaba que al tener tanta confianza tendría la libertad de hacer muchas más cosas a diferencia de muchos soldados.
Ya habían pasado dos días desde el Ensamble, hoy sería un día atareado, tenía que ponerme las pilas, mamá me había pedido ir al mercado de la ciudad por pescado. Quería celebrar, como muchos, el Ensamble, además de que el príncipe anunciaría a las seleccionadas por los medios, aunque la noticia no llegaría Ewel hasta unos meses después.
El mercado estaba repleto, no había lugar donde no hubiera gente, todos habían tenido la misma idea que mi madre. Era de esperarse.
El lugar era exageradamente grande, seguramente no lo terminas en un día, había ruido por doquier, estaba lleno de carpas y más carpas por todos lados, unos vendiendo ropa, otras especias, otros comida y otros....
—Mira Alice —señaló Lucy a un puesto de joyas —, tenemos que comprar, me hacen falta unos buenos aretes —chilló agarrándose el lóbulo de la oreja, tiró de mi brazo, tratando de convencerme.
—Lu, tenemos poco tiempo, necesito ir por pescado y especias —dije mientras me apartaba del puesto de joyas.
—Vamos Alice, no me tardaré nada —insistió con una mirada suplicante, rodé los ojos.
—Ahg...Bien... —su cara se iluminó, en su rostro apareció una sonrisa de oreja a oreja, me limité a sonreír negando la cabeza —. Pero no te tardes.
—No. Ni te darás cuenta —me dedicó otra sonrisa mientras se dirigía al puesto, en él se encontraba un anciano rodeado de anillos, collares y aretes, todos brillaban con la luz del sol.
—Buenos días, señoritas —saludó aquel viejo, con una sonrisa, las arrugas se le marcaban por ella, se le veía sucio, lleno de arena, la cual delataba que no era de la ciudad ya que la arena solo se encontraba a las afueras.
De sus manos colgaban collares, los cual dejó en la mesa, para acercarse a nuestro lado.
—Buenos días —comenté, Lucy se limitó a ignorarlo y acercarse a los aretes.
—¿Algo en lo que les puedo ayudar? ¿Algo en especial? —preguntó con una sonrisa, dirigiéndose a mí, ya que Lucy no le prestaba atención, sus ojos estaban destinados al brillo de las joyas.
—Todo está bien, muchas gracias. Mi amiga quiere unos aretes y yo solo vine a acompañarla —comenté amablemente, me limité a sonreír con los labios cerrados, él asintió.
—Muy bien, si necesitan algo, háganmelo saber —dijo mientras se retiraba a acomodar más joyas.
Asentí.
Me acerqué a un estante lleno de pulseras, la mayoría estaban recubiertas en plata y oro, algunas otras eran de fantasía, y otras de perlas, pero había una en especial, llena de piedras a su alrededor, era diferente a las demás, me la quedé viendo por un momento, hasta que la sostuve en mi mano, había algo en la la pulsera que hacía que me llamaba la atención.
—Les pierres de feu et d'eau, la grande moitié —susurró el señor detrás de mí.
Di un pequeño saltito, volteé a verlo por encima de mi hombro.
—¿Disculpe? —pregunté desconcertada, mientras fruncía el ceño.
—¿Es lindo verdad?
—Es extraño —respondí.
El señor evocó una sonrisa.
—T'a choisi —exclamó, volteando a verme.
Seguía confundida, no entendía lo que decía.
—Perdone, no entiendo de lo que habla.
El hablaba como si yo entendiera su idioma, se cruzó de brazos se dirigió agarrar otra pulsera, me la enseñó.
—Todas las pulseras que están aquí son similares, son lindas, son un complemento, un adorno, a diferencia de esa pulsera —señaló con sus ojos, a la palma de mi mano, donde se encontraba—. Llevó mucho tiempo con esta pulsera, nadie nunca le pone atención, la pasan por alto —dio un pequeño suspiro, yo seguía viendo aquellas piedras en mi mano en forma circular—. Está hecha de la mer d'Ewel... —cerró mi mano, con la pulsera adentro, abrí los ojos de par en par—. Ahora es suya.
—¿Mía? —pregunté incrédula, seguía viendo su mano sobre la mía, una y otra vez.
—Ella te escogió —quitó su mano de la mía, se volteó a dejar la otra pulsera.
Yo me quedé inmóvil, paralizada, no entendía qué estaba ocurriendo, sus palabras me hicieron preguntarme muchas cosas, tenía más preguntas que respuestas.
—¿Me escogió? Perdón pero no le estoy entendiendo —pregunté insegura.
—Las piedras del mar de Ewel son únicas, se dice que cada una de ellas tiene un poder al igual que cada uno de nosotros, son leyendas, tal vez al exponerlas a otras galaxias tengan un efecto en ellas al igual que nosotros —me explicó mientras guiñaba uno de sus ojos.
Estaba perdida en mis pensamientos, procesando cada una de las palabras que salieron de su boca, por un momento me quedé inmóvil, viendo la pulsera en mi palma, se la regresaría, me dije. Pero cuando volteó a verlo, ya no estaba, como si hubiera desaparecido.
Me froté los ojos una y otra vez, tal vez todo era parte de mi imaginación, ni siquiera pudo terminar de hablar sobre la pulsera. Volteé a ver a Lucy, ella seguía escogiendo los aretes, no lo había notado, había algo raro en todo esto, pero de algún modo el ambiente se sentía seguro.
—Lucy —dije mientras me sobaba con las yemas de mis dedos los ojos, no entendía nada, sentía que era parte de una ilusión.
—¿Qué pasa? —dejó de ver los aretes acercándose a donde estaba, la veía con ojos de terror.
—El señor... el... —tartamudeé, mis palabras se quedaban atoradas en mi garganta.
—¿Qué tiene? —preguntó mientras fruncía el ceño, buscaba respuestas dentro de mis ojos, quería descifrar mi expresión.
—Él desapareció —dije sin más, atónita.
Les pierres de feu et d'eau, la grande moitié, T'a choisi, T'a choisi, había dicho el.
—Lástima... De seguro es su poder —replicó negando con la cabeza—. Bueno vámonos, no encontré nada. Todo es muy... —volteó a ver a su alrededor—. Antiguo —inquirió mientras salía de la carpa, el sol se reflejaba en su cara, el toldo ya no le regalaba sombra—¿Vienes?
Volteé a verla. Me enderecé, acomodé mi cabello y luego asentí.
—Sí, vamos.
Después de un tiempo encontramos el pescado y las especies, nos apresuramos, se nos estaba haciendo de noche, mi casa estaba un poco lejos de la ciudad.
Aunque quisiera no podía dejar de pensar en lo que había pasado, era extraño lo que acaba de pasar, pero de algún modo no me aterró la situación, eso sí, tenía tantas preguntas, ¿quién era aquel anciano? ¿Por qué me había dado esa pulsera? ¿A que se refería con que ella me escogió? ¿A dónde había ido? Quería que alguien me contestara todas esas preguntas, debería de haber sentido miedo, o dejar esa pulsera en aquel lugar, pero no lo hice, algo me atraía a ella, me la puse, no había causado nada en mí, era linda, sutil. Terminé aceptando que nadie me daría respuestas, me hubiera gustado volver pero ya no era posible, ya era muy tarde, lo haría después.
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El Ensamble (Cada Diez Años)
FantasyEn un sistema estelar lejano existen cinco mundos diferentes con distintas clases sociales: la Tierra (realeza), Itaris (alta nobleza), Hanat (pequeña nobleza), Neogin (pueblo) y Ewel (los excluidos). Ahí es de donde viene Alice, de un mundo sin opi...