Mis ojos seguían su pequeño círculo alrededor de su habitación, faltaba poco para que se hiciera un hoyo, de por sí la alcoba era pequeña, sus movimientos hacían que a simple vista se volviera más diminuta.
A cada paso trataba de analizar si lo que le estaba diciendo era verdad o me lo estaba inventando, tuve que enseñarle la carta para que me creyera, estaba extasiada de felicidad, de un momento a otro empezó a dar saltitos arriba de su cama, pero dejó de hacerlo al ver lo que implicaba.
—Hannah, ya te dije, solo van hacer unos meses, o tal vez menos. Si es que no me echan, no tienes de qué preocuparte —insistí, tratando de tranquilizarla, me acerque a su cama donde estaba sentada, agarré un mechón de su cabello rubio, lo envolví en unos de mis dedos, haciendo un rulo.
—¡Me vas a dejar sola con los deberes de la casa! ¡Es injusto! —chillo apoyando su cabeza en mi pecho—. Tendré que cuidar yo sola a Jacob.
—Jacob es un amor y lo sabes.
Levantó su cabeza para alcanzar a verme, entornó sus grandes ojos rasgados, sus pestañas revoloteaban en tono sarcástico.
—Bueno. Pero con una condición —se alejó de mí, entrelazando los dedos, su sonrisa se volvió filosa, hizo lo mismo con la mirada, siempre tenía condiciones, siempre tenía una plan B, me imaginaba que esta situación no iba hacer la excepción, en respuesta entrecerró los ojos, esperaba que no pidiera otra cosa de otro mundo (literalmente) —. Primero que nada, quiero que me separes lugar en el reino, quiero ser parte de la corte. Sé que tengo las habilidades y destrezas para ser tu mano derecha cuando seas reina...
—Pero yo no pienso...
—Ah, ah, ah... —sacudió su cabeza con vehemencia mientras me restregaba un dedo —. No he terminado
Rodeé los ojos, chasqueando la lengua.
Cualquiera se podría imaginar que una niña de doce años le gustaría pedir un reino de chocolate, con golosinas por dentro, pues yo lo hacía a mi edad; pero Hanna no se limitaba a tener esa edad, a pedir esos sueños, a ella le gustaba pensar en grande, hablar con seriedad, ser parte de las conversaciones y asuntos importantes, se lo admiraba, siempre lo había hecho, lo único que me entristecía era el hecho de que jamás pudo soñar así, jamás se dio la oportunidad de ser una niña, imaginar en un reino de hadas con dragones y príncipes azules, le gustaba ver la realidad, le gustaba examinar y sacarle provecho de ello.
—Me escribirás a diario contándome de tus aventuras con el príncipe, con las doncellas y soldados. Además de que me tienes que describir cada habitación del palacio, en especial tu habitación —en su voz nacía un sueño, su mirada reflejaba chispas—. En algún momento tienes que invitarme a la tierra, mira —salto de la cama para dirigirse a su escritorio, buscando en los cajones, sacó una hoja, llena de información e imágenes, estaba rota parecería arrancada de un libro, me di cuenta de que libro era.
—Hanna —direccione mi mirada a su mano donde sostenía la hoja mal arrancada —¿Arrancaste la hoja del libro de papá?
Su mirada vaciló mientras llevaba la hoja detrás de su espalda, tratando de esconderla de mis ojos.
—Tal vez... —murmuró—, pero no le digas, por favor —se acercó a mi lado, con una mirada de súplica —. Ali, él no la ocupaba, el libro estaba rumbado, no era mi intención arrancar la hoja, pero era eso o robarme el libro de las pertenencias de papá.
Parpadeé varias veces, ella se volvió a sentar en la cama mientras columpiaba sus pies, volvió a sacar la hoja de su escondite, extendió su mano para yo poder agarrar la hoja.
La hoja estaba amarillenta, pareciera que era de un libro muy viejo, un poco arrugada por todas las veces que lo habría leído Hanna, empecé a leer por encima, contenía información de la tierra, de sus criaturas, paisajes, y su reino.
Hannah había subrayado varias partes.
A lo largo de los años se ha investigado acerca de los sucesos en la tierra durante el Entrelazo, se sabe qué existen efectos en la mayoría de los planetas, pero no se han podido encontrar cuáles son los de este planeta, el científico Michael Harris afirma que podrían existir, pero en los poderes, "No se han encontrado muchos efectos en el planeta, pero no sabemos si puede afectar en un Ewel, afectar los poderes, a la persona".
Uní piezas, Chris nos había advertido, aunque a Lucy no le había afectado del todo, yo no sabía si a mi me había ocasionado algún efecto, no me había arriesgado, ¿Tendría que preocuparme?
—¿Y? —inquirió.
Direccione mi mirada del papel a sus ojos, se le veía un poco preocupada —¿Le dirás a papá?
Se paró mientras se acercaba para agarrar la hoja que le entregaba.
—No creo que lo necesite —dije dedicándole una sonrisa.
Hubo un momento de silencio, me puse a mirar a mis alrededores, a inspeccionar su pequeño cuarto, era un aún más pequeño que el mío, su escritorio estaba lleno de cuadernos de dibujos, a lado su cama, limpia y ordenada, merodeé mientras Hanna guardaba la hoja en el cajón, me volví a sentar en la cama, le hice un gesto para que me acompañara a mi lado, lo cual hizo.
—¿Crees que sea verdad? —preguntó.
Volteé a verla mientras señalaba con sus ojos al cajón donde se encontraba el papel, fruncí el ceño sin entender por completo la pregunta
—Lo del efecto de los poderes ¿Pasó algo extraño cuando fuiste al baile?
No quería preocuparla, no lo iba hacer, se la pasaría pensando en eso mientras no estuviera, me iba a preocupar y yo a ella, no era justo para ninguna de las dos.
—No —respondí.
Revocó un pequeño suspiro de alivio mientras agarraba su pequeña mano
—Hannah todo va estar bien, no tengo miedo —vi como una pequeña lágrima rozaba su rosada mejilla, siempre había sido muy sentimental, muy frágil, se la quite con tal delicadeza, en respuesta me brazo sin previo aviso, sorprendida la abracé más fuerte.
—Alice, tiene que valer la pena que te vayas, haz que lo valga.
Haz que lo valga, como decirle que iba por propia curiosidad, propia diversión, mi objetivos no tenían nada que ver con el príncipe o la corona, era partícipe de una gran mentira.
Asentí, no podía decir ni un simple si, podía mentirle pero hacerlo con Hannah era una tortura, ella sabría si lo hiciera, me contuve mis mentiras acercándola para acariciar su cabello.
—Tal vez pueda caber en la maleta —me dedico una mirada cómplice mientras sus cejas se levantaban y bajaban con astucia.
—Sería increíble que pudieras hacerlo —evoque una pequeña sonrisa —. Pero no habría excusas para mamá y papá, además mamá no te dejaría y menos yo.
—¿Acaso tú le pediste permiso para competir? —dijo con una voz melosa. —Eres una pequeña tramposa.
—Te aseguro que no te quedas muy atrás —con una mueca feroz sus ojos se hacían más pequeños—¿Entonces aceptas mis condiciones?
—Bien. Pero tendrás que ayudarme a que mamá y papá no se enteren.
—¿Cómo supones que logre hacer eso? —me miró con descaro, no era una pregunta, era una acusación.
—Por favor, Hannhita —rogué con una mirada suplicante, puse mis manos en modo de oración, tracé una línea triste en mi boca.
Tras una breve vacilación se sentó en su cama, su mirada vaciló por la habitación, lo estaba pensando, existía una probabilidad.
—Te va costar esto, y será muy caro.
—Ya acepté tus condiciones —le lancé una mirada incrédula —¿Que más esperas, Hanna? —murmuré , ella inspeccionaba sus uñas, como si hubiera un mundo dentro de ellas—. Vamos, Hannah, por favor, hazlo por tu hermana.
Su mirada vaciló, tratando de pensar en las probabilidades, en lo que ganaría si me ayudaba, pensaba en su futuro.
—OKEY —bufó—. Pero solo te daré tres meses, un buen tiempo para que les digas sobre tu mentirita, si después de eso se llegan a enterar, queda en tu responsabilidad.
Aunque solo tuviera once años, era astuta, siempre lo había sido, tenía control sobre los demás, sabía cómo manejarlos a su antojo, eran pocas las veces que no se hacía lo que ella quería, era manipuladora, pero sabía cuándo y con quién utilizar esos dones.
Aún así la quería demasiado y tengo que admitir que siempre me sacaba de apuros. Además, ella sabía que yo lo haría por ella, daría mi propia vida por ella, o por mi familia.
—Está bien —asumí, mientras me acercaba a darle un abrazo, ella me aceptó con los brazos abiertos—. Para ese entonces ya les habré dicho —la aleje de mi regazo para poder ver sus pequeñas y delicadas facciones —. Te extrañaré Hannah.
Me abrazó aún más fuerte, el cariño se volvió más intenso, no tuvo que responder para poder sentir su te quiero.
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El Ensamble (Cada Diez Años)
FantasiaEn un sistema estelar lejano existen cinco mundos diferentes con distintas clases sociales: la Tierra (realeza), Itaris (alta nobleza), Hanat (pequeña nobleza), Neogin (pueblo) y Ewel (los excluidos). Ahí es de donde viene Alice, de un mundo sin opi...