Capítulo 16 (James)

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Por suerte el traslado fue rápido y esta vez la transportación no me causó náuseas, hace tiempo que no viajaba al reino Lenher; le había pedido a Chris un día anterior, que enviara una petición para poder ir, la cual fue aceptada, con suerte encontraría al abuelo de Lena para poder platicar con el.
—Sanos y salvos —dijo Chris mientras salíamos del portal—. Extrañaba esto —me dio una palmadita en la espalda.
Lo seguí al castillo, y el reino era todo lo que recordaba, estaba completamente igual, las plataformas que lo sostenían sobre el aire, haciendo parecer que flotara sobre las nubes.
—De pequeño este era mi castillo favorito —admití.
—Si lo recuerdo —contestó Chris.
Un color blanco algodón sobresalía de todo el castillo, era tan sosfisticado; cerrado de murallas, sus torres altas y sobresalientes, era un gran lugar para tener las mejores vistas, por dentro era aún mejor, casi todo eran colores pálidos haciendo contraste con el blanco, era un lugar tan limpio y lleno de luz.
—Su majestad —se acercó un guardia haciendo una reverencia—. Lo hemos estado esperando. Acompáñeme.
Chris y yo, lo seguimos hasta adentro del castillo, no había ningún alma, a especies de los soldados en las puertas.
—El rey Lenher me ha pedido que le perdone, está fuera por el día de hoy, con la reina, pero estoy a sus órdenes para servirle —explicó el soldado.
—Gracias —contestó—. Vengo a ver a Sr. Nicholas Lenher.
—Por supuesto —hizo una reverencia y se retiró para ir por el.
Vi como Chris comenzaba a ver a todos lados.
—Hace tanto tiempo que no venía aquí —hizo cara de disgusto.
Las puertas se abrieron y dejaron pasar a Lena.
—¿Qué haces aquí? —traía unas flores en sus manos, las cuales le dio un mozo antes de acercarse.
Hicimos una reverencia, la cual ella ignoró. Bien, ahora sabía que estaba enojada.
—Hola —salude.
—¿Qué hacen aquí? —volvió a preguntar mientras veía a Chris —¿Porque lo trajiste?
Comenzaron los juegos de miradas entre Chris y Lena.
—A mi también me alegra verla, princesa —contestó Chris, se le dibujó una línea en los labios.
Lena rotó su mirada.
—Es mi guardia —le recordé.
—Lastima —contestó Lena—. Siempre me olvidó de lo insoportable que debe ser para ti, príncipe.
Chris comenzó apretar la mandíbula y cerrar los puños a sus costados.
—Bien ¿A qué vienen?  —preguntó por tercera vez.
—Vengo a ver al abuelo —respondí.
Frunció su ceño.
—No preguntaré —dijo tan tranquila—. Los veo luego —dijo mientras se retiraba.
Alcance a agarrarla del brazo para detenerla, ella volteó a verme con duda.
—Lena... lo siento —murmuré.
—Los dos sabíamos que no iba a suceder —admitió.
—Entonces ¿porque pienso que estás enojada?
—Porque la dejaste a ella —respondió.
La solté y me le quedé mirando, traté de decirle algo más, pero no podía ayudarla con eso, al menos ya sabía por que estaba mal.
Sin otra palabra se retiró por donde llegó.
—Si me lo preguntas a mí —susurró Chris—. Fue tu mejor decisión.
—No te pregunté —volte a verlo.
—Su majestad —regresó el guardia—. Acompáñeme.
Le hice una seña al a Chris para que me siguiera, el guardia comenzó a guiarnos entre pasillos hasta llegar a unas largas puertas. La guarida del abuelo, o asi le llamábamos de pequeños Lena y yo, era su lugar para pensar, ciertamente era un biblioteca para sí mismo, aunque ese cuarto estaba lleno de artefactos antiguos, era un lugar reconfortante y lleno de secretos.
El guardia hizo una reverencia y abrió la puerta para dejarnos ahí.
Al entrar, ahí estaba el abuelo, escribiendo sobre un gran libro.
—Oh pero si es el mismísimo emperador —replicó mientras se paraba y se quitaba sus lentes.
—Abuelo —me acerqué para abrazarlo—. Todavía no soy emperador.
Desde pequeño le tenía gran cariño al anciano, mis abuelos paternos habían muerto y los maternos muy pocas veces los veía, el abuelo de Lena se convirtió en mi confidente por mucho tiempo hasta que con los años comencé agarrarle más cariño, convirtiéndose en mi abuelo.
—Pero serás el mejor de todos —dijo mientras me calaba unas palmaditas en la espalda—. Ah ¿Quién viene contigo?
—Es...
—Espera no me digas, no estoy tan anciano como parezco. Ven acércate.
Chris comenzó a mirarme, asentí dándole a entender que se acercara, con pasos firmes comenzó acercarse a nosotros, luego hizo una reverencia.
—Por favor, eso es para la realeza, levántate hijo —le dijo a Chris—. Pero miren nada más, si es el soldado Chris Davies.
—Señor, estoy a sus órdenes —contestó Chris.
—Gracias soldado —asintió— ¿Qué hacen aquí James?
—Abuelo, he venido por respuestas, sobre los Diez anillos.
El anciano volteó a verme como si hubiera dicho alguna maldición, comenzó a buscar entre sus libros y sacó un grueso y pesado libro, tenía polvo y pareciera que no fuese agarrado en muy largo tiempo.
Comenzó a hojear y leer mientras pasaba su dedo sobre las palabras que él mismo había escrito.
—Dime ¿cómo vas con la selección? —preguntó mientras seguía leyendo en voz baja.
—Hmm —noté como Chris me miraba un poco confundido, el abuelo no era de ir al grano, le gustaba sacar información para luego darte la información que necesitabas—. Bien, ayer se dieron a conocer las finalistas.
—¿En muy poco tiempo? —preguntó.
Asentí mientras me fui acercando a la mesa donde estaba el libro.
—Si, quieren acelerar el proceso para que mi coronación se haga lo más rápido posible —se quedó en silencio—. Abuelo —su atención se desvió a mis palabras—. Lena... Yo no...
—Hijo, su destino no es estar juntos, no te lamentes por eso. Lena lo sabía y tu también, no hay porque dar explicaciones.
Trague saliva y mis hombros se relajaron, estaba seguro de que Lena ya había hablado con él, pero quería que esto también fuera dicho por mi.
—Dime ¿cómo sigue la jovencita rebelde? —preguntó.
Estaba seguro que ahora Chris tendría muchas preguntas pero no me las haría si es que no quisiera hablar del tema.
—Bien, algunas veces tiene problemas con Lady Emma pero se ha desenvuelto bien —conteste.
—Me alegra, la última vez que supe de ella, estaba desconcertada de este nuevo mundo—confesó—. Me alegra que se esté desenvolviendo.
—Abuelo, necesito...
—Aquí está —exclamó mientras señalaba al libro—. Esto te ayudará con lo que buscas.
Me acerque y vi un dibujo representando la oscuridad, la página hablaba de la oscuridad y como juega con nuestras mentes, le di la vuelta a la hoja y seguía hablando de eso, hojeé de nuevo y eran varias paginas hablando del mismo tema, cómo enfrentar la oscuridad, cuales son sus debilidades, que es, porque causa pánico y toda esa información acerca del mismo tema.
—Pero, esto no es lo que quiero, estoy buscando...
—Ay no —comenzó a agarrar varios papeles y apresurado vio el reloj—. Se me ha hecho tarde, los tengo que dejar, hijo, pero están en su casa.
—Pero abuelo, yo necesito...
—Eso te ayudará —gritó antes de salir por la puerta.
Cuando estuvimos completamente solos Chris se acercó para ver el libro.
—Sospecho que toda la familia Lenher es rara —dijo a mi lado.
—No entiendo porque me dio esto, no tiene relación con lo que le iba a preguntar —dije mientras volvía a revisar.
Un espacio donde la luz es inexistente, la oscuridad crea los mayores miedos y los peores deseos se crean en este lugar. Las pesadillas cobran vida y las buenas intenciones desaparecen.
—¿Él lo escribió? ¿Todo ese libro? —preguntó Chris desde su lugar.
—El ha escrito todos los libros que ves aquí —aclaré.
—¿No tiene algo más que hacer?
Lo fulmine con la mirada.
—Okey, me callo.
Las sombras están por todas partes, en todo mundo y en todo lugar o existencia. Algunas veces no tienen que ser lugares, el ser humano está hecho de estas mismas, la diferencia es encontrar si carecemos de ellas o son las que dominan nuestro interior.
Empecé a leer las partes más importantes a mi parecer.
Quien quiera enfrentar la oscuridad tendrá que atacar la luz, uno mismo puede pelear para ello pero si se pelea contra ello, se necesita un poder aún más fuerte.
Comencé arrancar las paginas que me había señalado y las guardé en mi bolsillo del traje.
—¡QUE HACES! —se sobresaltó Chris.
—Me llevó las paginas que me dijo, para leerlas más tranquilo en el castillo.
—¿Porque no llevarse el libro?
—¿Lo piensas cargar tu? —lo juzgue con la mirada mientras el volteaba a verme y luego al enorme libro.
Negó.
—Eso fue lo que pensé —comencé a dirigirme a la puerta—. Vámonos, luego averiguaré para que me dio esto.
—James, mira —señaló unas hojas.
Me acerque para ver más de cerca, una de las hojas tenía dibujado los Diez anillos entrelazados, pareciera que acababa de ser dibujado, detrás de la hoja venía un escrito, era una carta, alguien se la había enviado al abuelo.

El Ensamble (Cada Diez Años)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora