Capítulo 40 (James)

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La iglesia es aún más grande de cómo la recordaba, todos me miran desde las bancas, están de pie y atentos a las palabras del sacerdote. Alice se encuentra en la primera fila a lado de mi madre.
He soñado con este momento desde que era un niño, a diferencia de muchas historias, yo siempre he deseado el trono, me había preparado para esto, pero nunca lo había imaginado que todo terminaría y comenzaría así.
Mi padre se había ido hace poco más de un mes y aunque mis pensamientos ya no estaban enterrados con él bajo la tierra, seguía extrañando en cuanto su presencia me era faltante.
Era duro darle la bienvenida a la muerte, una vieja amiga que jamás esperas volver a encontrar, pero mi padre lo había hecho, y en vez de llorarle y suplicar que lo regresara, había decido en dejarlo ir, él hubiera querido eso, me había repetido muchas veces luego de que mi madre me lo dijo.
Tenía que afrontar su pérdida y salir adelante por estos reinos, no podía quedarme de brazos cruzados y esperar que las soluciones me llegaran por si solas, me habían quitado una vida, una que no les correspondía.
El trono no me ha elegido, ni tampoco yo lo he elegido, a lo mejor hay alguien más que lo merece más de lo que yo lo hago, pero ahora estoy aquí, arrodillado a punto de aceptar este puesto, y convertirme en lo que espero que los mundos esperan de mi. No pienso que pueda no cometer errores, pero tras cometerlos he aprendido que los necesito para comenzar con mi mando.
He terminado de practicar, es momento de jugar.
—¿Jura y promete gobernar a los cinco mundos rígidos por la tierra?
—Lo juro —respondo.
El sacerdote se ha acercado a tomar la corona de una almohada, se acerca y la levanta sobre mi cabeza, donde todos pueden llegar a verla.
La recuerdo, las únicas veces que mi padre me dejó verla tan de cerca fue después de cumplir la mayoría de edad.
—¿Jura gobernar con sinceridad y justicia, según los estatutos rígidos y aprobados por el parlamento, y las respectivas leyes y costumbres?
—Lo juro —repito con la misma confianza que la primera vez.
—¿Jura tener piedad y corresponder a sus habitantes en caso de necesidad?
—Prometo solemnemente y juró hacerlo —agachó mi cabeza para aceptar la corona.
—En el nombre de todo lo bueno y lo justo en estas tierras—posiciona la corona en mi cabeza—. Le coronó emperador. Bienvenido sea, James Barclay Cooper.
Me levantó ya con la corona y doy una media vuelta para ver a todos los que están aquí presentes, busco la mirada de Alice, ella sonríe y mi madre también ya lo ha hecho. Esas dos sonrisas me han reconfortado para comenzar por este nuevo camino.
Todas las miradas están sobre mi, visualizo a los reyes que han comenzado a hincarse, desde el rey Ward hasta el rey Hughes. Toda la multitud, me mira arrodillados para luego agachar sus cabezas y esperar por mi mandato.
Me limitó a pasar la mirada por todas las filas, pero me detengo en la única que sigue sin bajar la mirada. Se que ella sabe lo que debo estar sintiendo en estos momentos, sus ojos me lo dicen.
Te quiero, artículo con mi boca.
Ella asiente luego de responder de igual manera y esta vez ha agachado su cabeza.
—¡Levantaos! —ordenó y es lo que hacen.
Todos han comenzado a aplaudir, la sinfonía se vuelve más alegre y la gente comienza a gritar al unísono.
Salve al emperador.
Salve al emperador.
Salve al emperador.
Se que todos esperan mucho de mi, esperan algo mejor de lo anterior, y eso les daré.

Todos me ven desde abajo, la multitud que se rodea afuera del palacio espera por mi, salgo al balcón y todos comienzan a gritar y a aplaudir. La conmoción me aturde, pero es un buen sonido.
Me han puesto un micrófono, que parece casi invisible para todos, pero se qué hay bocinas localizadas por todo el reino para que todos alcancen a oírme. Saludo con una mano en cuanto me acercó a la orilla donde todos logran verme con más claridad.
—He pasado mucho tiempo esperando este momento —todos han comenzado a guardar silencio en cuanto mi voz se alza—. Años aprendiendo de mis padres, fracasando y volviéndome a levantarme esperando dar lo mejor de mi. Ahora que mi reinado ha llegado, yo les prometo conservar la paz. Y para la maldad que se esconde en los más diminutos rincones de las cinco tierras, les ofrezco mi furor al ser simplemente no bienvenidos —tomó un pequeño respiro—. Esto es en honor al emperador, Henry Barclay, mi padre. Por un nuevo comienzo. Por una nación de iguales.
Uno por uno, van inclinando sus cabezas. El movimiento se extiende como si se tratase de una ola bien ensayada. Me han aceptado y jurado lealtad con un solo gesto.
Poder, una sola palabra que debiera de describir todo lo que siente un emperador, pero yo que estoy por encima de ellos, no logro sentirlo, solo logro sentir nervios y una felicidad que me llena por dentro. Pero no siento lo que todos dicen cuando hablan del miedo al trono.
Mi reino, mis cinco reinos.

El Ensamble (Cada Diez Años)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora