Cada dos semanas, eso era el lapso que se tardaba para conseguir otro anillo, es algo que a simple vista puedes dejar pasar, pero el tiempo era muy específico que resultaba extraño.
Cuando Chris y yo regresamos de Itaris, nos pusimos a investigar. Al principio no sabíamos dónde buscar, o exactamente qué es lo que estábamos buscando, al parecer el libros de los Diez anillos estaba perdido, por lo que si ese libro tenía las respuestas que queríamos y más, no podríamos saberlo.
Fuimos sección por sección, hasta llegar a la sección de poderes, en el Chris encontró un libro, llamado "El gran poder en el tiempo", el libro trataba de cómo los poderes evolucionaban en el transcurso de la vida, como de un poder tan pequeño e inexperimentado se volvía a algo mucho más grande, que tenías que saber manejar para saber controlar y así saber usarlo correctamente.
"Los poderes son como un idioma, tienes que empezar conociéndolo, practicándolo, hasta que logres dominarlo. El idioma tiene sus dialectos y sus modos, que solo un nativo sabe, pasa lo mismo con un poder, tienes que entenderlo, luego personalizarlo para poder saber usarlo a tu manera"
El libro no era tan grande, aunque una parte de él hablaba de los Diez anillos y por suerte nos dio parte a nuestra pregunta.
"Los diez anillos son parte de un poder mucho mayor a lo que son los poderes, juntos forman el gran poder, anhelado por el hombre y fabricado por este mismo para una mayor responsabilidad, los Diez anillos conceden poder a los que los obtengas, además de los poderes que le otorgará por cada anillo, pero no todo es bueno al obtenerlos. Se necesita tener sumo cuidado al adquirirlos, los anillos tienen mucho poder que ocasionan un deseo impulsivo al encontrarlo, si se obtienen los Diez anillos en una sola oportunidad, podría haber efectos a lo largo del tiempo, tales como, la locura, la soberbia, el narcisismo, la locura y en casos extremos causar la muerte"
"Se debe saber cómo utilizar los anillos, al tenerlos juntos, forman un poder muy fuerte en la persona. Si se llegan a utilizar por primera vez al mismo tiempo. Se recomienda dejar pasar un lapso de tiempo entre el uso de cada anillo, al no ser así, las consecuencias podrían ser más grandes de las que se imaginan. Si los Diez anillos no se usan correctamente, la persona podría llegar a perder sus poderes a causa de los anillos"
Había estado dejando pasar dos semanas entre cada anillo, para no volverse loco, para que los anillos no lo tentarán a usarlo, no podía conseguir los anillos al mismo tiempo porque al hacerlo le traería consecuencias, tenía que haber investigado muy bien para saber todo esto, para que las consecuencias no le afectaran.
Desde hace rato me había dado cuenta que no era nada tonto, al contrario era astuto y no me sorprendería saber que nos había investigado este mucho antes, porque parecía que nos conocía muy a fondo, además de que a cada pisada que dábamos el ya había pasado por ahí.
Por la mañana había despertado por segunda vez en mi recámara, supuse que Chris o James me habían traído, aunque odiaba la idea de que lo hicieran, por parte era mi culpa por dormirme en todos lados, pero había estado muy cansada, además de que Chris me ofreció dormirme mientras él buscaba y luego sería mi turno pero nunca me despertó.
Baje y Lady Emma me esperaba con más clases, tenía que aprenderme todos los protocolos que había en el palacio, las reglas y las normas que estaban establecidas, que podía hacer y que no, que era propio de una reina y que no. El tiempo se me pasó muy lento, pero cuando las clases terminaron, me fui en busca de James y Chris, los había buscado en el jardín, en el comedor, en el salón principal, en la biblioteca, y mi última opción fue ir a la habitación de James, toque pero nadie respondió, y no era una opción preguntarle a los guardias de los acostados de las puertas porque una vez había cometido ese error y había quedado como ridícula porque me habían ignorado, no entendía como podía estar tanto tiempo parados sin hacer ningún gesto o articular alguna palabra.
Volví a bajar, y se me ocurrió ir a los establos, no había visto hace rato a Hades y a Gaia, y a lo mejor encontraba a James, seguía siendo temprano por lo que talvez estaba entrenando, aunque no estaba tan convencida de eso, tenía otros pendientes más importantes.
Me dirigí a las caballerizas, saludé a Hades cuando lo vi, lo estaban bañando, luego me dirigí con Gaia, estaba tan hermosa como la recordaba.
—¿Quieres ir a dar un paseo? —le pregunté.
La preparé y luego con mucho esfuerzo pude montarla, la dirigí hacia la salida del palacio, tenía miedo de que alguien me detuviera, me había topado con ciertos soldados, pero ninguno me paró, me imaginé que James hablaba en serio cuando dijo que podía cabalgar cuando quisiera. Tomé las riendas y la dirigí a las praderas.
Poco a poco la velocidad de Gaia fue aumentando, hasta el punto donde su cola formaba gotas de agua, el viento me rodeaba y la tranquilidad que hace mucho no tenía me abrazó como un viejo amigo. Las montañas se alzaban al fondo, los bosques se veían a lo lejos, llegamos al final de una colina y la detuve, me bajé y la acaricié, ella aceptó mi contacto y luego se distrajo con el pasto.
Mire mi alrededor, estaba sola, completamente sola, todo era silencio, aunque el aire tenía su melodía, mi alrededor eran kilómetros de pura vegetación, cerré los ojos y la falda de mi vestido se enredó en mis piernas cuando el viento me acarició.
Era momento de dejar de tener miedo, no había querido usar mis poderes en los entrenamientos porque una parte de mi sabía que podría hacerle daño a alguien que estuviera cerca, además de que me arriesgaba a que alguien me viera estando en el castillo. Me retiré la pulsera y la guarde en la bolsa de mi vestido. Cerré los ojos y comencé a contar, sabía que tenía que intentarlo, en algún momento lo haría y este era. Tenía que dejar de sobre pensar todo, dejar que mi poder fluyera sin necesidad de contraerlo. Abrí todos mis sentidos y cuando volví a abrir mis ojos, todo se vio con más claridad.
Mi poder se extendió alrededor de mis brazos, girando a través de ellos, primero jugueteé con mi poder, hice una bola de morada y luego la arrojé a una roca, la roca dio vueltas. Volví a contar hasta diez y ahora puse mi atención en un tronco caído, lo tomé y cerré los ojos por el esfuerzo que mi mente estaba soportando, lo tomé y lo arrojé. Volví a cerrarlos.
No tengas miedo.
Puedo hacerlo, puedo...
Vuela, Alice. Alzate...
Pero no funciono, lo intente una y otra vez pero no pasó nada. Chris me había dicho que tenía que activar algo en mi para que eso pasara pero no sabía que era eso que tenía que activar, dijo que solo yo sabría, pero eso no me ayudaba de mucho. Me recosté en el pasto, derrotada, Gaia vino a mi lado y me animo dándome golpecitos con su trompa.
—Bien, bien —dije mientras me volvía a parar—, lo volveré a intentar.
Inhale y luego exhale, una y otra vez, volví a cerrar mis ojos y solo me imaginé arriba, alto, muy alto, solo donde las aves podían llegar. Y cuando los abri, mi poder me sostenía, a unos cuantos metros, mi cuerpo se desestabilizó y por un momento tuve pánico, volví a concentrarme.
Uno, dos, tres... Seis, siete... Diez.
Volví abrir mis ojos y mi poder esta vez me hizo caso, quise dirigirme a un punto específico en el cielo y al principio no sabía cómo ordenar a mis sentidos pero la clave era mi instinto, era confiar en lo que mi poder era y cuando por fin dejé de temer, fue cuando el viento fluyó conmigo. Me alce muy alto como el sol se alzaba por las mañanas, vi en rima de las nubes y ese mundo era desconocido para mi, tal vez nunca tenía sueños, pero este podría ser uno.
Cuando bajé, noté como mi aliento estaba acelerado y...
Alguien estaba viéndome, era una figura a lo lejos, por los bosques, me tambalee y caí, caí, caí...
Mi cuerpo golpeó contra el suelo, haciendo un pozo en el lodo, mi cabeza daba vueltas y mi cuerpo dolía, abrí los ojos y todo me resultaba extraño. Traté de pararme, el mundo temblaba bajo mis pies, pero me resbalé con la consistencia del lodo, respiré profundo y me tranquilicé. Me paré con más cuidado, mis codos sangraban y me toque el rostro cuando sentí como una rajada me ardía en el cachete. Traté de localizar a Gaia, pero estaba lejos de donde había caído, luego traté de ver el bosque, estaba a unos pocos kilómetros de donde había caído, pero no podía ver nada, no veía a nadie, a excepción de arboles y skidels brincando de un árbol a otro.
No había podido visualizar con detalle la sombra que me veía con atención, pero estaba segura de que no había sido parte de mi imaginación, por un momento pensé en revisar, pero cuando traté de ultimar mi poder, no cedió, como si se tratase de un bloqueo, a veces me pasaba pero la última vez había sido hace tiempo.
Tenía que relajarme para que volviera, pero sabía que volvería en un par de horas o al menos una hora. Así que era ir sola con las navajas que Chris me había dado o irme en dirección contraria a buscar a Gaia.
Volteé a un lado para otro, no tenía que perder tiempo, si alguien más se enteraba de mi poder, estaba frita. Así que no lo pensé dos veces, me dirigí al bosque, a seguía siendo de día por lo que la oscuridad no apareciera en el, una de mis piernas cojeaba, me dolía al dar un paso firme y mis brazos y rostro me ardían, mis manos estaban llenas de rasguños y heridas, todo mis vestido estaba lleno de lodo al igual que mis extremidades.
Tomé mis navajas, quien fuera que me había visto, sabía que tenía poderes, así que tenía una ventaja, porque no sabría que se había bloqueado. Cuando entre al bosque camine con más cautela, una rama se quebró detrás de mí, di un pequeño brinquito pero solo era un skidel.
Tranquilízate Alice.
Al parecer cada vez que me adentraba más al bosque , la luz se extinguió más, y había más espacio para la oscuridad, cuánto deseaba que mis ojos estuvieran morados para poder...
Alguien me tocó la espalda, di un giro y arrojé la navaja, encajándose con un árbol, no estaba nadie, pero había jurado que alguien me había... de nuevo y esta vez una sombra desapareció detrás mío.
—¿Quién eres? —grite—. Ya te he visto. No tiene caso que te escondas.
Y como si el viento tuviera forma, el aire le dio forma a un espectro, era visible, tenía forma de un hombre, aunque parecía que si lo tocaras, tú mano no sentiría nada. Mis ojos no creían lo que estaban viendo.
— ¿Quién eres? —volví a preguntar.
—Eres muy insistente —dijo su voz era áspera y llena de eco—. Me gusta.
—Dime quien eres o...
—¿O que? Me arrojaras esa navaja —encaró las cejas con tono burlón—, princesa, esa navaja no me hará daño, soy un espectro. Significa que no tengo forma fi...
—Sé lo que eres —escupí.
—Bien, ya me estaba preocupando —sonrió con una sonrisa filosa, aunque creía que trataba de verse amigable.
—Solo que pensé que... los fantasmas no...
—Eso ni hablar, somos tan reales, pero no todos pueden vernos.
—¿A qué te refieres? —pregunté.
¿Qué oportunidad tenía yo que los demás no?
Me analizo de arriba a abajo como si apenas se percatara de cómo veía, de mis heridas y como el lodo estaba comenzando a secarse.
—Tienes un aspecto fatal —dijo.
—Gracias por darte cuenta —asentí con recelo—¿Porqué me estabas viendo?
—¿Por qué no? —se encogió de hombros—. Me aburro mucho por aquí.
Señaló a todo el bosque.
—¿Vives aquí? —fruncí el ceño.
—Ey, no lo digas así, suena como si fuera un lugar feo —dijo—. Pero, si. No tengo mucho a donde ir ¿Nunca has escuchado de mi?
Tarde un momento en contestar pero luego negué, tal vez mi mente estaba jugando conmigo por el golpe que me había dado.
—Que extraño, debo suponer que eres afortunada —dijo y no entendí a que se refería—. Bueno deja me presento, puedes llamarme Clarence, soy un espectro aunque a las personas les encanta insultarnos con el apodo de fantasma. Soy Aries por si eso se te hace importante —fruncí mi boca—, bien solo juego, pero di gracias de que no sea Géminis, y... bueno ¿Qué me falta? —se llevó una mano a la cabeza—. Ah, claro. Soy único en mi especie.
—Pero acabas de decir que los espectros si...
—Si pero no me refiero a eso, se me hace extraño que jamás hayas escuchado de nosotros —volvió hablar en plural—. Te explico —desapareció y ahora solo escuchaba su voz con un eco y luego como un susurro en mi oído—. Somos cinco espectros, distribuidos por los cinco mundos. Deseos, venganza, aliento, sabiduría y secretos.
—¿Y tú eres...?
—¿No es obvio? —negué—. Soy secretos, aunque dime Clarence no me gusta cuando los demás se refieren a mi por secretos, no suena a un nombre.
—Sigo sin tenerlo claro ¿Porque sus nombres? ¿Concedes secretos?
—Así es. Mis hermanos y yo, hacemos tratos con los que más necesitan de nosotros a cambio de lo que damos, en mi caso doy secretos ¿Te gustaría uno? —Alzó sus cejas de arriba a abajo.
—¿De qué van sus tratos? —pregunté.
Me imaginaba que el dinero no les funcionaría así que eso no era una opción.
—En mi caso de otro secreto que quieras darme —dijo— ¿Quieres intentarlo?
No sabía con qué o con quien estaba tratando, era cierto que necesitaba muchas respuestas pero...
—Vamos, sé que necesitas algo de mí —insistió.
Era cierto que James estaba muy estresado por saber donde se encontraban, aunque también podría preguntarle quién era el tal "oscuridad", o cómo es que sabía tanto de nosotros, no sabía cuántas oportunidades tenía para pedirle secretos pero no creo que fuera tan fácil conseguir más. Así que si iba a preguntar algo tenía que saber bien qué sería.
—¿Como se que no harás nada con lo que te diga?
—¿Hablas en serio? —se cruzó de brazos—. Sigo sin creer que no te hayan hablado de mí, cuando regreses busca la historia de los cinco espectros, por favor.
—¿Cuántas veces puedo pedir por un secreto? —preguntó.
—Por hoy, tengo ganas de dos secretos tuyos —dijo—. Tal vez algún otro día, tendré ganas de otros más, por hoy solo serán dos ¿Aceptas?
No perdía nada, además era verdad el que podría hacer con mis secretos.
Asentí.
—Dime tu mayor miedo —dijo—. Y por favor no trates de mentir que lo sabré si lo haces —añadió.
—La oscuridad —no lo pensé dos veces.
Por un momento se me quedó viendo, como si intentar averiguar si se trataba de una mentira o una verdad. Luego desapareció y apareció detrás mío.
—Ahora dime tu mayor deseo —susurró luego desaparecer y volver a donde estaba frente a mi.
Esta era un poco más difícil, porque aunque podría tener muchos deseos, uno que deseara tanto era...
—Que Ewel sea libre —dije.
—Incorrecto —escupió—. Intenta de nuevo.
Era verdad quería que Ewel fuera libre, pero al parecer no tenía tanto deseo...
—Vamos, no tengo todo el tiempo de este mundo —me pareció que guiño.
Tenía una respuesta, pero nunca la había visto como un deseo.
—Acabar con el.
—Bien ¿Qué te gustaría saber? —sonrió—. Piensa bien cómo formulas tus preguntas o peticiones.
Me imaginaba que era uno de esos contratados que tenías que leer las letras negritas que estaban al costado de la hoja, pequeñas y casi invisibles ante nuestros ojos. Tenía que saber como formular la pregunta, hacerla específica porque referirme a algo general podría haber variedad de respuestas.
—¿Dónde se encuentran los rehenes que estamos buscando el príncipe James y yo? —pregunté.
—Creo que tú ya has adivinado parte de eso, pero se encuentran en los túneles al sur de Itaris, en el fondo de la tierra —respondió.
—Pero ¿exactamente donde? —volví a preguntar.
—Se llaman "Tunnels de terre". Con eso te bastará —dijo— ¿Qué más quieres saber?
Podría haberle hecho otra pregunta que estuviéramos buscando, algo más que nos gustaría saber pero fui tan egoísta que pregunté por algo que yo quería saber.
—¿Cómo es que el príncipe y yo tenemos un lazo? —pregunté.
—Porque el destino los ha unido —respondió.
—Esa no es una respuesta.
—Lo es, ustedes han estado destinados desde su vida pasada, en esta y la otra —dijo—. Pensé que ya te habías dado cuenta.
—¿El que?
—De que ya se conocían —desapareció otra vez.
—¿De qué hablas? —quise saber.
Pero esta vez no volvió a aparecer, volví a gritar y volví a insistir pero el viento se lo había llevado.
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El Ensamble (Cada Diez Años)
FantasyEn un sistema estelar lejano existen cinco mundos diferentes con distintas clases sociales: la Tierra (realeza), Itaris (alta nobleza), Hanat (pequeña nobleza), Neogin (pueblo) y Ewel (los excluidos). Ahí es de donde viene Alice, de un mundo sin opi...