Prólogo

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Se dice que existe un plano astral en el que las almas caminan sin cesar, como un castigo eterno, un vacío en medio de la nada, donde todo es oscuro y como en laberintos caminan sin parar pensando en todo lo que han hecho.

Siendo este una especie de limbo para que las almas puras que fueron corrompidas vagaran sin cesar, por los siglos analizando sus pecados. Así como, si esperasen un juicio divino, por parte de un ser supremo que decidiese si su alma era digna de pasar al reino de los cielos, o debía ser castigada enviándola al infierno.

Y de hecho, así lo era.





Pero, ¿Qué pasaría si el mismo creador celestial no considerara correcto enviar a ciertas almas al infierno? ¿Qué ocurre cuándo un alma comete un error por un motivo?

Siendo un caso especifico para cada alma perdida en ese limbo, como creador, debía interceder y decidir algún tipo de castigo igualitario según el pecado cometido.

Ya que si un alma en verdad era pura, y sus actos no habían sido por maldad, sino por un momento de debilidad.

¿No merecía esta una posibilidad de apelar a su perdón?

Para aquel ser supremo, era así.

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