Capítulo 37

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El resplandor del atardecer iluminaba tenuemente la calle, delineando apenas el cúmulo de nubes grises que se cernían sobre la zona, dispuestas a descargar más lluvia. El frío había reemplazado la calidez anterior, llenando la cabaña con su presencia. Kaveh fue el primero en romper el silencio perpetuo.

— Están tardando demasiado...— Rascó su cuello, como si la ansiedad del momento le diera comezón. Se sentía un poco incómodo a solas con Tighnari y Collei fuera de la habitación después de la escena que había montado. Sus ojos todavía se veían enrojecidos, pero estaba mucho más tranquilo. Tenía la impresión de que sus emociones se descontrolaban más cuanto más cercano era a Alhacén.

— Es normal, deben ser cautelosos con sus palabras. Ambos tienen algunos detalles que seguramente no querrán que salgan a la luz.— Contestó con naturalidad, como si estuviera acostumbrado a ese tipo de situaciones, aunque lo cierto era que pocas veces había podido apreciar los dilemas del trabajo de Cyno desde cerca. Ahora no tenía más opción que hacerlo porque debía cuidar de Alhacén.
Por el momento, le hacía un chequeo al cachorro que los visitaba para que el tiempo no fluyera tan lento y Kaveh pudiera sentirse menos tenso. Si no se acostumbraba a su presencia tendría problemas con los próximos días.— ¿Cómo se llama?

— Ah, bueno... Aún no tiene un nombre. No estamos seguros de si deberíamos quedarnos con él. Con lo que sucedió, probablemente a Alhacén no le queden ganas de tenerlo en casa.— Se dio cuenta de que nunca había mencionado el nombre de Alhacén frente a ellos ahora que lo pronunciaba y, sin embargo, Cyno parecía familiarizado. Seguramente los habían seguido de cerca por un tiempo, o al menos Alhacén estaba en la línea de investigación por algún asunto serio. En esos momentos ya no sabía bien qué creer, pero estaba seguro de que no era normal pasar tanto tiempo en casa y tener tanto dinero como su novio hacía. Teniendo en cuenta lo mucho que leía e investigaba para saber acerca de todo, era obvio que trataba con información importante y la vendía. Tenía una gran variedad de contactos, después de todo.

— ¿En dónde lo dejarán, entonces? No pueden abandonarlo a su suerte. No creo que tenga edad siquiera para ser puesto en adopción y no come sólidos.— Interrumpió Collei. Después, al notar que había hablado demasiado alto, guardó silencio de nuevo.

— Ah, no lo sé. Tendré que buscar a los dueños. No deben estar muy lejos de donde lo encontramos, así que seguramente lo recibirán de vuelta.— Se encogió de hombros mientras veía a Tighnari, que estaba metido en lo suyo y casi no los miraba a ellos, pero, después de unos minutos, Cyno salió de la habitación con un claro agotamiento y Tighnari le dedicó su entera atención.

— ¿Decidieron cuál será el plan ahora?

— Bueno... Sí.— Respondió Cyno suavemente.— El plan consiste en acercarnos un poco más. Parece que era nuestra presa quien escapó, así que tenemos que atraerla de nuevo, cosa que es complicada teniendo en cuenta que sabe que lo acechamos.— Se detuvo un momento. Miró a Kaveh de arriba a abajo, y luego volvió a Tighnari.— Habrá que darle un motivo de preocupación; algo que le haga saber que no está tan a salvo como seguramente piensa que está.— Su expresión delató sus intenciones, y con suma obviedad se acercó al rubio.— Y ese motivo eres tú.—  Se cruzó de brazos, buscando las palabras adecuadas para convencerlo, pero decidió que la mejor estrategia era ser honesto.— Aunque Alhacén sigue en desacuerdo. No quiere ponerte en riesgo, y me parece algo muy lógico. Según sus palabras, tú ni siquiera sabes de qué se trata todo esto, aunque yo lo pongo en duda.

— Me hago una idea.— Contestó con un asentimiento, no muy convencido, pero seguro que la situación iba más allá de lo que podría aceptar por el momento y de lo que quería saber.— Pero si yo puedo ayudar a solucionar todo esto, entonces apoyaré con lo que sea necesario.

— ¿A costa de tu vida?— Kaveh enmudeció, igual que todos. Tighnari negó, oponiéndose por completo, pero antes de poder detener esa locura, la determinación de Kaveh salió a la luz.

— Por supuesto. Lo que pueda ser útil, lo haré.



Caía una fina llovizna cuando se encontró en una carretera desconocida e inusualmente fúnebre que conducía a una estación subterránea fuera de servicio. El aire se sentía pesado, como si su ropa se ajustara a su cuerpo a medida que se encaminaba escaleras abajo, pasando en medio de un grupo grande de indigentes. Se imaginó que él habría ido a parar ahí si Alhacén no le hubiera hecho un espacio en casa.

Apretó el paso, ansiando que el viento y las gotas en el rostro pudieran llevarse el miedo y las náuseas que sentía, hasta que el oxígeno dejó de filtrarse adecuadamente en sus pulmones y todo lo que veía eran los ojos que lo penetraban como si quisieran arrancarle cada cosa de valor para intercambiarla por un poco de comida para pasar el día, aunque no llevaba demasiado encima. Se abrió el cuello de la camisa para poder respirar.

Collei se había quedado junto a Alhacén en la cabaña,  mientras que Tighnari y Cyno lo llevaron en auto hacia ese lugar, pero terminaron estacionándose una calle más lejos, ya que corrían el peligro de ser reconocidos y arruinar el plan. No podían acompañarlo. Recordaba la broma que había hecho al respecto: "Si estuviéramos en una película, probablemente llevaría un micrófono y tendría una palabra clave para que ustedes entren en acción." Pero ahora no le parecía tan gracioso. De verdad quería una palabra clave que le brindara seguridad.

Prontro se encontró al fondo de la estación, que estaba oscuro y casi vacío, a excepción de él y de la persona que había seguido sus pasos. Al dar media vuelta, lo reconoció de inmediato por su color de cabello, pero esta vez no llevaba la misma máscara que en su primer encuentro. No había tenido tiempo de limpiarla.

— No me interesa quién te dijo en dónde encontrarme, me interesa quién te recomendó buscarme.— Una sonrisa frívola se extendió por sus labios, como quien sabe que tiene el control y además se divierte.— Tu noviecito sabe mi ubicación, pero él nunca habría accedido a dejarte venir. Es más cauteloso que eso. Deduzco, pues, que han hecho buenas migas con el policía.— Kaveh guardó silencio, sin saber cómo responder. Había aprendido a no mostrar todas sus cartas en la primera jugada, pero no podía esconder lo que salía a la luz por su cuenta.— ¿Qué necesitan tus queridos amigos de mí? Además de meterme entre rejas, claro está.

— Vine por mi cuenta, porque tengo dudas.— Contestó sin titubear, sorprendiéndose de su propia seguridad.

— La gente normal no viene aquí a resolver sus dudas. No sin un chaleco antibalas. ¿Llevas uno?— Sus dientes se asomaron en una sonrisa altanera. Kaveh sintió que sus piernas se debilitaban cuando la mano derecha del sujeto se deslizó hacia el bolsillo trasero de su pantalón, y un pensamiento cruzó por su cabeza: ese demente lo mataría ahí mismo. Pero entonces, la amenaza cambió, y lo que sujetó en su mano fue un cuchillo de caza, de unos quince centímetros y perfectamente afilado, con un mango con empuñadura.— Aunque el chaleco está de más. Si lo tienes puesto, lamento decirte que no servirá de mucho.

— Incluso si ruego que no lo hagas terminarás haciéndolo. Sé cómo funciona.— Se pasó una mano por el cabello para remediar su nerviosismo, manteniendo con esfuerzo su postura confiada.— Pero no existe esa opción. Ninguno de ambos hará algo de eso.

— ¿Ah, no?— Dio un paso al frente, reduciendo la distancia. Casi podía escuchar los latidos acelerados de Kaveh y ver la adrenalina recorriendo su cuerpo.— ¿Qué me impide destriparte o arrancarte el corazón en este momento?— Meneó el cuchillo con burla, haciéndolo reflejar la poca luz, y cuando llegó frente a Kaveh, apuntó el filo hacia la boca de su estómago.

— Dinero.— Contestó en un titubeo, desviándose del plan, carcomido por el miedo. Estando en su territorio, sabía que no se limitaría a la palabrería.

— Dinero... Sí, buena oferta.— Se lamió los labios, paseándose alrededor suyo, y cuando estuvo detrás, recargó su cuerpo contra él y apoyó el cuchillo en su vientre. Una zona blanda, fácil de atravesar, completamente expuesta.— Pero tengo otras formas de conseguir dinero. Podría secuestrarte y pedir una buena recompensa a cambio. Como acto bondadoso, sí que te devolvería. No con vida, claro. Quizás por partes; tal vez vacío. Lo bueno de esos tratos es que nunca se especifica.— Kaveh sintió un repentino ardor en el abdomen, donde el cuchillo había rasgado la ropa, y apretó los ojos con fuerza, sin salida. Se arrepintió de no haberse despedido adecuadamente de Alhacén.

Compañero Difícil | Kaveh & AlhacénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora