Capítulo 28

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Pese a que Alhacén seguía reticente a la decisión de tener una mascota, la presencia del cachorro y el amor que emanaba de Kaveh hacia él había abierto una nueva perspectiva en su mente. No se hacía precisamente a la idea de conservarlo, aunque por supuesto no podría deshacerse de él si su novio parecía tan feliz. Kaveh incluso se había aferrado a la queja sobre la falta de higiene para ponerse a diseñar una casa en miniatura.

— ¿Ocupará mucho espacio?— Dijo, sin sentirse convencido en absoluto.

— Lo suficiente para que esté cómodo.

— Creo que estará cómodo con comida, agua y una manta, la mansión no es necesaria.

— Tienes un patio grande al que a duras penas le pusiste flores. Es triste desaprovechar tanto espacio.

— Yo no las puse. Son silvestres.

— Pues no las quitaste tampoco.

Volvieron a quedarse en silencio, mientras Kaveh trazaba líneas firmes. Alhacén se había sentado frente a él y observaba fijamente cada movimiento del lápiz sobre el papel, dejando que el tiempo se desvaneciera sin darle un mejor uso. Le impresionaba lo veloz que era, sin que se le escapara un solo detalle ni por casualidad.

— ¿Y nuestra cita?— Preguntó por fin tras un intervalo considerable, golpeando despacio la mesa con su dedo índice, de forma rítmica.

— ¿Qué cita?— Respondió Kaveh sin mucho interés, sumergido en sus asuntos.

— Tenemos reservaciones para esta noche.— Kaveh levantó la mirada un momento hacia él, frunciendo los labios. Alhacén suspiró con algo de molestia.— Ya entendí. Voy a cancelarlas. Si espero más tiempo me cobrarán igualmente, aunque no vayamos.

— Lo siento. No podemos dejarlo solo en casa, sería desconsiderado y peligroso...— Alhacén, que había sacado el celular de su bolsillo, comenzó a escribir un mensaje de texto, pasando por alto sus palabras, y prácticamente ignorándolo. Kaveh se sintió irritado.— No te enfades. No es que no quiera ir, es que no podemos abandonarlo a su suerte por mucho tiempo.

— Está bien. No estoy enfadado.— Mintió, y luego se autoconvenció de ello, aunque lo cierto era que no podía evitar pensar en que estaba siendo delegado por un animal.— Era parte de mi plan para conquistarte, pero ahora que somos novios ya no es tan necesario, ¿no es cierto?

— Que seamos pareja no quiere decir que tengas que dejar de esforzarte. No funciona así.— Le dio una palmadita en la cabeza y luego volvió a dibujar y medir.

— ¿Entonces tengo que seguir haciendo estas cosas hasta que nos casemos?— Su descaro provocó que Kaveh volviera a detenerse. Recién habían formalizado su relación y él ya estaba pensando en el siguiente paso.

— No vamos a casarnos. Son muchos gastos y preparativos. Para empezar, no tenemos a quién invitar. Somos la pareja más solitaria que ha existido.— Alhacén no puso en duda su lógica. Ya lo había pensado de ese modo.

— Me da igual. Seguiré actuando como si fuesemos a casarnos.— Arrancó una sonrisa de los labios de Kaveh y se dio por satisfecho; luego, una alarma saltó en la pantalla del celular que todavía tenía en la mano y la descartó inmediatamente sin dejarla sonar mientras se levantaba.— Casi lo olvidaba. Tengo que salir, pero volveré temprano.— Se despidió plantando un beso fugaz y repentino en su frente y acomodó su respectiva silla en la mesa. Kaveh lo observó dubitativo, pero no preguntó nada sino hasta que lo vio tomar una especie de maleta deportiva.

— ¿A dónde vas con eso?— Señaló con la punta del lápiz, con la duda plasmada en el rostro.

— A la biblioteca, a devolver algunos libros.

Compañero Difícil | Kaveh & AlhacénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora