Capítulo 23

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— ¿Él te dijo eso?— Se acomodó el cabello rizado sobre los hombros mientras reía, a pesar de que se esforzaba por no hacerlo. Alhacén parecía serio, incluso más de lo que recordaba desde la facultad.

— No es motivo de gracia.— Frunció el ceño, acomodándose con la espalda contra la pared. Estaban sentados uno frente al otro en la cama de su habitación.

— Es que es simplemente increíble. Es la primera vez que te gusta alguien y te rechaza de esa forma tan poco sutil sin siquiera dejarte intentarlo. ¿Qué fue lo que hiciste para que actúe así? Yo recuerdo a un Alhacén lleno de pretendientes.— Se detuvo un momento para reflexionar, negando despacio como si así desaparecieran sus palabras anteriores.— La verdad, yo recuerdo un Alhacén heterosexual, así que ya no es una imagen fiable. ¿Qué fue lo que pasó?

— Te estás entrometiendo demasiado. No te llamé para eso.

— Peor aún, me llamaste para tener una coartada. Si no vamos a tener sexo, ¿por qué lo hiciste creer que sí? Se veía muy decepcionado cuando me lo encontré en la puerta.

— Él sugirió esto, yo solo fingí que era un buen plan.

— Claro, porque tu orgullo le ganó a tu racionalidad. ¿Me equivoco?

Alhacén guardó silencio. Era extraño tener una conversación de ese tipo con cualquier persona, pero esa mujer era lo más cercano a una amiga que tenía.
Años atrás, ella le había confesado sus sentimientos, aunque Alhacén no le correspondió y todo terminó en una simple amistad. Conforme pasó el tiempo la comunicación se mantuvo a pesar de los diferentes rumbos que habían tomado. Ella era jefa en edición de una gran empresa de libros, de modo que a veces él la contactaba para conseguir algunas copias gratis. Eso abarcaba la mayor parte de sus conversaciones, y aún así la relación no se había deteriorado. No había una mejor candidata para lo que estaba haciendo.

— Sí. Te equivocas.— Pensó un poco más en su respuesta. No estaba tan lejos de la verdad como le gustaría.— Da igual. Vete a casa ahora. Él está afuera, lloverá pronto y tiene que volver, pero no dejaré que lo haga si sigues aquí.

— ¿Temes que le hable de tus sentimientos? Seguro que ya los notó. Parece inteligente.

— No, no ha notado nada porque no siento nada por él. Lo besé, pero esa no es ninguna novedad. He besado a muchas personas.

— Sí, pero no me has contado sobre ninguna de esas personas.— Sonrió suavemente mientras se levantaba y acomodaba su vestido.— No habrías hecho nada de esto si no tuvieras sentimientos encontrados. Entiendo que hirió tu orgullo, pero también hirió algo más, ¿verdad?— Alhacén no volvió a hablar. Había tomado esa postura de silencio total que ella ya conocía. Se acercó a él, tomándolo por los hombros para hacerlo reaccionar.— El primer paso para conseguir el progreso es aceptar que lo quieres. Si no sintieras nada por él, no habrías comprado esa estúpida guía juvenil que dejaste en la estantería.

— Guarda silencio.— El calor invadió su rostro con discreción. Él era cuidadoso, pero ella era observadora, y por supuesto que reconocería un título absurdo entre tantos otros con los que estaba familiarizada.

Después de haberlo molestado lo suficiente al respecto, por fin recogió su bolso de mano que era poco más que un accesorio sin utilidad y Alhacén la acompañó a la salida. Se tomó otros veinte minutos antes de llamar a Kaveh, y él le contestó de inmediato.

— ¿Terminaste o me llamas para que busque en dónde pasar la noche?

— Vuelve a casa. La temperatura está bajando, te enfermarás.

— ¿Hasta ahora te preocupas por eso? ¡Oye!— Nuevamente, Alhacén no sostuvo una conversación con él y colgó. Sus palabras eran diferentes, pero aún así se sentía como si todo hubiese vuelto a comenzar, con la única diferencia de que ya no eran tan distantes el uno del otro.

Apretó el paso para llegar rápido. Tan pronto como abrió la puerta se encontró con Alhacén, que se dirigía hacia la cocina. Lo escaneo rápidamente con la mirada y luego lo evadió con molestia. A Alhacén le pareció un comportamiento incomprensible. Era como si, durante su ausencia, hubiese acumulado el enojo, a pesar de que al principio no parecía molestarle.

Se acercó al comedor pero solo para tomar la botella que no se habían terminado, luego subió las escaleras y volvió a bajarlas inmediatamente. No era buena idea ir a la habitación de Alhacén, lo sabía por experiencias anteriores. No quería volver a encontrarse con cosas desagradables. Simplemente se quedaría en la sala.

Miró su celular mientras bebía despacio.
Alhacén podía vigilarlo desde la cocina, pero no sabía de qué forma intervenir, así que solo se metió en sus asuntos hasta que creyó estar listo para afrontarlo.

— Kaveh, ven aquí un momento.— Lo llamó despacio, sin conseguir que siquiera lo mirara. Volvió a hacerlo, pero fue en vano. Tuvo que salir y acercarse a la sala para quitarle la botella de las manos y captar su atención.— La celebración terminó, comamos. Esta vez me esforcé.

— Devuélvela, comeré en cuanto tenga hambre.— Le dio pereza intentar alcanzarla, así que se limitó a dedicarle una mirada inexpresiva.

— En la mañana te quejaste de mi poca dedicación y ahora ni siquiera te interesa.— Suspiró y le entregó la botella. No sé alejó de él; en cambio, se sentó a su lado en el sofá. Kaveh se encogió en su sitio, reduciéndose a un asiento mientras se abrazaba las piernas.— Creí que ahora estábamos mejor, ¿entonces por qué parece que sigues enfadado conmigo?

— Porque lo estoy, Alhacén. No haces más que darme señales confusas.— Su tono de voz era vago y en su expresión se plasmó la desilusión.— Primero me besas y después te acuestas con alguien más, ¿qué clase de juego es este?

— Tú me lo propusiste, no veo por qué ahora te molesta.— Echó su cabeza hacia atrás y se pasó la mano por el cabello grisáceo. Lo desordenó, pero volvió a su sitio en cuanto regresó a la posición inicial.— Dijiste claramente que no buscarías nada con alguien como yo, ¿entonces cuál es el límite que tengo que respetar?

— No hay ningún límite. No esperaba exclusividad de todas formas, pero no por eso me siento mejor de ser reemplazado.— Pasó un trago largo de alcohol mientras pensaba en sus palabras. No tenía razones reales para discutir con Alhacén, pero algo dentro suyo se sentía muy mal de solo imaginarse que lo pasado no era tan importante para Alhacén como lo fue para él.

— ¿Quieres exclusividad? Te daré exclusividad.— Por un momento Kaveh lo miró, aunque se resistió a seguir haciéndolo. Esperó impacientemente una respuesta que no llegó. Comenzaba a sentirse frustrado.—¿Por qué no dices nada? Estoy dándote soluciones, ¿qué más necesitas?

— Necesito que me digas por qué haces todo esto. No sé en qué momento ni por qué comenzaste a comportarte así, pero tienes que detenerte.— Podía sentir el nudo formándose en su garganta, acechándolo.— No buscas nada serio, y yo no quiero tener nada que ver contigo si es así. No me gustas, Alhacén, ¿pero cómo detendré mis sentimientos si comienzas a hacerlo?

— ¿Por qué quieres detenerlos? ¿Qué es tan malo en mí para que no valga la pena?— Sus labios formaron una línea y se alejó. Tal vez la chica tenía razón y debía admitir sus propios sentimientos para progresar, pero no se sentía seguro de qué era aquello que lo emocionaba cuando estaba con Kaveh, de la razón por la que quería besarlo cada que lo veía hacer cualquier cosa, ni de por qué motivo sentía esa necesidad de protegerlo a toda costa. Sabía tantas cosas, excepto el nombre de aquél sentimiento intruso.— De ningún modo terminaría con alguien más lo que empecé contigo. No me acosté con ella, Kaveh.

Compañero Difícil | Kaveh & AlhacénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora