Sujetó sus piernas despacio, Kaveh se escondió en su cuello cuando el contacto fue subiendo por sus muslos, dándose cuenta del hipnotizante perfume que Alhacén usaba. Las manos hábiles del mismo lo despojaron de su pantalón y volvieron a presionar sus piernas, sumergiéndose en su piel cremosa. Después, estrujaron la suave carne de sus caderas y subieron hacia su pequeña cintura, que acariciaron muy despacio, causándole escalofríos. No se detuvo sino hasta que por fin retiró su camiseta, y él mismo se encargó de su propio calzado y de desabotonar sin ninguna calma aquél abrigo negro, que al abrir expuso el cuerpo fuerte y definido de Alhacén. Con esa camisa ajustada poco dejaba a la imaginación.
La prenda bajó por sus brazos y terminó en el sofá, de donde la desalojaron casi instantáneamente, después Alhacén se quitó la camisa y Kaveh mordisqueó su propio labio inferior ante semejante escena. Tenía unos brazos grandes y fuertes y un torso perfecto que se permitió toquetear a su antojo. Sus manos acariciaron su pecho despacio, después bajaron por el abdomen con algo de timidez y volvieron a subir hacia el punto de partida. Se dio cuenta de que Alhacén estaba impaciente por comenzar porque detuvo sus manos, capturó sus muñecas y lo observó con inconformidad, solo para posteriormente retomar el control de su aventura.
Demoró tan solo dos segundos en sacar del bolsillo de su pantalón un condón bien sellado. Solo en ese momento Kaveh pensó en lo preparado que estaba y en por qué.
Todo el tiempo Alhacén estaba llevando a chicas a su habitación, añadiéndolas a su lista, y esa noche no iba a ser la excepción. Kaveh se insistió a sí mismo en que no quería ser simplemente un nombre más en ella y que debía frenarlo todo antes de que pasara a mayores.Casi como adivinando su pensamiento, que más bien dedujo por su expresión repentinamente afligida, Alhacén habló.
— Solo por si te lo preguntas...— Pronunció despacio, acomodando cada palabra al interior de su boca con suma cautela, en caso de arrepentirse después.— He tenido todo tipo de experiencias.— Para Kaveh, eso no remediaba demasiado sus dudas. Lo que vino a continuación sí.— Pero jamás con hombres.
Como si quisiera restar importancia a sus palabras, se deshizo de cada una de sus prendas hasta que solo quedaba su ropa interior, situando al chico sobre su gran erección, haciéndolo anticiparse a lo que vendría a continuación, sin saber que él se movería lentamente sobre ella y solo lograría calentarlo más. Lo había convencido con tan poco.
Kaveh tomó el condón en su mano para llevarlo a su propia boca. Lo sujetó con cuidado entre sus dientes y levantó su cadera, aprovechando en espacio entre sus cuerpos para quitarle la ropa interior y también deshacerse de la suya. Ahora, completamente desnudos, la necesidad era casi palpable.
Rompió el envoltorio plástico y enfundó en el látex el miembro duro de Alhacén, que por un momento le pareció demasiado grande entre sus dedos. El simple roce hizo que Alhacén suspirara y perdiera los estribos.
Con Kaveh nuevamente sobre sus piernas, tomó a ambos y comenzó a tocarlos juntos, sorprendido ante lo sensible que se sintió por tan poco y lo placentero que le estaba resultando. No lo suficiente, por supuesto, y de inmediato sus dedos lubricados buscaron acceso en él. Primero entró uno. Muy despacio, también experto.
Kaveh se retorció entre sus brazos con las sensaciones a flor de piel. Entró el segundo. La nariz de Alhacén rozó su pecho cuando se acercó a besar, lamer y morder. Chupaba por aquí y por allá y de vez en cuando abandonaba una marca sutil sobre sus clavículas y también en su cuello, hasta que estuvo listo para él. Ninguno pensaba demasiado en las consecuencias violáceas que permanecerían durante los próximos días. Tampoco les importaba.
A continuación se recostó en el sofá, todavía con el peso ligero encima suyo, y abrió las piernas de Kaveh para obtener las preciosas vistas que tanto ansiaba en esos momentos y que le parecieron tan candentes. Aunque el chico pareció avergonzado ante tal exhibición, eso no lo hizo reprimir sus propios deseos. Por el contrario, mientras se sujetaba al respaldo del sofá, su mano libre fue a su propia entrepierna y comenzó a tocarse descaradamente solo para darse cuenta del efecto que eso producía en el contrario. Viéndolo de esa forma, tan susceptible, gimió despacio antes de tocarlo a él con algo de torpeza, pero logrando disolver su autocontrol y decencia.
Alhacén volvió a juntarlo contra su pecho, saboreando sus labios indiscriminadamente apenas la distancia se redujo. Ya no tenía que preguntarse cuán tersos se sentirían sobre su propia boca, pues ahora podía crear una deliciosa fricción que era capaz de prolongar indefinidamente. El cabello rubio de Kaveh le causó un cosquilleo en los bordes del rostro.
Una de sus manos se amoldó a sus glúteos y los separó. Exploró hasta encontrar su entrada, que estimuló poco tiempo antes de ingresar, sintiendo que el calor húmedo y la elasticidad recibían gustosos la visita, pensando ansioso en lo pronto que podría terminar ahí mismo mientras sus lenguas calientes tenían un encuentro afortunado al interior de la boca de Kaveh.
Sus movimientos no fueron inmediatos, y por supuesto tampoco ingresó por completo. En los primeros segundos se movió despacio y se escaparon suspiros de la boca de ambos. Alhacén acarició su espalda y disfrutó de lo tersa que era la superficie acendrada. Abrazó con firmeza su cuerpo y entonces sí aumentó el ritmo, moviéndose debajo suyo rápidamente. Kaveh solo atinó a esconderse en su pecho en un intento de que no se filtrara de sus labios ningún sonido, aunque falló. En sus mejillas escaló el carmín con más potencia que antes y su interior se sentía lleno, con una sensación extraña de disfrute.
Kaveh había probado muchas cosas por cuenta propia, pero era su primera experiencia con alguien más.
Cada centímetro de su piel fue explorado por los largos dedos de Alhacén. Sus piernas, brazos, cadera y cintura fueron tocados de forma tan lasciva que incluso resultó obscena. Sus cuerpos completos se habían perlado en sudor y cada vez que entraba en él Kaveh sentía un cosquilleo en su vientre bajo.
— Más. Más...— Suplicó, y aunque la petición había salido de su propia boca se sorprendió al escucharla. Había algo en la presencia de Alhacén que lo hacía hablar sin pensar, y era algo que no podía reprimir, ni tampoco quería hacerlo.
Cada sensación lo estremecía y como respuesta él soltaba leves gemidos, aunque pronto se convirtieron en sonidos más altos, que se entrelazaban con los jadeos que salían de los propios labios de Alhacén, quien sentía que por fin podía aliviar la dolorosa erección que desde la discusión anterior palpitaba entre sus piernas.
La intensidad en su mirada endulzó el orgasmo de Kaveh cuando este último se irguió en su sitio y tomó las riendas del asunto, personalizando los movimientos rítmicos que tanto disfrutaba y que pronto lo hicieron terminar y ensuciar el vientre de Alhacén. Sintió cómo se ajustaba alrededor de él solo para segundos después, tras deslizarse unas cuantas veces más contra su pelvis, hacerlo llegar también a su final, en medio de un gruñido irreprimible de éxtasis.
Sin duda alguna habían sido esos sus mejores orgasmos.
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Compañero Difícil | Kaveh & Alhacén
أدب الهواةSabía que se estaba metiendo en la boca del lobo al pedirle ayuda a la persona que jamás la brindaría sin una buena recompensa, pero, esta vez, Kaveh necesitaba hacer el sacrificio y conseguir una residencia temporal, sin saber que a partir de enton...