Capítulo 30

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Una combinación de besos y mordidas aterrizó sobre sus labios, desviando su atención de las manos ágiles que le levantaban la camisa. El roce en su vientre lo hizo apretar las piernas, aunque Alhacén de inmediato las volvió a separar y se acomodó en medio. Al levantar la mirada, le sorprendió lo dócil e indefenso en que lucía Kaveh bajo su cuerpo.

Acercó su rostro hasta su cuello, tocando apenas la piel antes de descender. Utilizó su barbilla para hacer a un lado la tela de la camiseta, besando las clavículas pronunciadas. Después, usó sus manos para subir por la espalda hasta la parte trasera de los hombros, alejando su cara unos centímetros para retirarle la prenda.

Sus dedos trazaron un camino en su pecho. Se relamió los labios, dejando una delgada capa de saliva en ellos, y lo privó del resto de su ropa. Se permitió deleitarse con su cuerpo desnudo, sintiendo que nunca podría aburrirse de esa imagen. A su vez, Kaveh disfrutaba de que no le quitara los ojos de encima, incluso si eso estampaba su rostro de vergüenza.

Sin dejar de observarlo, Alhacén se acomodó más abajo en la cama, tomando su cadera entre ambas manos. Apenas sus labios se juntaron con la parte interna de los muslos suaves, Kaveh se aferró al cojín que estaba justo a su lado. Lo presionó contra su rostro, incapaz de articular cualquier palabra o sonido decente. Alhacén se dio cuenta de sus esfuerzos por mantener la boca cerrada y repitió la acción un par de veces más, recorriendo la corta longitud que lo separaba de su entrepierna, sin llegar a ella.

— Vaya... No sé tanto sobre zonas erógenas masculinas, pero parece que esta parte es sensible en ti, ¿me equivoco?— Ya que Kaveh no le ofreció una respuesta, él mismo la buscó, usando su lengua para presionar y moverse. Las piernas se retrajeron y recibió un suspiro a cambio.— Bien. Parece que estoy en lo correcto.— Se dio cuenta de que la excitación comenzaba a florecer en el cuerpo de su novio, de modo que decidió ir más allá, masturbando despacio su intimidad, notando cómo todo eso también lo afectaba a él mismo.

Al inicio, se conformó con las reacciones que su complexión delgada no podía contener, pero después no fue suficiente. El cojín apagaba su voz, y Alhacén quería escucharlo.

No dejó de tocarlo en ningún momento. Su mano subía para después volver a bajar, envolviéndolo por completo. Inició con calma, aunque después se deshizo de su autocontrol y aceleró el ritmo. En ese mismo momento, arrebató la almohada mullida del rostro de Kaveh, capturando su expresión con una mirada intensa y una sonrisa feroz.

— ¿Acaso te diviertes, Alhacén...?— Procuró no mirar hacia abajo, porque entonces esa máscara de valor recién adquirida no le duraría demasiado. Y aún así, pesar de querer evitarlo, no podía evitar mover su cadera en busca de más de aquel estímulo placentero.— ¿Por qué soy el único que está desnudo? Tú también deberías estarlo... Desnúdate.

— ¿Me estás dando una orden?— Antes de darle tiempo de reaccionar, Kaveh lo empujó contra la cama, recostándolo y subiendo sobre él con una habilidad sorprendente. Alhacén se preguntó cuánto tiempo podría mantener su postura dominante.— Ah. Tal vez debería dejar que tú te hagas cargo, entonces.— Se mordió el labio, intentando tocar el cuerpo que lucía tan apetecible en esa posición, pero Kaveh no se lo permitió.

— Manos fuera. Tú lo dijiste, yo tengo el mando.— Besó los bordes de su rostro perfilado, con sus manos escabulléndose en la estorbosa ropa de Alhacén. Quitó primero la camisa y después su cinturón, antes de desabotonar y bajar el pantalón, que no terminó de retirar sino hasta unos momentos más tarde.— Estás... Bastante emocionado con esto.— Pasó despacio una de sus manos sobre el miembro duro de Alhacén y lo acarició sobre la tela de la ropa interior, encontrando divertido lo rápido que podía lograr algo como eso.

Compañero Difícil | Kaveh & AlhacénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora