Capítulo 7

6.8K 817 350
                                    

Salieron sin complicaciones del antro, aunque Kaveh se desorientaba y Alhacén casi tuvo que guiarlo por completo. La música ya podía escucharse desde afuera a esas horas de la noche, así que cuando Alhacén empezó a hablar Kaveh apenas y podía escuchar sus palabras con algo de dificultad. Lo único que notaba claramente era que él era el único ebrio, pues Alhacén parecía estar con todos sus sentidos bien activos.

- ¿Cómo tuviste tiempo para embriagarte tanto?- Preguntó sosteniendo sus hombros, mientras lo hacía sentarse sobre el capó del auto y después apoyaba sus propias manos a cada lado del cuerpo delgado de Kaveh.- Bien. Como sea. Definitivamente no tendremos sexo, creo que eso es obvio.- Aunque Kaveh no pudo evitar reprimir su mueca de decepción de todas formas prefirió no decir nada que lo empeorara y dejara en ridículo. La mirada tan atenta de Alhacén no lo pasaría por alto.- Un hombre indeseable te estaba mirando, tal vez demasiado. No es alguien con quien deberías relacionarte, definitivamente. Agradece que te ahorré las molestias de caer en manos de un estafador como él.- Aunque por primera vez Alhacén no había abierto la boca para echar pestes ni con afán de molestarlo, Kaveh no toleró que hablara de ese modo acerca del que pudo haber sido su cita esa noche.

- ¿Quién crees que eres tú para controlar mis relaciones? Voy a volver ahí dentro.- Empujó a Alhacen para separarlo de su cuerpo, pero era demasiado fuerte en comparación y no lo logró.

- Ya suponía que harías esto, no por nada tengo que estar sujetándote aquí como a un niño hiperactivo.- Las manos de Kaveh aún estaban en su pecho, pero eso no le molestaba.- Estás viviendo bajo mi techo, Kaveh, tienes que regular a tu círculo social. No puedes acostarte con cualquiera sin considerarlo antes.

- ¿Y por qué no? Soy libre de hacer lo que me dé la gana y eso no tiene nada que ver contigo.- Frunció el ceño, pero no tenía una apariencia intimidante en ese estado de ebriedad. Para Alhacen, Kaveh siempre parecía irritado, y esta vez el alcohol también lo hacía parecer infantil. Tal vez eran sus labios rojos o su rostro ruborizado quienes le daban ese aspecto liviano de inocencia.

- No me importa realmente a quién te pongas entre las piernas, pero si eso sucede en mi casa entonces sí me concierne.- Kaveh volvió a intentar escapar. Esta vez, Alhacén tuvo que tomar con fuerza sus manos.- Abstente de hacer tonterías.

- ¡Oye, déjame en paz al menos un segundo! Yo ni siquiera estaba planeando ir allá.- Forcejeó con él hasta que pudo liberarse. Dio un par de pasos y media vuelta para enfrentarlo.- A diferencia de ti, a mí no solo me importan las apariencias. No tengo que esconderme en una máscara de falsedad.- Apretó los labios y frunció el ceño.- No todo se trata de ti.- La expresión de Kaveh en ese momento reflejó muchas cosas y ninguna tan clara como la sensación de desafío.

Por unos segundos Alhacén no supo lo que tenía que decir. Se sintió abatido, como si hubiera recibido un golpe de realidad, pero no estaba dispuesto a ser derrotado por un argumento tan débil, de modo que tomó sus brazos y una vez más lo atrajo a su cuerpo.

- ¿Todo esto es porque no tuvimos sexo?- No esperó a recibir una respuesta, porque bajó una de sus manos sobre la espalda de Kaveh y lo empujó contra él, provocándole un cosquilleo sutil. Lo tomaba con fuerza, pero sobretodo con impotencia, y mojaba sus labios despacio mientras lo atravesaba con la mirada.

- ¿De qué locuras estás hablando? ¡Suéltame! Volveré ahí dentro y tendré sexo con quien yo quiera.- Sus movimientos erráticos de alguna forma lo ayudaron a aflojar el agarre y luego con algo de esfuerzo volvió a escapársele, uniéndose una vez más al bullicio en el interior del antro tras pocos pasos después de la entrada.

Volvió a la barra deprisa como si no tuviera suficientes tragos encima y pidió otro igual de cargado para aliviar el estrés. Se aseguró de pedir específicamente el más fuerte, el de mayor porcentaje de alcohol, y rápidamente le fue servido. Sin embargo, cuando estiró el brazo para alcanzarlo, notó que alguien más lo tomaba y se lo arrebataba de enfrente descaradamente.

- Ya que todos tus gastos se están cargando a mi tarjeta yo también tengo derecho a disfrutarlos.- Aunque la música la opacaba, su voz siempre sonaba alta y grave, así que Kaveh se levantó de su asiento tras oírle hablar y se abalanzó contra su cuerpo. Alhacén levantó su brazo de inmediato, elevando el trago en su mano, y Kaveh luchó por alcanzarlo, poniéndose de puntillas y casi dando saltos diminutos.

- ¡Dame eso! Yo pagaré lo mío, no necesito tu dinero.- Alargó su brazo tanto como podía, pero nunca estuvo siquiera cerca de alcanzarlo. Por el contrario, cada vez se sentía más patético y prefirió rendirse.

- Dije que venías conmigo. Eso significa que yo invito.- Bajó el trago y lo llevó a sus labios, virtiéndolo de inmediato en su boca, pero sin tragarlo. Kaveh lo miraba con expectación mientras Alhacén dejaba el vaso en la barra, y pronto fue también partícipe, pues las manos grandes tomaron su cadera y pegaron sus cuerpos; después Alhacen fusionó sus labios. Kaveh no supo distinguir si eso era un beso, pues la sensación tórrida del licor ahora en su boca fue sorpresiva y le quemó la garganta al seguir su camino. Un par de gotas se habían desbordado por sus comisuras y se deslizaban aún en su piel. Aún así no hizo mueca alguna.

Alhacén se detuvo ahí unos segundos sin separarse para apreciar el sabor adulterado de su boca y la suavidad de sus labios delgados. Kaveh lo tomó débilmente por los brazos, cerrando sus ojos, y el pesar de sus acciones se alojó en su pecho, pero no paró de todas formas y acarició despacio cada músculo, delineándolos con las puntas de los dedos aún cuando apenas y podía sentirlos siendo que se había colocado ese enorme abrigo que tan bien le quedaba, y que era a su vez demasiado delgado como para de verdad cubrirle del frío.

Cuando por fin se separaron sintió que sus ojos transmitían más que indiferencia. Estaban inundados por una pasión voraz y una lujuria tal que creyó que sería capaz de hacerlo suyo ahí mismo, pero fue suficientemente prudente como para pagar la cuenta y despedirse con una mirada de sus acompañantes anteriores, además de conducir con gran impaciencia, donde su habitación era el destino.

Aunque tenía bien en claro que debía esperar y llegar a la cama, entrar siquiera a la casa en condiciones óptimas fue un gran obstáculo. Alhacén sentía que sus pantalones ya empezaban a ser un estorbo y Kaveh se había abalanzado contra su cuerpo ni bien se abrió la puerta. Ahí mismo, al cerrarla, Alhacén lo estampó contra ella, luego le tomó las piernas y se volvió rehén de ellas al situarse justo en medio, cargando al rubio entre sus brazos. Una vez más atacó sus labios, esta vez con ferocidad, mordiendo y succionando sin compasión, como queriendo dejar una marca que expusiera al mundo que eran suyos, que él había pasado por ahí para adueñarse de ellos. Kaveh se estrujaba contra su cuerpo y jadeaba despacio por la falta de aire, terminando de encender a su acompañante, que solo pudo decidirse por el sofá como un mejor sitio y más cómodo, además de cercano.

Se sentó en él y Kaveh permaneció encima suyo. Solo entonces encontró en el contacto visual un lazo increíble, de hormonas desbordantes que electrizaban su cuerpo. Intentó encontrar en sí mismo una pizca de remordimiento, algo de culpabilidad por lo que hacía y la forma en que se sentía, pero solo encontró excitación y entrega.

Compañero Difícil | Kaveh & AlhacénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora