Capítulo 14

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- Habitación quince, edificio B. Disfrute su estancia.- Tenía una voz mecanizada, como alguien que siempre tiene en mente lo que va a decir a continuación. Alhacén dedujo que su día a día como empleada del hotel no variaba demasiado.

La oscuridad de la noche había engullido los edificios. La luna rociaba con un brillo inusual el cielo despejado y la brisa suave despeinaba los árboles. No notó ninguno de esos detalles. En cambio, tuvo que tragarse su iniciativa llena de impulsividad, irse a la habitación designada y planear efusivamente lo que haría a continuación.

Durmió poco, tal vez tan solo minutos. Las camas de los hoteles le parecían poco más que mediocres.

Se despertó por la madrugada en medio de las sábanas revueltas, demasiado ansioso para su gusto y muy intranquilo para tratarse de un asunto en que Kaveh estaba metido y él no tanto realmente.

Quería que no le importara demasiado, que el malestar se esfumara y se volviera tan poco relevante como un asunto cualquiera, pero no podía. Kaveh había dejado en él una estela emocional desconocida.

Sabía que involucrarse con una persona con la que estaba familiarizado significaría llevar los asuntos más allá de la cama, aunque no creyó que la vida le daría un giro tan drástico con ese rubio caprichoso. Gracias a él estaba envuelto en una maraña de dudas y no sabía cómo escapar. No era capaz de comprender por qué un error lo había llevado hasta ahí y por mucho que intentara no podía siquiera imaginar qué tanto peso tendría toda esa situación en Kaveh. Hacer un esfuerzo por entenderlo desde un punto de vista emocional siendo una persona meramente racional no era suficiente y ya se estaba cansando de darle tantas vueltas.

Se levantó de la cama de un brinco, más agotado que cuando se recostó. Para matar el tiempo, decidió ejercitarse y oxigenar así sus músculos, después tomó una ducha fría. Agradeció siempre llevar consigo ropa limpia extra porque "nunca se sabe lo que puede pasar en un momento de borrachera". A pesar de todo, no se sintió mejor.

- Voy a llamarlo...- Dijo para sí mismo sin darse cuenta. Cuando encendió su celular vio que sería en vano, ya que nadie en su sano juicio estaría despierto a esa hora.

No quería sorprenderlo con la noticia de que ahora, de la nada, estaban en el mismo hotel, porque eso solo haría que todo empeorara y que Kaveh se sintiera más que acosado, aunque en esa situación de emergencia no tenía otra opción.

Antes de darse cuenta el sol saliente ya lo iluminaba todo, lo que significaba que era hora de salir en busca del chico. Por supuesto, en recepción no le facilitarían información sobre su número de habitación, de modo que tenía que hacer las cosas por su cuenta.

Salió con sigilo, sintiendo que hacía algo malo sin saber por qué, y cuando cerró la puerta su corazón dio un vuelco en su pecho al ver a Kaveh tres habitaciones más allá. No llevaba el peinado de siempre, pero tenía puesto un conjunto casual de esos que ya no había podido lucir con él los últimos días. Se había preparado para salir.

Alhacén se le acercó despacio, dejándose llevar, aunque no sabía qué palabras usaría cuando estuviera cerca suyo para explicarle todo lo que estaba ocurriendo. Tuvo que aclarar la garganta para empezar a hablar.

- Kaveh...- Esperó a que diera media vuelta y lo mirara, pero no sucedió. El chico parecía haberse paralizado en su sitio, y ciertamente lo hizo en cuanto distinguió ese tono inconfundible de voz.

El rubio no se atrevió a hacerle frente, así que solo se alejó con pasos tranquilos, pensando que ignorarlo era la mejor solución, al menos para mantener su salud mental estable. Quería que, por ahora, su única preocupación fuese la cita que estaba por tener con el chico castaño y nada más.

Debajo de su puerta había descubierto una nota en donde se disculpaba por lo sucedido la noche anterior y le ofrecía una salida para compensar sus errores. También indicaba en qué horario se encontrarían en caso de que aceptara, lo que por supuesto haría. Sentía que congeniaban.

Sin embargo, Alhacén arruinó sus planes. Siguió sus pasos, incluso cuando entró al ascensor. Se situó justo a su lado y volvió a llamarlo. Escuchar su propio nombre incomodó a Kaveh, pero su orgullo no le permitió volver a sentirse intimidado por él, así que contestó por fin.

- ¿Quién eres?- Lo miró, aunque en contra de su voluntad, y se aseguró de transmitir cuanta ingenuidad fuese posible, aunque el rencor por supuesto la superaba.

- Kaveh, no puedes tener esa actitud infantil.- Aclaró Alhacén, cruzando sus brazos. Ambos permanecieron unos segundos en silencio, y Kaveh debatió consigo mismo antes de empezar una discusión, pero cuando el ascensor se detuvo el valor llegó a él.

- Sí tú puedes pretender que está bien aprovecharte de una persona alcoholizada entonces yo puedo simular que no te conozco.- Las puertas se abrieron y a lo lejos ya veía a su cita. Por eso, salió inmediatamente y apresuró el paso, pero Alhacén le tomó el brazo antes de que pudiera llegar a él.

- No. No vayas.- Aunque lo tomaba con suavidad se sentía demasiado invasivo, justo lo contrario a lo que quería.- Ni siquiera lo conoces.

- Aún sin conocerlo ya sé que es mejor que tú.- Se liberó de golpe, pero Alhacén volvió a tomarlo, esta vez con más fuerza.- ¡Suéltame! - Exigió. Se dio cuenta de que había hablado muy alto y lo último que quería era llamar la atención.

- Te equivocas. No deberías confiar tan rápido en la gente.

- ¿Y tú qué sabes de confianza? ¡No tienes a nadie en quién confiar!- Gritó con saña y le dio un empujón, pero eso no fue suficiente para volver a liberarse.

- ¿Y tú sí?- Se arrepintió de la pregunta incluso antes de terminarla. Las cosas se le estaban saliendo de las manos.

- ¿A eso viniste? ¿A hacerme sentir aún más miserable?- Su rostro se enrojeció y sus ojos se pusieron llorosos. Alhacén se sintió peor que nunca al verlo.

- No... No, lo siento.- Lo rodeó en un fuerte abrazo, sin saber lidiar con su propia crueldad. Primero, Kaveh luchó por salir de entre sus brazos, removiéndose hacia todas partes como si lo ahogara estar ahí, pero poco a poco la presión en su cuerpo lo fue tranquilizando, aunque no había podido evitar el llanto. Alhacén aflojó lentamente el abrazo cuando vio que se calmaba, hasta finalmente soltarlo. Lo obligó a verlo a los ojos, por muy indeseable que le pareciera a Kaveh.- Por favor, no vayas con él. Solo quiere aprovecharse de ti.

- Tú te aprovechaste de mí.- Las lágrimas empaparon su rostro. Respiraba con dificultad y el movimiento de su camiseta acompañaba cada aliento y cada lágrima. Sus sollozos parecían oprimirle el pecho.

Alhacén, que nunca se había considerado empático, sintió algo quebrándose en él por verlo así, tan herido por su culpa.

- Lo sé, lo lamento... Tú querías hacerlo, lo dejaste claro, y yo perdí el maldito control de todo. No sabía que era tu primera vez, y aunque puede que no entienda la importancia que tiene eso para ti lamento haberte quitado algo tan preciado.- La disculpa sonaba sincera para Kaveh, y lo era, pero esas palabras no podían arreglar lo que ya había pasado. Lo liberaban y lo hacían sentir un poco mejor, pero nada de eso justificaba lo que había dicho respecto a su cita, y si solo había atacado a alguien sin fundamentos con tal de hacerse pasar por inocente, entonces no quería su disculpa.

- Hablaremos después, Alhacén. Tengo que irme.

Compañero Difícil | Kaveh & AlhacénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora