Capítulo 35.

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Cervelli e forza bruta.

Matteo.

Cuando abro los ojos ella ya está despierta leyendo los papeles que yo ayer estaba estudiando y devorando un sándwich gigante. Esta tan centrada que ni siquiera nota que me quedo observándola hasta perder la noción de los minutos.

Sigue en lo suyo y vuelvo en si cuando habla.

—Ya sé que estoy guapa, pero me vas a gastar viéndome tanto.

—Joder —me mira y se echa a reír—, pensé que no te habías dado cuenta.

—Siempre he tenido la habilidad de sentir cuando alguien me observa. ¿Quieres?

Me extiende de su sándwich y lo tomo dando una mordida, ni siquiera recuerdo cuando fue la última vez que comí.

—Tienes los ojos hinchados —dice sin dejar de ver los papeles mientras yo me apoyo en la cabecera mientras sigo comiendo—, dormiste mucho.

—¿Qué hora es?

—Son las diez, tenías mucho sin dormir tantas horas seguidas, se nota en tu cara.

—Yo no duermo horas seguidas, tengo pequeñas siestas de veinte minutos. Y lo máximo que logro dormir seguido son dos horas.

Me mira frunciendo el ceño.

—¡Que mentira! Si cuando dormimos juntos en Londres te dormiste hasta el amanecer, tuve que hablarte por horas, pero dormiste. Y en el jet te dormiste sobre mi hombro.

—¿Estas serán nuestras platicas matutinas? ¿Sobre si duermo o no? Digo, para lanzarme del balcón justo ahora.

—Si quieres te hago el favor de empujarte.

—Que maldita eres, Rosse. —Se ríe aun sin apartar la vista se los papeles—. ¿Qué es lo que tanto estudias y analizas?

—Esto. —Me los pasa—. Cuando ustedes invadieron la mansión, la guardia exterior aún estaba alta, pero no tanto porque centraron la principal seguridad en donde yo estaba. Y los hombres que me custodiaban eran italianos, lo que quiere decir que aún hay italianos del lado de Domenico, no son solo japoneses.

Presto atención a sus palabras y dejo la comida de lado entendiendo a que va todo esto al ver la foto perteneciente a la persona que es dueña de este expediente.

—¿Daenna? Ella no tiene contactos tan fuertes.

—Domenico supo adonde y a quienes llevar al bunker para torturarte y manipularte, ¿cómo supo o sospechó que ibas para allá?

—Pero Daenna no estaba con nosotros, ¿cómo sabría que íbamos a ir para allá justo en ese momento?

—Ahí entra él —saca la foto con los datos de Jarek Kozlowski—, tu mamá me dijo que él e Ileana tenían unos líos raros.

—También él fue quien le dijo a Ileana lo que sucedió entre nosotros en la fiesta aquella noche y ella se lo dijo a Domenico poniéndote en el ojos del huracán —agrego—, o sea que están aliados desde hace tiempo.

Siento como si me echaran un balde de agua fría y entonces todo fuese claro para mí. Por eso Domenico siempre sabía dónde estaba yo, donde atacar y en qué momento.

—¿Crees que Alenka también este de su lado?

—No —aclara al instante—. Alenka no creo que sepa, ella detesta la traición y sé que será duro para ella saber esto, pero su hermano es un traidor, estoy segura.

—Los polacos aún están aquí, no sé si te los has cruzado, pero están en esta hacienda, tenemos al maldito enemigo bajo nuestro techo.

Su rostro se descompone en segundos y noto en su cara como si cada pieza en su cabeza tomara el lugar correspondiente.

Mío.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora