Capítulo 37.

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Apreciemos el arte de MAZO en esta ilustración😫

Collapse.

Aitara.

Nuestro último día aquí se basa en armar una pequeña mochila disimuladamente, puesto que es lo único que llevaremos, que Matteo deje todo organizado y ponga al tanto a Alenka de lo que se debe hacer, y de posicionar nuevos cargos, rutas, entre otras cosas.

Sabina trata de pasar todo el tiempo que le queda junto a Matteo, y Max, aunque sea más recatado y no lo admita, también.

Más o menos a las siete de la noche se encierran en el despacho y tardan ahí hasta las once casi doce. Al salir Sabina tiene ojos hinchados y Max los tiene rojos. Sé sobre que estaban hablando, sé cuánto necesitaban esa charla los tres.

Pero sobre todo Matteo. Él necesitaba quitarse ese peso de encima, hablar con ellos, explicarles como sucedió todo. Y el hecho de que él salga con la cabeza agachada para no dejar que los demás veamos sus ojos, solo me lo confirma.

Sube directo a la habitación y lo sigo. Se siente en la cama descasando la espalda en la cabecera y se pelliza el puente de la nariz. No nota mi presencia, así que voy y me siento en a horcajadas en su regazo y solo lo abrazo sin emitir palabra.

Tardamos así no sé cuánto tiempo hasta que me corresponde el abrazo. Me pega él con fuerza.

—Les confesé todo, sin omitir ni un detalle hasta el día de hoy.

—¿Con todo quieres decir...?

—Sí. Las drogas también. Y saben que quiero dejarlas y que cuando nos vayamos las dejaré, pero eso no hizo las cosas más llevaderas.

—Entonces pelearon.

—No. Estamos bien, solo fue una plática... dolorosa.

—En una hora debemos irnos. Ve con ellos y llévate la tranquilidad de que nos fuimos estando bien con nuestras familias.

—Estamos bien, todo está bien, ellos lo entienden y madre junto a Alenka se encargarán de atrapar a Domenico. Solo fue difícil, por eso mi actitud. ¿Estás lista para irnos?

—Yo diría que los dos estamos listos, solo te estamos esperando a ti.

Sonríe y doy mi misión por cumplida. Me pongo de pie y él hace lo mismo. Sabina y Max entran de repente a la habitación. Ella abraza a Matteo mientras que Max se acerca dándome un corto abrazo y luego le da uno a Matteo.

Sabina viene a mi lado y me envuelve en un abrazo muy parecido a los de mi mamá.

—Apenas puedan, comuníquense con nosotros.

—Lo haremos. —Le confirmo.

—Te amo hijo, que no te quede duda de eso. Nada de lo que paso fue culpa tuya. Puedes estar tranquilo.

El rostro le cambia y puedo deducir que le dijo justo lo que él necesitaba escuchar. Tras decir eso ambos abandonan la habitación y tras engancharme la mochila y acomodar la chaqueta de cuero, tomo la mano de Matteo bajando las escaleras al primer nivel que está totalmente oscuro y vacío.

Avanzamos unos pocos metros hasta adentrarnos en el bosque y encontramos la moto que usaremos. Matteo se sube encendiéndola y me subo detrás de él. Me pongo el casco que me pasa y él también se pone el suyo.

—¿Estas segura de arriesgarte en esto?

—Junto a ti estoy segura de arriesgarme con todo.

Poco después salimos del bosque adentrándonos a la carretera. Nos queda un largo camino que recorrer, son casi cinco horas de viaje y eso es solo para llegar a Sofía, Bulgaria y de allí tomar un vuelo hasta donde viviremos ahora.

Mío.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora