Capítulo 29.

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Cap Rece.

Aitara.

Craiova, Rumania.

—Bienvenida a Rumania, zorra británica.

Domenico me empuña el cabello con fuerza y me lanza al piso de una maldita celda. Con la cabeza en alto me pongo de pie, sonrío y lo veo directo a los ojos.

—Gracias, psicópata de mierda. La decoración no es muy mi estilo, pero con unos pocos ajustes se puede solucionar. —Me giro viendo la maldita celda del tamaño de mi bañera sino es que más pequeña.

Me toma por el cabello y pega mi espalada a su pecho, siento como la navaja acaricia mi cuello. La desliza con lentitud por mi cuello y siento como corta poco a poco, capa por capa de mi piel.

—No tienes idea de cómo deseo matarte.

La sigue deslizando y no me permito liberar un solo quejido, sabe lo que hace porque solo me está cortando lo mínimo.

—Pero no, Matteo será quien te mate, y yo lograre que lo haga, tal y como lo hice matar a los otros.

La rabia me recorre y me remuevo logrando que me suelte. Quiero pegarle un puñetazo a su petulante rostro, pero me toma evitándolo y sostiene mis muñecas.

—¡¿Por qué, hijo de puta?! ¡¿Cuál era la necesidad?!

—Yo le advertí a Sabina que solo uno, en esta familia no se tiene más de un heredero, ¿Por qué crees que Sabina es hija única?

—¿Y por qué hacer que Matteo fuese quien los matara?

—Porque eso te hace fuerte, yo maté a los míos y aquí sigo, más fuerte y letal que nunca. Matteo se supone que sería el único heredero, el más fuerte, pero una perra con buenas curvas lo volvió nada.

—¿Nada? Ay, cariño, actualízate, ¿sí? —Forcejeo tratando de soltarme—. ¿Quién es el Don y quien tuvo que abandonar su propio imperio? ¿Quién es un maldito don nadie y quien es el rey de la pirámide? ¡¿Quién tiene todo lo que poder que antes fue tuyo?!

Me suelta y lo siguiente que siento es la sangre con sabor metálico bañándome la boca.

—La verdad duele, ¿o no, Don?

—¿Sabes por qué estas vivas? Porque hare que Matteo te mate y luego coma y beba de tus restos, porque lo mataré tanto física como mentalmente. Él se cree un sádico y aún no conoce nada.

—Hablas mucho y haces poco.

Me encesta otro golpe y abandona la celda no sin antes asegurarse de dejarla más que bien cerrada.

Esto apenas empieza, pero siempre sobreviven los fuertes y yo tengo muy en claro que lo soy.

Matteo

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Matteo.

Calabria, Italia.

El murmullo que escucho afuera me despierta. Me duele la cabeza como una mierda. Tomo el arma que estaba bajo mi almohada y bajo rápido al primer piso, ya amaneció.

Mío.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora