Capítulo 39.

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My other half.

Aitara.

Dos días han pasado desde esa maldita noche, dos días desde que toda la vida me dio un giro de ciento ochenta grados.

Estoy en un estado en el que cualquier mínima cosa que sucediera, me llevará a la depresión o la muerte.

Mi familia insistió en venir, pero me negué rotundamente a esto, hicimos todo para mantenerlos a salvo y no lo van a arriesgar así como así. Al único que no pude convencer de no venir fue a mi papá, que, aunque haya tenido que venir con papeles falso, aquí esta.

A mi lado, tal como me lo prometió antes de irse.

Hoy es mi cumpleaños y es el más triste de todos. Jamás pensé pasar un día como este así.

Estamos en el pasillo que da terapia intensiva, Matteo no ha mejorado nada en estos dos días, no hay señales de que vaya a despertar y eso solo aumenta mi pánico cada día mas. Sabina sale de la habitación con los ojos tan rojos que puedo jurar lloró durante todo el tiempo que estuvo dentro.

—No hay señales de nada, no mejora, no reacciona, nada.

—Yo quiero verlo —le digo y ella se dirige a la enfermera.

Desde que lo vi la primera vez no me han dejado entrar más a la habitación. La mujer me habla y me despido de papá con un beso en la mejilla siguiendo a la enfermera.

Todo el exterior del hospital está custodiado, Max se encargó de ello apenas llegaron aquí. Pero dentro no hay antonegras, debemos mantener un bajo perfil porque no estamos en Italia y no son territorios de su mafia.

Me coloco todo lo necesario y esterilizado y avanzo con la enfermera hasta la habitación.

—Tiene diez minutos.

Al entrar noto que esta incluso peor que la otra vez, sus moretones están más oscuros y está más pálido. Los ojos se me cristalizan apenas entrar y tal como la otra vez tomo su mano acercándome.

—Sé que es bueno darte buenas energías y hablarte de cosas buenas, pero no puedo aguantar —hablo con un nudo en la garganta—, ¿por qué ocultarme eso? Yo podría haber entendido que fue antes de mí. ¿Por qué mantenerme en una mentira y no decirme la verdad al instante?

No puedo controlar las lágrimas que se deslizan por mis mejillas.

—No imaginas lo fuerte que estoy tratando de ser para no desmoronarme. Nuestro hijo ya no está más, tú no despiertas y ahora me entero de este maldito secreto. —Mis llantos se acompasan con mis palabras—. Necesito que despiertes. Necesito que despiertes y me expliques todo, necesito que nos venguemos juntos, te necesito a ti.

Bajo la mascarilla y doy un beso en su frente. Me quedo detallando su rostro unos segundos, como extraño verlo molestarme y apenas han pasado dos días. ¿Cómo voy a estar así hasta que despierte?

Observo las maquinas que muestran sus signos y latidos y vuelvo a verlo a él.

—Me dijiste que este iba a ser mi primer cumpleaños juntos. Y ya es mi cumpleaños, pero tú no estás conmigo.

Aprieto los labios sintiendo las lágrimas deslizarse en mis mejillas.

—Abre los ojos, por favor. Yo...

—Che bella scena.

La voz del hombre detrás de mi me hace enderezarme en segundos. El corazón se me acelera y siento mis manos helarse.

—Lárgate de aquí antes de que te mate yo misma.

—No ha podido Matteo, menos tú.

—Para tu mala suerte yo no soy Matteo.

Mío.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora