Realtà dolorosa.Aitara.
Abro los ojos con la esperanza de que todo allá sido un sueño, pero no es así. Las luces de hospital me ciegan obligándome a cerrar los ojos hasta acostumbrarme a la claridad y entonces caigo en cuenta de todo lo que sucedió.
El vacío interior me toma de nuevo y me pongo de pie arrancándome el suero y las demás intravenosas que tengo. Salgo corriendo de la habitación, haciendo caso omiso a que me duele el cuerpo y encuentro a la misma enfermera.
—Él está vivo, ¿verdad? —Le estoy suplicando más que preguntando.
No recibo respuesta y dos gruesas lagrimas se deslizan por mis mejillas. La fuerza de mi cuerpo desaparece y creo que voy a caer en el piso cuando ella habla.
—Está vivo, pero está en coma.
Vuelvo en sí y siento mi respiración de nuevo.
—¿Quiere decir que está bien? ¿Estamos bien los tres?
Ella me mueve haciéndome volver a la habitación y me sienta en la camilla.
—Respóndame.
—Tú estas bien, solo tiene algunos raspones. —Toma una pausa que, aunque sea de segundos para mí se vuelve eterna—. Él está en coma, recibió un golpe demasiado fuerte en la cabeza, podría jurar que de no llevar el casco hubiese sufrido una muerte instantánea y no sabemos en cuanto tiempo puede despertar.
No puedo contener la salida de las lágrimas.
—¿Y mi bebé?
Pasa saliva y expulsa el aire antes de hablar.
—Tuviste un aborto por el golpe de la caída.
Se me forma un nudo en la garganta, me dejo caer en la camilla y cubro mi rostro con ambas manos dejando salir un grito de dolor, un grito que hace temblar mi corazón y mis cuerdas vocales.
¿Cómo voy a decirle cuando despierte que perdimos a nuestro bebé? ¿Cómo le diré que perdimos la mayor motivación para hacer todo este maldito viaje y para que el salga de ese mundo de adicción?
Pierdo la noción del tiempo, pero no puedo dejar de llorar, no note cuando la enfermera salió y solo quiero ver a Matteo. Necesito que despierte, que estemos juntos.
Somos un dúo, nos necesitamos. No hay uno sin el otro.
Me quedo en la camilla viendo el techo mientras las lagrimas corren silenciosas por mis mejillas y casi no puedo respirar. ¿Y si él no despierta? Yo necesito verlo.
Me levanto y salgo de la habitación buscando hasta encontrar a la mujer.
—Déjeme entrar a verlo, se lo ruego.
Se niega porque está demasiado delicado, no puede recibir visitas. Pero al ver mi estado acaba por cederme dos minutos. ¿Cómo le diré esto en dos minutos cuando ni siquiera yo lo he podido asimilar?
Me lleva a vestirme y me hace colocarme otra bata y todo lo necesario y esterilizado. Al entrar a este pasillo todo es más tétrico, incluso la luz es más tenue. Todo es más triste. Abre una puerta y entonces lo veo, conectado de muchas máquinas y con un tubo en la boca. Ni siquiera puedo ver bien su rostro, esta amoratado.
Me acerco a él y la mujer se retira.
—Dos minutos. —Repite, saliendo.
Me acerco a él con sigilo y tomo su mano pegando su frente a la mía. El pecho se me contrae al volver a llorar.
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Mío.
Romance[LIBRO #2 DE LA SAGA SUEÑOS] [+18] ¿Hay fantasmas del pasado que nunca se van? Aquí entendemos que a veces los errores del pasado siempre nos persiguen hasta terminarnos por completo. En un mundo donde la línea entre el amor y la guerra es tan delga...