capitulo 18

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No quería venir a clases pero me obligaron a salir de la cama está mañana, ahora me encuentro caminando entre los pasillos vacíos del liceo en camino a mi salón.

No quiero entrar ahí y ver a Leah, no quiero verla, no me quiero sentar con ella otra vez,
no voy a involucrarme en algo así.

Apenas pude dormir pensando en esos mensajes, ¿Qué le hace pensar que aceptaría algo así? ¿Con que derecho? Además ¿Cómo estaba tan segura en que yo siento algo por ella? ¿Acaso fui muy obvia?

Me gustará mucho pero no pienso rebajarme a eso.

Respiro profundamente una y otra vez mientras más me acerco al salón tratando de tranquilizarme un poco, tengo que estar serena y no verme afectada, no me gusta que sientan que tienen el control sobre mi.

Ingreso al aula y por costumbre mis ojos lo primero que buscan es la figura de esa pelinegra, pelinegra que ya está sentada en su puesto y al verme alza la cabeza y me mira fijamente esperando a que me vaya a sentar a su lado.

Me quedo quieta por un momento alado de la puerta, si hay otros asientos desocupados pero pasar por su lado e ignorarla para ir a otro sitio sería muy descortés y la verdad no tengo ganas de hacerla sentir mal.

Así que simplemente me siento en la silla alado de la suya.

—pensé que no llegarías... ¿Qué te pasó?—pregunta mientras acomodo mis cosas.

—no escuché el despertador.

—tienes problemas con tu despertador, parece que te cuesta escucharlo.—acerca su silla un poco más a la mía.

Solo muestro una pequeña sonrisa mientras  saco un bolígrafo de mi estuche.

Levanto la mirada buscando a Sophie entre los demás pero no la encuentro.

—¿Sophie no vino?—le pregunto a la femenina a mi lado.

—no, tenía cosas que hacer ahora en la mañana.— la mano de Leah en mi muslo, su toque me logra inmovilizar.

—Leah...—la miro con los ojos saltones.

—Pensé que no te molestaba.—dice mientras me aprieta el muslo lentamente.

—Nos pueden ver, Leahnor.—me quejo en voz baja.

Retira su mano de mi muslo y por fin puedo respirar hasta que veo que se quita el blazer para ponerlo sobre mis piernas y nuevamente colocar su mano sobre mi piel, está vez apretando y acariciando con más posesión.

Miro al profesor presente y a todos los demás del salón para verificar que nadie se haya dado cuenta.

Trata de quitar la mano de Leah de mis piernas pero esta parece no entender, es tan obstinada.

¡¿Ay dios, en que me estoy metiendo?!

Luego de varios intentos fallidos para que ella deje de hacer lo que está haciendo decido concentrarme en escribir, ya con el paso de los minutos logré acostumbrarme a que me esté manoseando, aunque igual por un lado igual se siente bien.

El timbre suena dando fin a la clase, así que todos salimos en busca del desayuno en la cafetería.

—oye, ¿después de comer me acompañas a un lugar?—pregunta la pelinegra mientras caminamos por los pasillos.

—¿A dónde?

—a la oficina de una señora aquí en el liceo, es asistente social.

—bueno, vamos juntas luego de tomar desayuno.

Nos instalamos en la fila para ingresar al comedor, siempre se acumula mucha gente aquí, traspasamos la puerta la cuál da entrada a un pequeño pasillo oscuro para llegar al comedor.

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