Capítulo 19

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—¿Cómo que a vivir? ¿Cuando?—pregunto confundida ante lo que acaba de decir.

—a fines de noviembre o diciembre.—aclara ella.

—Pero y ¿el liceo y mi licenciatura?

—podemos postergar el viaje hasta que termines tus estudios y luego irnos.—muestra una sonrisa.—ahora ve a ponerte algo decente ¿Te olvidas que hoy vamos a la iglesia?

—Cierto, ahora voy.

Puerto Natales, cuando era pequeña vivimos ahí un tiempo, no me acuerdo de mucho, solo se que es una ciudad pequeña y todos se conocen o son familia de alguna manera, es algo raro.

Subo a mi cuarto a ponerme algo apropiado para ir a la iglesia, hace frío así que escogí unos jeans, botas negras, una blusa blanca de mangas largas que me deja al descubierto los hombros y una chaqueta abrigada.

Subimos al auto y luego de un trayecto largo que me conozco de memoria por fin llegamos al lugar en el cual parece que llegamos un poco tarde porque el culto ya a iniciado.

El lugar ya se encuentra lleno por lo cual nos acomodamos en el primer lugar disponible que encontramos con mi madre, todos están cantando el coro de una canción, algunos con las manos alzadas, otros bailando entre brinquitos, llorando, riendo y los más "apegados" a la religión incluso hablando en lenguas.

Se supone que el espíritu Santo es tan potente que se puede manifestar en las personas concediendoles hablar en idiomas que desconoce, en lenguas ya muertas, idiomas que solo dios podría entender.

Pero se me hace tan extraño y aterrador que una entidad te haga hablar en lenguas extrañas, además no es algo común, solo ocurre en personas que realmente llevan la fé en su corazón, y a quienes oigo ahora emitir tan raros sonidos no es posible al menos para mí que tal suceso les ocurra, quizá solo actúan, quizá nada es real.

Mis ojos siguen pasando entre las personas hasta que llegan a la figura de Rose, ella está a mi lado derecho en la otra banca un poco más adelante. Lleva puesto un vestido largo y olgado que no deja ver nada de su figura más que sus brazos, lleva el pelo sobre sus hombros y oculta su rostro tras el.

Ella al igual que yo divaga su mirada entre la gente hasta que se encuentra con la mía, tiene un gran moretón en la mejilla y otros moretones repartidos en los hombros debajo de su pelo que apenas se ven.

Desvía su mirada y sigue cantando mientas aplaude el ritmo de la música.

¿Le habrán hecho eso en su casa?

¿La golpearon por mi culpa?

Sus moretones son muy grandes quizá se peleó con alguien de su edad, o quizá no.

Dios, yo no quería que ella terminará así, pienso en lo que sucedió y si bien fue en defensa propia no quería hacerle un mal, ni a ella ni a nadie.

La vuelta a casa fue silenciosa, algunos comentarios con respecto a la iglesia pero nada consistente.

—la vecina me avisó que no va a traer a la niña hoy, pero mañana si.

—¿Sucedió algo?—le pregunto sacándome los zapatos en la entrada.

—no, solo que hoy no tenía trabajo.—aclara mientras se va a su habitación.

mi madre se viste para ir a trabajar y luego de un beso en la mejilla se va.

Hoy será una tarde muy tranquila, ya me hacía falta.

Está todo ordenado, no hay mucho que hacer y aún no tengo hambre, podría ir a casa de Sophie, no, eso sería ver a Leah, quiero un descanso de ella, es raro tenerla todo el día manoseandome.

AmárrameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora