ᑕᗩᑭITᑌᒪO 7

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-- Andrés, no

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-- Andrés, no.

-- Andaaaaaaa, solo uno, chiquitito, ni lo vas a sentir, por favor.-- hizo un puchero en forma de súplica a su mayor.

-- Dije que no, y punto, no quiero quejas.

No le quedaba opción, debía sacar su as bajo la manga si quería conseguir lo que quería.

-- P-pero.-- comenzó a sollozar -- yo solo quiero un besito, n-no tiene que ser largo, con que sea corto me conformo.-- miró a Ari con ojos de súplica, nunca fallaban.

-- Andrés, no, ya para, no quiero que me beses, solo-...deja el tema ¿Sí?.-- hasta hoy.

Antes fingía, ahora la cara de tristeza que mostraba era real, sus lindos ojos miel brillaban por la humedad de la lágrimas y miraba fijamente al mayor. Apartó la mirada y se sentó en la alfombra, mirando a esta.

Ari por su parte, aguantaba el deseo de corresponderle al menor, pero, aún estaba enojado, y debía actuar como tal. Pero ver la sincera tristeza en los ojos del menor lo hacía sentir un poco culpable, ya que si Andrés estaba en ese estado de humor, era por su culpa.

Al final, su conciencia lo manipuló para que terminara aceptando.

Se agachó de cuclillas a la altura del castaño claro y llevó su mano derecha hasta la mejilla de su contrario, para que alzara la mirada y lo viera. Ver esos orbes miel con pequeñas lágrimas amenazando con salir se sintió como una punzada en el corazón.

Tragó duro y acercó ambos rostros juntando sus frentes, rozó sus narices y luego miró los labios del más pequeño, que se encontraban entre abiertos, de a poco fue acercándose más y más, hasta el punto de tener un roce de labios. Andrés no aguanto más y cortó todo espacio que quedara entre ellos, haciendo que Ari se exalte y se separe repentinamente, por reflejo al separarse le dió una cachetada al menor, de lo cual se arrepintió al instante.

A penas el menor volteó a verlo, volvió a unir sus bocas. La posición era aún poco incómoda así que decidieron cambiarla; ahora Ari estaba sentado en el piso recostado contra el sofá, con sus piernas semi-elevadas y juntas, con Andrés encima de el que lo tocaba desesperadamente, pero no mucho.

Por inercia, sus traviesas manos bajaron hasta los glúteos del menor, y subió la otra hasta su cintura, acariciando está suavemente.

El beso se tornó algo más intenso, cambiando a uno de lengua.

Pronto el aire comenzó a escasear, haciendo que se separen con un fino hilo de saliva que se rompió casi al instante.

Ari cayó en cuenta de en la posición y situación en la que estaban, así que se alteró un poco.

-- A-andrés quítate d-de encima mío p-por favor.

ᗷᗩᖇᗰᗩᑎDonde viven las historias. Descúbrelo ahora