CAPITULO 12-5

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–No Yunho, no eres un asesino, no vuelvas a decirlo. ¿Cómo crees que podría odiarte por esto?

El beso sobre sus labios había sido rápido pero intenso. Yunho parpadeó, incrédulo, para ver a un Jeonggi casi tembloroso, aún sosteniéndole el rostro con ambas manos. ¿Qué había sido eso? ¿Cómo habían pasado de las palabras temblorosas y las confesiones homicidas a los abrazos consoladores y besos en la boca? No lo sabía. Lo único que comprendió a la perfección cuando vio pasar a Jongho rápido como un rayo, era que tendría problemas.

–¡Lo siento! –susurró Jeonggi, aterrado y asombrado por lo que acababa de hacer–. Lo siento, yo... 

–Está bien, no te preocupes.

–Yunho, no quise, yo no... sólo quería...

–No hay problema, cálmate.

–... quería que supieras que te quiero, que eres mi mejor amigo, que no me importa nada...

–Lo sé, pero guarda silencio...

La cara de terror de Jeonggi se duplicó al ver llegar a su esposa con el niño dormido en brazos. ¿Ella también lo habría visto?

–Yunho, creo que metí la pata –confesó HeeYeon, mirándolo preocupada–. Estaba hablando con Jongho y le conté nuestra estúpida anécdota del beso. Luego seguimos hablando de Seonghwa... no sé qué fue, pero algo que dije lo molestó.

Yunho se puso de pie. Jeonggi lo imitó, blanco como un papel.

–No te preocupes –le aseguró el rubio a la mujer, acariciándole el rostro con una mano mientras se inclinaba a besar al niño en la frente–. No fue tu culpa, está enojado conmigo. En verdad, no te aflijas, se le pasará... pero ahora debo ir con él –agregó, y con una última mirada a su amigo, se despidió de la pareja. 

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Al entrar en la habitación, Yunho halló a Jongho en la cama, haciéndose el dormido. Un panorama mucho mejor del que pensó que encontraría. Ya se había imaginado un revolotear de ropa, maletas y gritos encendidos acerca de traición y ruptura.

Intentando mantener esa calma milagrosa, cerró la puerta con llave y se dirigió a la cama, desnudándose antes de introducirse en ella.

–¿Debo despertar a éste bello durmiente con un beso? –preguntó en un susurro vehemente, mientras envolvía con sus brazos ese cuerpo amado, que se mantenía tenso y distante, impasible ante sus caricias. Cuando intentó besarlo en los labios, Jongho apartó la cara con un movimiento brusco.

–Hueles a vodka –le reprochó con frialdad.

–Tú hueles a muchas cosas ricas –concedió Yunho, sumiso, olisqueándole el cuello como un sabueso–. Apuesto a que estás delicioso –aseguró en tono meloso, mordiéndolo suavemente, pero fue rechazado.

–Quiero dormir.

–Dormir... Muy bien, de todos modos no te necesito despierto para esto, ¿o sí? –susurró, ardiente, mientras con un movimiento diestro bajaba la ropa interior de Jongho, excitado ante la idea de una pequeña batalla antes dominarlo y poder poseerlo con furia. Pero su contrincante se subió la ropa de inmediato, girándose hacia él con el rostro rojo de ira. 

–¿Qué te crees que soy? ¿Tu muñeca inflable?

–Buena idea, tal vez si soplo por aquí...

–¡No me toques! Estás muy mal acostumbrado, Yunho. Te crees que todo el mundo es como tú, al que pueden tomar sin pedir permiso y cuando se les viene en gana...

Sangre sobre hielo - 2ho / YunjongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora