CAPITULO 13-3

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Las alianzas parecieron resultar de maravilla. Como un talismán contra todo lo negativo, surgieron su efecto con una eficacia casi mágica. Eran sus doradas promesas, tangibles e inseparables, recordándoles el amor y el respeto por si alguna vez se veían tentados a olvidarlos.

No tuvieron ese inconveniente. Jongho fue el que sufrió el cambio más radical. Desde ese día se transformó en una versión mejorada de aquel joven dinámico que una vez había sido, cuando enfrentaba a su padre y al mundo desplegando su magia sobre el hielo, y resurgió de sus cenizas con la fuerza renovada de un fénix. Decidió ser responsable y obediente con su tratamiento médico, y cumplió las órdenes de sus nuevos doctores a rajatabla. No sólo se convirtió en el amante y el paciente perfecto, sino también en el estudiante ejemplar, pues desde ese mismo día comenzó a tomar clases para aprender a hablar en ruso, y aunque en poco tiempo descubrió que era algo para lo que carecía totalmente de aptitud, continuó intentándolo con esmero.

–Está bien, tómatelo con calma, algún día lo aprenderás –lo alentaba Yunho cuando, en un arrebato de desesperanza, arrojaba lápiz y papel al diablo, derrotado por aquellos incomprensibles símbolos y endemoniados sonidos ante los que su oído parecía volverse de piedra.

Yunho estaba tan encantado con tal muestra de dinamismo y buena voluntad, que no sintió el peso de cumplir con su parte del trato. Jongho no sólo lo acompañaba espiritualmente en su trabajo, sino que, literalmente, iba con él a todos y cada uno de sus entrenamientos. Sus días perdieron el tedio de la rutina al poder compartir con él cada momento. Se les hizo un hábito levantarse más temprano de lo que necesitaban hacerlo, pues aprendieron que no eran capaces de preparar el desayuno sin terminar enredados nuevamente entre las sábanas, práctica que atentaba contra cualquier intento de puntualidad.

Yunho manejaba cada mañana hasta el estadio y entrenaba duramente hasta el medio día bajo la minuciosa supervisión de Jeonggi y la atenta mirada de Jongho, que desde las gradas lo animaba y aguardaba pacientemente. Luego el día quedaba entero sólo para ellos, como había prometido a su amor. Solían almorzar en los mejores restaurantes de San Petersburgo, pero tampoco dejaban de visitar los preciosos "bistros", pequeños y encantadores lugares, económicos pero bellos, en donde se comían cosas deliciosas. Los canales y los ríos estaban helados, pero a Yunho le encantaba tomar café a sus orillas y hacer planes para el verano, cuando podrían dar largos paseos en barco por el río Neva y disfrutar de la ciudad desde otro punto de vista. Visitaban museos, palacios, iban al cine y al teatro, pero decididamente lo que más disfrutaba Jongho era hacer compras.

–Vamos, continúa gastando el dinero que yo gano con duro trabajo

–solía decir Yunho para molestarlo, pero nada impedía que Jongho derrochara billetes comprando toneladas de ropa para ambos, música, teléfonos celulares, cámaras digitales y prácticamente todo lo que se cruzaba en su camino.

–¿Cuándo me darás mi propia tarjeta de crédito? 

–¿Estás loco? ¿Crees que permitiría que pusieras tus manos sobre mis cuentas en el banco?

–Así no tendrías que preocuparte por dejarme dinero todos los días...

–No, sólo debería preocuparme por dónde iría vivir cuando embarguen mi casa... ¡Y ya deja de hacer eso!

Jongho lo estaba volviendo loco. Hacía media hora que asomaba entre los estantes llenos de juguetes haciendo pucheros de niño pequeño porque no complacía sus caprichos. A ese paso llegarían tarde a la cena.

–¿Has decidido qué comprar?

–No lo sé, ¡son todos tan lindos!

–Decídete de una vez, porque pasará la Navidad y seguiremos aquí buscando regalos.

Sangre sobre hielo - 2ho / YunjongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora