CAPITULO 12-2

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–Yunho... no estás obeso.

–¡Pero lo estaré en cualquier momento! Todo esto es tu culpa, todos los días cordero, tartas, chocolate... –le reprochaba, mirándose de frente y perfil ante el espejo, desesperado por descubrir dónde se habían acumulado tantas cosas ricas.

Desde la cocina, acomodando en la alacena las compras recién hechas, Jongho también le echaba miradas evaluadoras mientras intentaba disimular su risa. Si esos kilos realmente estaban allí, no podía encontrarlos; el maldito seguía tan esbelto como siempre.

–Tal vez sea tu ego lo que haga la diferencia en la balanza...

–¿Sólo cuatro kilos?

–... no, tienes razón, deberían ser cuarenta...

–Dieta –seguía diciendo el ruso palpándose el abdomen y las caderas, aunque siguieran tan firmes y torneadas como siempre–. Tendré que hacer dieta hasta que vuelva a entrenar, o no seré capaz de saltar ni un triple...

El silencio que se hizo de pronto fue demasiado evidente para poder ignorarlo. Yunho bajó la vista, olvidando de inmediato su frívola conversación. Casi sin quererlo había mencionado un tema que ambos, consciente o inconscientemente, rehusaban tratar, y el momento se había tornado tan incómodo como lo había imaginado. 

Jongho había quedado petrificado frente a la mesada de la cocina, sus manos apoyadas sobre el mármol, los comestibles aún a medio guardar. Cuando sintió los pasos acercarse por detrás, tomó una lata y la acomodó rápidamente en su lugar, intentando disimular su conmoción.

–Entonces me comeré yo solo los bombones que compramos – comentó con una sonrisa forzada, evitando volver su mirada.

Yunho se posicionó tras él, juntando sus caderas, presionando los labios contra su sien al tiempo que lo rodeaba con sus brazos.

–Tal vez necesite hacer más ejercicio... –susurró, ondulándose lentamente mientras apretaba su abrazo.

–Pues conozco una parte de ti que estará siempre en forma, querido, ya no paras de usarla...

Yunho sonrió, girándolo de frente a él para atraparlo en un beso profundo y dominante. Cuando se separó, había encendido en Jongho algo más que sus mejillas...

–Acaba de recordarme otra cosa más que maneja a la perfección, señor Jeong–susurró el castaño, agitado por la pasión que crecía en él.

–Colme mis oídos con su obsceno vocabulario, señor Choi... y le demostraré que una boca puede llenarse de algo más que de palabras vulgares... 

Jongho sonrió, dispuesto a no ceder tan fácilmente a su juego. Pero cuando Yunho descendió lentamente por su pecho hasta quedar de rodillas frente a él, extorsionándolo con la prohibida caricia de una lengua ardiente, debió a rendirse con la irrisoria facilidad con que se derrumba un castillo de arena ante el excitante aliento del mar...

El sexo en la cocina fue estupendo. Arrojar con violencia los objetos de una mesa para poseerlo apasionadamente sobre ella, era uno de los arrebatos preferidos de Yunho. Ver el sol hundirse en el horizonte mientras él se hundía en su amante, en cambio, era propiedad de Jongho. Ambos obtuvieron lo que deseaban, y el anochecer los encontró gimiendo su orgasmo enredados en la alfombra del living.

–No me importa tu dieta, iremos a comer afuera –había advertido Jongho con una sonrisa, secándose el cabello desde el baño, mientras Yunho, en la habitación, se enfundaba en un impecable sweater negro.

Pero en lugar de acabar el día comiendo a la luz de un fogón u observando las estrellas junto al lago, habían terminado en una sala de emergencias, con Jongho inconsciente y azotado por violentas convulsiones...

Sangre sobre hielo - 2ho / YunjongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora