CAPITULO 4-4

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–¿Quién le paga por hacer esto?

–¿Quién crees?

–... cuánto le pagó el maldito...

–El señor Choi es generoso a la hora de hacer negocios.

–Te pagaré el doble, pero déjame salir.

–Oh, una oferta tentadora –admitió el alemán con una sonrisa–, pero sugerida un poco tarde, ya no hay vuelta atrás. Y no soy tan estúpido como para creerte –La sonrisa del oficial fue tornándose diferente, y algo extraño brilló en sus ojos de acero–. De rodillas – ordenó de pronto.

Yunho tragó saliva, su mirada firme, pero no obedeció.

–¡He dicho de rodillas! –Al dar la orden en alemán, los otros dos lo arrastraron y obligaron a hincarse–. Así me gusta... –murmuró, acariciándole el pelo con bastante brusquedad. Yunho cerró los ojos cuando aquellos dedos fríos le rozaron los labios, introduciéndose dentro de su boca, dándole arcadas al profundizarse en su garganta–. Te gusta esto, ¿verdad? –preguntó con suavidad, humectándole los labios con aquellos dedos húmedos–. Sí, sé que te gusta... porque eres un putito insaciable...

Era inútil cualquier movimiento que Yunho quisiera hacer para escapar, los dos guardias a sus espaldas los sostenían con fuerza para inmovilizarlo en su lugar, mientras el oficial de ojos grises le dirigía la cabeza atrapándolo dolorosamente por el pelo.

–Campeón del mundo, que bonito... Pues veremos si eres igual de bueno para otras cosas –dijo mientras comenzaba a desabrocharse el pantalón–. Y será mejor que lo hagas bien o me divertiré mucho más contigo... Abre la boca... Lámelo bien y trágatelo todo, maldito perro ruso...

Los tres tomaron su turno.

Ahora hablaban entre ellos en alemán, riendo a carcajadas, burlándose de Yunho que permanecía de rodillas, mareado y nauseabundo, quebrado por la humillación y el desamparo. No recordaba haber deseado tanto ver a Seonghwa en toda su vida como en aquel momento, estar entre sus brazos protectores, oírlo decir que estaba a salvo, que él lo protegería, que lo amaba...

–No, no bello durmiente, despierta –dijo el alemán, poniéndolo de pie cuando estaba a punto de derrumbarse. ¿Ya estás cansado? ¡Pero si aún falta lo mejor!

Yunho gimió por anticipado cuando los dos oficiales lo sujetaron con fuerza para quitarle los pantalones. Pero cuando vio al jefe volverse hacia él comprendió que lo que iban a hacerle era mucho peor de lo que había pensado.

–Te gusta sentir cosas largas y duras en tu trasero, ¿verdad bonito?

–preguntó, golpeando rítmicamente contra su mano el bastón de policía que llevaba a la cintura–. Entonces esto te encantará... – aseguró, acercándose con una sonrisa perversa–. Y no olvides nunca –agregó susurrándole al oído momentos antes de hacer lo que había prometido– que esto es un regalo de parte de Choi Kiwoong... Que te lo envía para que aprendas a no ser tan puto... para que lo recuerdes cada vez que se te ocurra acercarte a su hijo... y para que te acostumbres, pues esto te sucederá a diario cuando él te envíe a la cárcel de por vida...


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–Ha sido un error de identidad. Era un prisionero sin identificación y acusado de graves delitos.

–¿Un error? ¡No hubo ningún error! ¿Espera que crea eso? Los demandaré por esto, pagaran todos, desde el primero al último de ustedes.

La voz de Seonghwa se hacía más fuerte a medida que avanzaba y retumbaba por el frío corredor. Cuando el oficial que lo acompañaba se detuvo frente a una puerta y la abrió con desgano, los ojos negros del ruso recorrieron la habitación rápidamente, ofuscado por no encontrar lo que buscaba. Pero al volver la vista a uno de los rincones... su expresión cambió por completo.

Sangre sobre hielo - 2ho / YunjongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora