CAPITULO 13-2

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Antes que el reloj despertador mostrara las 6:00 am en su pantalla de grandes números color verde, Yunho aplastó la alarma en un movimiento rápido y seco. La habitación todavía estaba en penumbras; la cama tibia y cómoda, ideal para que su niño durmiera aún tres o cuatro horas más, enrollado sobre sí mismo como estaba, respirando rítmicamente bajo un sueño tranquilo. Yunho suspiró, observándolo con sana envidia, deseando algún día poder conciliar el sueño de aquella forma, y besó su mejilla con cariño antes de levantarse. No quería molestarlo.

El baño estaba condenadamente frío. ¿Pasaba algo con la calefacción central? Sonrió. No, claro que no. El problema era que cada vez soportaba menos estar lejos de la calidez de Jongho. Con una mezcla de aburrimiento y desgano, tomó la pasta dental y la colocó en su cepillo. La tentación de no ir a entrenar se hacía cada día más difícil de resistir. Era curioso descubrir a esa altura de su vida que en las ansias casi desesperadas por ir a la pista todos los días mucho tenía que ver su deseo de no quedarse en casa. Ahora que tenía más de un motivo para no abandonar su hogar, compartir un lecho tibio con quien amaba se hacía evidentemente más seductor que una fría pista de hielo. Pero en fin, así eran las reglas del juego que había decidido jugar y debía respetarlas.

Envuelto en la cálida sensación del deber cumplido echó su pelo hacia un costado con un movimiento de cabeza, totalmente distraído, pero grande fue su sorpresa al descubrir que había otro reflejo en el espejo además del suyo. Jongho estaba de pie bajo el umbral de la puerta, vistiendo una remera de mangas largas dos talles más grandes que el suyo, con el cabello revuelto y el gesto iracundo y soñoliento.

–¿Adónde vas?

–A entrenar.

–¿Un sábado? –inquirió de mal modo.

Yunho mordió su cepillo con la mirada fría clavada en el espejo.

–Tengo que entrenar –informó escuetamente antes de continuar lavándose los dientes.

–Entrenas seis horas, cinco días a la semana, cuando no más, ¿eso no te parece suficiente?

–No llegué a donde estoy por ser perezoso. 

–No, si nadie va a acusarte nunca de ser perezoso Yunho, apuesto que no es eso lo que te quita el sueño.

El ruso volvió a detener el cepillo en su boca, taladrando ahora el reflejo con una mirada de profunda ofensa. ¡Se había sacrificado como un animal desde niño, entregando cuerpo y alma para su mejor formación, y ahora lo despreciaban por eso! Pero luego de que el relámpago de furia surcó su rostro, Yunho pareció tranquilizarse. Enjuagó su boca con lentitud, se secó el rostro con una toalla y tomó un peine azul con total naturalidad.

–Los Mundiales comienzan en un mes –explicó sin humor, peinando su lacio pelo rubio–. En los Nacionales y Europeos estuve bien, pero pasé demasiados meses inactivo para mi gusto. Enfrentar un Mundial no es cosa fácil, los entrenamientos deben ser más duros y si no refuerzo mis...

–¡No me digas cómo son los entrenamientos de temporadas! – interrumpió Jongho a los gritos– ¡Sé perfectamente cómo son! ¡No me hables como si yo no supiera nada, como si no los hubiera vivido! ¡Fui un patinador de competición, ¿lo has olvidado?! ¡Estuve en los mismos malditos torneos que tú! ¡Gané decenas de medallas! ¡Era un campeón! ¡Era un campeón! –gritó antes de deshacerse en sollozos, resbalando por la puerta hasta quedar sentado en el suelo, sus manos cubriéndole el rostro.

Yunho se giró lentamente para observarlo, estupefacto. ¿Qué rayos había sido eso?

–Estás histérico, Jongho–dijo luego de observarlo por un largo rato–. Estás insoportable desde que llegamos a Rusia –agregó con su voz más fría. 

Sangre sobre hielo - 2ho / YunjongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora