CAPITULO 2-2

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No regresó a su hotel sino hasta muy entrada la noche, tras haber merodeado por más de un pub nocturno y luego de cinco vasos de vodka que consumió con la naturalidad pasmosa de un ebrio.

Entró a la suite con gesto cansino y la mirada más opaca que nunca, dispuesto a encerrarse en su habitación y tenderse en la cama, esperando que el efecto del alcohol hiciera su trabajo y lo sumiera en un sueño profundo, y si la suerte lo acompañaba, descansar libre de sueños que lo atormentaran. No, no quería soñar, para pesadillas le bastaba la realidad. Pero apenas si había recorrido la mitad del corredor hacia su cuarto cuando una voz grave lo hizo detener.

Cerró los ojos por un momento. Simplemente quería irse a dormir...

-Yunho -volvió a llamar la voz con insistencia.

Bajó la cabeza, aún con los ojos cerrados. Y luego se volvió hacia la puerta entornada que había pasado por alto en su andar. La empujó suavemente, y se recostó contra en el umbral sin hacer nada por ocultar el cansancio que lo invadía.

-¿Dónde estabas? Mira la hora que es. Casi me matas de la preocupación.

Yunho no respondió. De hecho no hizo más que cruzarse de brazos, acomodándose mejor contra el muro, como si estuviera dispuesto a dormirse de pie allí mismo.

La habitación estaba a oscuras, completamente a oscuras a no ser por las luces de la calle que penetraban por un gran ventanal en el lado opuesto a la entrada. Sobre las paredes laterales las sombras convertían en formas tenebrosas lo que seguramente a la luz del día eran grandes estanterías llenas de libros, custodiando la figura de un imponente escritorio de madera oscura, detrás del cual, sentado en una butaca de cuero, un hombre esperaba en silencio una respuesta a sus preguntas. A simple vista podría habérselo descrito como la antítesis de Yunho: bajo, robusto, con una incipiente calva rodeada de cabello oscuro. Su rostro redondo y de facciones serias le conferían una edad aparente entre cincuenta y sesenta años, aunque su piel era tersa y sus arrugas casi inexistentes. Sus ojos pequeños y oscuros brillaban en la oscuridad, descubriendo parte del vigor que lo animaba, aunque no se hubiera movido un ápice para demostrar la preocupación que expresaba en palabras.

-Ven aquí.

Con un gesto cansado, Yunho pareció despegarse del marco de la puerta, y avanzar hasta donde le habían señalado. El hombre le estiró los brazos, y él se arrodilló a su lado.

-Cómo te atreves a desaparecer así luego de lo que ha pasado -le reprochó con el ceño fruncido. Pero luego la línea entre sus cejas  desapareció y su expresión mudó hacia la preocupación más pura-. Pensé que te encontraría muerto, desangrado en algún lugar - susurró acariciándole la mejilla, visiblemente aliviado de comprobar que sus temores ya podían desvanecerse.

Yunho no pareció molestarse con aquel contacto. Algo soñoliento permaneció inmóvil, arrodillado, recibiendo las caricias con silenciosa indiferencia.

-Estoy aquí -respondió encogiéndose de hombros, desganado.

-¿Has estado bebiendo?

-¿Y qué si lo hice? La competición ya ha terminado.

-¡Yunho! Hay un maldito suelto por la ciudad que puede estar dedicándose a matar patinadores, ¿y tú me preguntas qué hay de malo con estar de orgía hasta estas horas? ¿Acaso quieres terminar como Choi?

-No estuve de orgía -corrigió Yunho fregándose los ojos ardidos-, y no te enloquezcas pensando en un asesino serial... sé perfectamente bien quién atacó a Jongho.

Se hizo un silencio extraño, y aún en la oscuridad pudo verse el rostro del hombre palidecer.

-¿Qué dices? -preguntó en un susurro apenas audible. 

Sangre sobre hielo - 2ho / YunjongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora