Capítulo Tres: Terapia

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La sala de espera era muy elegante, casi parecía la exposición de un museo, llena de cuadros y piezas exóticas, colocadas con un finísimo gusto frente a unos sillones comodísimos. Gregory Lestrade estaba sentado en uno de ellos mientras esperaba. Estaba seguro de que aquel lugar sería del gusto de su marido. Esperaba que eso fuera una buena señal porque le había costado mucho decidir qué psiquiatra debía visitar y no confiaba par amada en su propio criterio. La puerta del salón de abrió y un hombre alto y muy elegante apareció tras ella y le sonrió levemente.

—El inspector Lestrade, supongo. Pase, por favor —le pidió a mientras hacía una leve reverencia y se echaba a un lado para permitirle entrar. Cerró la puerta tras de él y acto seguido le hizo un gesto alto indicarle su asiento—. Por favor, póngase cómodo.

—Gracias, doctor Rasmussen —dijo Lestrade mientras se sentaba, tensó, en su sillón de cuero, frente al que se sentó Hannibal—. La verdad es que no sé por dónde empezar. Es la primera vez que voy a un psiquiatra.

—Empezaremos por donde usted quiera, Gregory. Mi objetivo es ayudarle con lo que me aflige, pero no todos los pacientes se sienten cómodos abriéndose en la primera sesión, así que iremos al ritmo que necesite.

—Ah, bien, eso es bueno, creo —dijo tontamente Lestrade, mientras se rascaba la nuca nervioso. El hombre frente a él parecía que no tenía ninguna intención de presionarlo, solo lo observaba atentamente, pero no del modo que él se había imaginado. Nada de una libreta en la mano, tomando apuntes, sólo miraba con unos ojos penetrantes que parecían los de un ave de presa como él se tomaba su tiempo para pensar qué decir—. No le he dicho a nadie que iba a ir al psiquiatra. La verdad es que me he resistido a la idea porque me daba vergüenza.

—No tiene nada de lo que avergonzarse. Todos precisamos de ayuda en algún momento de nuestras vidas. Incluso los psiquiatras frecuentan a menudo a otros colegas de profesión para poder canalizar sus problemas.

Greg asintió e incluso le sonrió a Lecter quien le correspondió, Lestrade comenzaba poco a poco a sentirse un poco más cómodo, nunca le era sencillo abrirse a otras personas y habar de sus problemas.

—Soy beta —comentó y Hannibal asintió, lo supo desde el momento en que entró al consultorio—, y estoy casado con un omega —explicó.

—Los matrimonios entre betas y omegas ya no son considerados como una violación a las normas, la idea de que los omegas sólo podían emparejarse con alfas es un criterio que muy pocos consideran valido hoy en día —le recordó. Comenzaba a tener una idea de cuál era el problema que aquejaba a su paciente.

—Lo sé, siempre fuimos un matrimonio muy estable, pero desde el nacimiento de nuestro último hijo noté ciertos cambios en su comportamiento. —Suspiró mientras clavaba sus uñas en el cuero de su sillón.

—¿Usted cree que su esposo ha dejado de amarlo? —preguntó directamente.

—No..., no lo sé —corrigió Gregory rápidamente—. Nunca sentí algún tipo de complejo por ser beta. —Se encogió de hombros—. Pero en el último tiempo mi esposo a estado rehuyendo a mi contacto y eso ha comenzado a ser molesto, no estoy seguro si realmente soy lo que él necesita.

Hannibal asintió, como alfa sabía que su anatomía era muy diferente a la de los betas, se supone que ellos estaban "diseñados" para emparejarse con omegas, pero nunca le resultó impropio que un beta y omega tuvieran una relación. Él mismo siendo alfa era rechazado por Will, una parte de él comprendía las dudas de Lestrade, el rechazo no era sencillo de sobrellevar.

—¿Ustedes tienen hijos? —preguntó. Entonces vio un cambio en Gregory, él sonrió mientras asentía.

—Sí, dos niños y una niña —comentó y sin dudarlo sacó su billetera y extrajo de ella unas fotografías que se las extendió a Hannibal, él simplemente no pudo rechazarla—. Evangeline y Christopher son gemelos. —Señaló a los mayores—. Ethan es el más pequeño.

Caminos cruzados (Hannigram/Johnlock/Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora