Capítulo siete: Pasión

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Hannibal sentía cada golpe que Will daba a la puerta vibrando en su propio pecho y el olor a hidromiel estimulaba su pituitaria segregando una avalancha de excitación que estaba devorando su consciencia viva. Sus ojos afilados, que parecían del color de la sangre, miraron con desaprobación el enorme bulto en su pantalón que formaba su pene exigiendo que hiciera aquello que le correspondía como alfa. Will estaba suplicando, como debía ser, y aunque no lo hiciera él estaba en su derecho de tomar y poseer, ese era el instinto, pero Hannibal estaba más furioso que excitado. Se levantó de la cama donde estaba y abrió el primer compartimento de la cajonera para sacar un supresor autoinyectable que se clavó con fuerza contra la pierna, dándose una fuerte descarga de la sustancia. Tomó otro y con grandes zancadas se dirigió a la puerta de la habitación, quitó el pestillo y la abrió dando un tirón. Will cayó sobre él y sólo consiguió mantenerse de pie apoyándose contra su fuerte pecho.

—Oh, Dios, gracias —exclamó Will aliviado, enterrando su nariz entre la mata de pelo de sus pectorales, pero Hannibal lo agarró del cabello y tiró de él hacia atrás para apartarlo. Will vio entonces el supresor en su otro mano, levantada como si en realidad llevase un puñal en sus manos—. Ha-Hannibal, no, por favor —volvió a suplicar mientras se revolvía, pero él le clavó el supresor sin contemplaciones y vació el líquido mientras él gritaba de dolor. Su cuerpo convulsionó unos instantes, antes de perder la fuerza y quedar flácido, sujetado por los brazos de Lecter.

Hannibal sujetó con fuerza a Will y se dejó caer en el suelo con él en sus brazos, lo abrazó fuertemente mientras besaba sus húmedos cabellos, sabía que en algún momento Will le recriminaría su decisión, pero era lo correcto. No podían estar juntos, no cuando sentía que el omega lo buscaba sólo porque sus instintos así se lo ordenaban. Will nunca se entregaba a él por voluntad propia y era algo que ya no podía soportar.

Cuando comprobó que Will ya no despertaría se levantó y lo llevó hasta la cama en donde lo dejó, le quitó la ropa empapada en sudor y luego fue al baño en busca de dos toallas, humedeció una y con cuidado limpió el cuarto de Will, trató de no tocarlo demasiado, no quería que sus instintos nuevamente reaccionaran. Vio como entre sueños el omega emitía algunos gemidos débiles, pero él los ignoró, al terminar de limpiarlo buscó ropa limpia y lo vistió para finalmente cubrirlo con las sabanas.

—Lo siento, Will. Sé que me odiaras por esto —susurró mientras apartaba unos cuantos risos que se pegaban a su frente—. Pero es lo mejor. —Se inclinó sobre él y besó su frente en un gesto de ternura.

Si su relación fuera diferente él hubiera sido el hombre más feliz de complacer a Will, pero el omega no sentía lo mismo, a veces creía que Will sólo pasaba sus celos con él porque no tenía más alternativas, a su edad pasar un celo en completa soledad era demasiado doloroso de soportar, era una apuñalada en el pecho reconocer que el omega nunca lo escogería por voluntad propia si pudiera. Por eso le estaba dando a Will la posibilidad de regresar a su antigua vida, con dolor tenía que aceptar que una parte de él sabía cuál sería la respuesta del omega una vez que este momento incomodo llegar a su fin.

Hannibal se alejó y buscó entre sus cosas su cuaderno de bocetos, se sentó en el sillón frente a la cama y comenzó a trazar líneas que pronto se convertirían en un nuevo retrato de Will, quería retratar al omega tanto como le fuera posible, en el futuro sería lo único que le quedaría de él.

ooOoo

Will sentía que todo el cuerpo le dolía y los parpados le pesaban demasiado, tanto que abrirlos fue simplemente agotador, tenía la mirada borrosa y le tomó unos minutos reconocer en donde se encontraba, la cabeza le punzaba y aun sentía un poco de calor, un aroma conocido llegó hasta él. Desvió su mirada y vio a Hannibal sentado en el sillón profundamente dormido, los ojos de Will se llenaron de lágrimas al recordar lo que había sucedido, apretó con fuerza las sabanas entre sus manos, no estaba enojado con el alfa, al contrario, de cierta manera le agradecía lo que hizo, aun así, le dolía haber sido rechazado.

Caminos cruzados (Hannigram/Johnlock/Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora