Capítulo Veintidós: Felicidad

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Le habían dicho que el bebé venía para julio y ahora que estaban en junio Hannibal no podía estar más nervioso, aunque lo disimulaba, sus clientes incluso notaban su distracción y muchos de ellos estaban enterados de que pronto sería padre. Solían preguntarle a veces cómo iba todo y él les decía con una leve sonrisa que todo marchaba perfectamente, sin querer entrar en detalles ante desconocidos estúpidos que no tenían por qué conocer los pormenores de su vida y mucho menos que Will apenas era capaz de dormir por las noches, lo que lo tenía extremadamente preocupado.

Will se levantaba casi a cada media hora porque notaba que tenía ganas de ir al baño, o se retorcía porque le había dado un calambre en algún músculo. Aunque le habían dicho que era normal que tuviera pequeñas contracciones de vez en cuando el estado del útero de Will hacía que hasta el más pequeño movimiento resultara una tortura y si Dante le daba una patada casi siempre acababa vomitando por el dolor.

—Nos vemos la semana que viene, señora Weston —despidió Hannibal a su último paciente antes de cerrar la puerta y servirse una copa de vino que se obligó a beber con lentitud, intentando disolver el nudo que se le había formado en la garganta.

Will quería esperar unas semanas más antes de que le practicaran una cesaría, por seguridad para el bebé, pero Hannibal no dejaba de pensar cómo podía convencerlo para que adelantaran la operación. Con ocho meses era muy improbable que existiera alguna complicación. El bebé estaba totalmente formado, aunque bajo de peso y Hannibal no podía seguir viendo lo que la presión del embarazo estaba ocasionando en su futuro esposo. Se estaba volviendo loco y no podía seguir así, de modo que decidió pasar a comprar un carísimo mosto al que Will se había aficionado al no poder consumir alcohol y pensó en el menú que iba a hacer en la cena para preparar a Will para la charla.

Cuando Hannibal llegó a casa no le sorprendió encontrarla en completo silencio, en los últimos meses Will dormía más de lo habitual y los perros se mantenían callados para no molestar a su sueño, era extraño y a la vez fascinante como unos animales parecían comprender lo que estaba sucediendo con el omega. Lecter fue a la cocina en donde dejó las compras realizadas y luego se dirigió al cuarto donde Will descansaba. Al entrar el dulce aroma del omega inundó sus sentidos, pero lo que sin duda lo sorprendió y lo hizo sonreír al mismo tiempo fue ver que Will había construido un nido, el omega se había apoderado de la mayoría de las mantas y sabanas de toda la casa, así también como parte de su ropa, se acercó a Will y lo vio profundamente dormido rodeado de sus prendas mientras sostenía contra su pecho su camisa favorita.

Hannibal ni siquiera lo pensó, se quitó los zapatos, el saco, el chaleco y finalmente la corbata, los dejó sobre la cama y con pasos lentos para no despertar a Will se acostó a su lado, el nido era lo suficientemente grande para albergarlos a los dos. Hannibal abrazó al omega por la espalda y puso una mano sobre su vientre mientras besaba la mejilla del omega. Will inconscientemente se movió buscando el contacto de su alfa, suspiró entre sueños y una sonrisa adornó sus labios. En ese momento Hannibal supo que Will se estaba preparando para convertirse en madre, no tenía dudas de que sería el mejor, él también haría todo lo que estuviera en sus manos para ser un buen padre. No supo en qué momento sucedió, pero se quedó profundamente dormido abrazado al amor de su vida.

ooOoo

El tiempo continuó su curso, era una bonita mañana de verano, Hannibal se había despedido de Will prometiéndole que estaría a la hora del almuerzo así podrían comer juntos. El omega simplemente asintió y despidió a su alfa con un beso, en ningún momento le comentó a Lecter las punzadas que había comenzado a sentir en el vientre.

Caminos cruzados (Hannigram/Johnlock/Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora