Capítulo catorce: Descubriendo la verdad

174 29 0
                                    



John siempre había tenido problemas a la hora de observar según qué cosas. Era muy bueno detectando con sólo verlo cuando alguien estaba enfermo, pero no era muy atento era más espeso cuando se trataba de captar indirectas o comportamientos extraños y no fue hasta unos días después que se dio cuenta de que a Sherlock le ocurría algo. Abandonaba la cama para bajar hasta el salón del primer piso que había pertenecido a la señora Hudson para tocar el violín cuando creía que todos dormían o simplemente dejaba la cama vacía. John lo descubrió un día que se levantó para ir al baño. Su esposo estaba sentado en la oscuridad en uno de los sillones del salón inferior, en su típica pose de pensar, con las piernas subidas al sofá y las manos juntas en posición de rezo. El ordenador portátil estaba encendido sobre la mesa.

—¿Sherlock? —preguntó John, soñoliento y preocupado. Automáticamente el omega salió de su ensoñación y cerró la tapa del ordenador con un brusco movimiento y miró a su esposo con una sonrisa nerviosa. Le dio la risa floja al ver su pelo rubio despeinado como si fueran las púas de un erizo.

—Estaba mirando videos de mutilaciones —dijo—. Por curiosidad profesional —aseguró y John parpadeó, antes de rascarse la cabeza.

—Ya... me gustaba más cuando te dio por ver videos de dermatólogos.

Sherlock rió, aun recordaba eso, pasó largas horas navegando en internet buscando todo tipo de información. El omega abrió la computadora y luego de borrar el historial de búsqueda la apagó, la dejó en su lugar y se levantó. John le sonrió y rodeó su cintura con uno de sus brazos.

—¿Vamos a dormir? —preguntó el alfa y Sherlock asintió.

—Sí, vamos.

Caminaron juntos hasta la habitación y mientras John se acostaba Sherlock se quitó la bata para luego hacer lo mismo, esa noche buscó los brazos de su alfa y él no dudó en abrazarlo con fuerza. Sentía que algo le preocupaba a su omega, pero no quería presionarlo para que hablara, si se trataba de algo serio estaba seguro que él se lo diría. Mientras John roncaba Sherlock permaneció despierto, aun no podía creer la información que encontró en internet, Mads Rasmussen y Will Allen eran una completa mentira, nombres falsos que estaban usando para huir de la justicia, la realidad era que Mads era Hanninal Lecter, aquel asesino caníbal que el FBI buscó por tanto tiempo y que luego dieron por muerto.

Ahora comprendía los motivos por los cuales se mudaban constantemente, lo que no comprendía era porque Will estaba con él, el omega no le parecía una mala persona, era difícil de creer que había unido su vida a un asesino por amor. Estaba muy confundido, además, sabía que Mycroft y Greg estaban tomando terapias con él, una parte de él tenía miedo de que les hiciera daño. Esa noche Sherlock tomó una decisión, hablaría con su hermano y pediría su ayuda en este asunto, no quería que John lo supiera, de hacerlo querría enfrentar a Hannibal y eso no terminaría bien. El omega no pudo dormir, se levantó varias veces a vigilar que sus hijos estuvieran bien.

ooOoo

Sherlock aprovechó la mañana soleada para ir a visitar a Mycroft, sabía que los niños estaban en la escuela y Greg en su trabajo, además, ese día la señora Hudson no estaría ayudándolo con Ethan así que podrían hablar con tranquilidad sin temor a que nadie los descubriera. Sherlock había podido evitar que sus hijos fueran al parque, pero no sabía por cuánto tiempo más podría hacerlo. El omega hizo señas a un taxi y luego de subir le indicó la dirección de la casa de Mycroft, revisó su celular, tenía varías llamas de Will que no respondió, lo haría en cuanto tomara una decisión. Al llegar le pagó al taxista y bajó del auto, tocó el timbre y minutos después Mycroft lo recibió con el pequeño Ethan en sus brazos.

Caminos cruzados (Hannigram/Johnlock/Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora