Capítulo 17

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Lo miro expectante, tratando de ver la verdadera razón para haber detenido lo que estaba pasando entre nosotros. Lo entiendo. A pesar de todo puedo entender que se encuentre nervioso, así que lo tomo de la mano y lo llevo al baño ubicado en la habitación principal.

Cuando nos detenemos frente a la puerta no puedo evitar cometer una pequeña travesura. Mientras me mira algo cohibido, hundo el dedo que estuvo dentro de él en mi boca y lo chupo con ganas, lamiendo todos los fluidos que arrastré de su trasero.

—Sabes delicioso—le digo sugerentemente, sin apartar su mirada de la suya—, pero es apenas un pequeño bocado de ti. Quiero comer la fruta completa.

Un pequeño rubor se instala en sus mejillas y es entonces cuando sé que todo en él me fascina, desde su olor hasta esos pequeños detalles que la hacen ver tan hermoso.

Sale casi a la carrera con dirección al baño y cierra la puerta con seguro una vez está dentro de él.

Me dirijo a la cama y me siento a esperar por él. Pongo los codos en mis muslos y dejo caer la cabeza en peso sobre mis manos. Esto se está saliendo de control. Siento que me estoy dejando ir con él y eso me hace sentir vulnerable.

Poco después la puerta del baño se abre y quedo pasmado cuando el chico aparece en todo su esplendor, completamente desnudo. Lo recorro de pies a cabeza deteniéndome durante un largo rato en su precioso miembro semi-erecto, que se encuentra perfectamente rasurado con un hermoso corazón hecho con sus propios bellos. Subo hasta sus pecho y me maravillo con la coloración rosada de sus pezones crispados. Olvido todas mis preocupaciones y provisto de toda mi determinación me levanto de la cama de un salto y llego a él para alzarlo entre mis brazos y montarlo a horcajadas sobre mis caderas.

—¿Acaso piensas matarme de un infarto?

Me acerco a él, pero esta vez me impide hacerlo. Entrecierro los ojos y lo observo fijamente para ver que se trae entre manos. Extiende una sonrisa pícara en su cara y eso me alerta y me hace comprender que es el momento de jugar a la guerra de poderes y eso me pone más cachondo que nunca.

—Te dije que no todo iba a estar disponible cuando tú así lo quisieras.Me dice con chulería y desparpajo.

—Pues si veo que algo se me resiste, voy a ir por ello hasta que logre conseguirlo.

Hago uso de mi fuerza y aprisiono su cuerpo contra la pared con el uso de mi propio cuerpo. Hundo una de mis rodillas entre sus piernas y la empujo rozando su miembro haciéndolo gemir con soltura. Tomo sus brazos y los elevo sobre su cabeza y los sujeto con una de mis manos, mientras con la otra comienzo a pellizcar las puntas de sus pezones.

—¿Es así como te gusta? ¿Te excita que te tomen a la fuerza?

Grita con fuerza cuando chupo uno de sus pezones mientras el otro lo aprisiono entre mi índice y mi pulgar. Muevo la rodilla para frotar su miembro, sin darle tiempo a nada. Atacándolo por todos los flancos.

—Me gustan los hombres vigorosos y decididos. Que sepan conducir a otro sobre la cama.

Estoy en el maldito cielo. Este doncel es una bomba.

—Entonces estás en el lugar indicado, preciosura. Te voy a enseñar que buen conductor puedo ser.

Lo giro y pongo su pecho contra la pared. Sujeto con una de mis manos sus muñecas en alto y con la otra desato la correa, el botón y la cremallera de mi pantalón. Bajo el bóxer y dejo mi miembro al descubierto, al tiempo que saco la cartera de mi bolsillo y extraigo un condón. Lo lanzo al piso y rompo el empaque con los dientes, mientras suelto sus muñecas brevemente y cubro mi polla con el látex. Pongo nuevamente sus brazos en alto y separo sus piernas con mi pie y una vez que estoy listo, tomo mi polla con la mano libre y la acomodo en el centro de su trasero y me hundo dentro de él, de un solo empujón.

Ambos gemimos en un grito lastimero que nos indica la intensidad de este maravilloso momento. Las sensaciones se desatan con descontrol, mientras contengo las fuertes emociones que se están desarrollando dentro de mí. Una vez que siento que se adapta a mi tamaño, comienzo a penetrarlo con movimientos acelerados y progresivos. Su estreches me vuelve loco y la forma en que succiona mi miembro está al borde de hacerme perder la cordura.

—¿Es así como lo deseabas? —susurro en su oído mientras jadea sin control—. ¿Un hombre que te haga sentir hasta lo más profundo de tus entrañas?

Empujo duro. Hasta apreciar que toco lo más profundo hasta su próstata con la punta de mi polla. Él empuja su culo hacia atrás, pidiéndome con ello que me introduzca todavía más profundo. Nuestros gemidos son tan sonoros que estoy seguro que pueden escucharnos en todo el edificio, sin embargo me importa una mierda quien nos oiga, porque pienso disfrutar de él hasta quedar completamente satisfecho.

Meto mi mano por debajo de uno de sus muslos y levanto su pierna para tener mayor acceso a él. Su trasero es caliente, húmedo y delicioso. Me fascina como mi polla sale y entra con dificultad de su exquisito aro rugoso . En un par de empujones más lo siento llegar a la cima de su resistencia y lo oigo gritar el intenso orgasmo que lo sacude. Sus chillidos no hacen más que acelerar mi placer e irremediablemente me dejo ir con él, sorprendido por un intenso orgasmo que hace temblar cada rincón de mi cuerpo.

Nuestros cuerpos convulsos se van calmando poco a poco y mientras sucede, volteo su cara para absorber sus jadeos con un beso posesivo y demandante. Chupo su lengua una y otra vez, mientras le doy las últimas penetraciones. Apoyo mi frente en la parte posterior de su cabeza, mientras dejo que mi respiración se estabilice. Dejo besos en su cuello y en su hombro, mientras espero a que él se relaje y el ritmo de su respiración vuelva a la normalidad. Salgo de él y la giro lentamente, hasta que conecto una vez más mi mirada con la suya. Veo curioso cierto brillo en sus ojos como si estuviera a punto de llorar.

Una especie de sentimiento profundo y natural me hace alzarlo en mis brazos y mientras dejo besos en sus labios lo llevo a la cama y lo acuesto con sumo cuidado.

—¿Quieres irte?Le pregunto con inquietud, porque no quiero dejarla ir.
—No.Me responde seguro de sí.

Respiro con alivio al oír su respuesta, ya que tenía temor de que me pidiera que lo dejara marchar. Siento una extraña conexión con él . Como si este chico fuera la pieza faltante de mi rompecabezas. Y lo más preocupante de todo es que el sexo fue más que formidable... fue surreal.

Sacudo los inoportunos pensamientos y vuelvo a centrar mi mente en este lugar y en este preciso momento. Para recordarme una y otra vez a lo que he venido aquí.

—Bien, preciosura. Porque aún no he terminado contigo.

El doncel equivocado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora