Capítulo 21

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Me encantó pasar la noche contigo, fue extraordinario.

Eres un doncel sorprendente, me dejaste con ganas de más.

Me sorprendiste de la mejor manera. Nunca había estado con un doncel tan maravilloso como tú. Espero que encuentres un hombre que te valore y que te dé el lugar que te mereces. El de un rey.

Pero... ¿Qué coño estoy haciendo? ¿Acaso he perdido la cabeza?

Tomo todas las hojas, las hago pedazo y las lanzo a la basura. Luego recuerdo el momento en que el chico y yo, nos encontramos en el bar y nunca nos dijimos nuestros nombres. Tal vez sea mejor así, permanecer en el anonimato, ya que nunca más nos volveremos a ver.

Finalmente decido colocar en la hoja el único asunto por el que nos encontramos esta noche. Nada de nombres, ni siquiera referirme a lo bien que me sentí con él, el fabuloso sexo que hemos tenido y mucho menos las extrañas emociones que ha logrado despertar en mí.

"Solo fue sexo"

Leo la nota una y otra vez, poco convencido de que eso haya sido realmente de esa manera. Me acerco una vez más a la cama y me arrodillo frente a él para recorrer las hermosas facciones de su cara por última vez. Es realmente hermoso y no dudo de que sea también un doncel espléndido y maravilloso. Elevo mi mano y tomo un mechón de su cabello rojo entre mis dedos para disfrutar de su sedosidad. Lo devuelvo a su lugar con cuidado y, sin poder evitarlo, me incorporo y dejo un beso en sus labios, tan somero que apenas percibo la suavidad de su dulce y exquisita boca. Cierro los ojos, porque en el mismo instante en que lo beso, hay algo dentro de mí que me implora que me dé una oportunidad con él. Que vuelva a la cama y deje que el destino decida por mí.

Pero entonces recuerdo ese sueño perturbador y lo mucho que me lastimó Jumin y comprendo que este doncel puede llegar a hacerme más daño del que él, me hizo.

Me pongo de pie y, antes de abandonar el lugar, saco unos cuantos billetes de la cartera para que al despertar pueda pagar un taxi que lo lleve de regreso a su casa. Los dejo junto a la nota y me marcho de esta habitación antes de que cometa la mayor estupidez de toda mi vida.

Al cerrar la puerta, una vez que estoy en el corredor, siento que mis pies se entierran sobre la alfombra e intentan detenerme para obligarme a dar marcha atrás y que vuelva con el hermoso pelirrojo a la habitación. Paso las manos una y otra vez por mi rostro indeciso sobre qué decisión tomar, pero cuando opto por mandarlo todo al maldito demonio y regresar con él, las puertas del elevador se abren y entro a el, antes de que sea demasiado tarde.

Llego al estacionamiento y subo a mi moto. Algo dentro de mí me dice que estoy cometiendo un grave error, aun así decido alejarme lo más pronto de aquí.

A medida que avanzo por las calles de la ciudad, apenas siendo las 6:30 de la mañana, las imágenes de todo lo que sucedió entre nosotros regresan una y otra vez a mis pensamientos. No se detienen en ningún momento y mucho menos aquel instante en que como toda una deliciosa seductora, salió del baño completamente desnudo semejando a una maldito dios sexual. Esa fue una sorpresa tremenda y juro por Dios, que mi boca fue a dar al piso junto con el mentón sonrío con el recuerdo. Es un doncel realmente sorprendente y refrescante.

Llego a mi casa y no me molesto en entrar al estacionamiento. Dejo la moto aparcada al frente y al bajar, guardo el casco en la maletera. Entro a la sala y dejo las llaves sobre la mesa de la entrada. Me quito la chaqueta y después de colgarla en el perchero, me dirijo a la cocina para prepararme un poco de café. Saco un cartucho de la despensa y lo inserto en la cafetera. Meto la taza y espero a que se llene del delicioso líquido oscuro.

Una vez que tomo un sorbo de café, camino en dirección al ventanal que da a la entrada de la casa y me quedo observando la gente que pasa frente a ella... unos andando en bicicletas, otros trotando y algunos simplemente tomados de la mano o llevando sus hijos camino a la escuela.

Vuelvo a pensar irremediablemente en el chico. En sus pequeños gemidos, en sus incesantes jadeos y la forma íntegra en que se entregó a mis brazos. No puedo borrarlo de mi memoria por más que lo intento, ha causado un gran impacto en mí.

Me tomo el café y mientras camino de vuelta a la cocina, pienso en algo que me crispa los nervios y llena mi pecho de angustia y desesperación.

Me desplazo veloz hacia la mesa donde deje las llaves y dejo la taza tirada allí. Cojo la chaqueta rápidamente y monto apresurado sobre la moto, olvidando incluso ponerme el casco. Acelero a máxima velocidad para tratar de llegar al hotel antes de que él despierte.

Apenas me estaciono, me bajo rápido y le lanzo las llaves al chico del parking, para salir casi corriendo directo hacia el elevador. Una vez que se detiene en el piso donde está la habitación, salgo como alma que lleva el diablo y al llegar a la puerta abro con cuidado, evitando hacer ruidos que lo despierten.

Mi sorpresa es tal cuando encuentro la cama vacía y veo a la chica de la limpieza salir del baño.

—Disculpe, buenos días —pregunto desesperado—. ¿Ha visto al chico que estaba en esta habitación?

—Buen día, caballero. Hace unos cinco minutos se marchó.

¡Joder, joder, joder!

Miro en dirección a la mesa en la que se me ocurrió dejar la maldita nota junto con los billetes y noto que ya no están. Me acerco hasta allí y veo con pesar los pedazos de billetes tirados en el piso y la nota hecho una bola. Cierro los ojos y me maldigo por haber sido un patán insensible y darle la errónea impresión de que con lo que hice, le di a entender que le pagaba por sus servicios sexuales como si se tratara de un puto y, lo peor de todo, es que ni siquiera puedo resarcir el daño que he hecho, porque como todo un maldito cobarde nunca tuve el valor de preguntarle su nombre, ni mucho menos tomarme la cortesía de preguntarle donde vivía.

Decido salir de allí para bajar a la recepción y ver si puedo darle alcance. Recojo la nota del piso y le agradezco a la chica por la información que me dio.

Me detengo frente al elevador y, para mi infortunio, se encuentra en la planta baja. Presiono el botón de llamado una decena de veces, como si con ello fuera a hacerlo subir. Cuando veo que tarda más de lo debido, decido bajar por las escaleras aunque me tome más tiempo de lo necesario, porque estoy tan impaciente por aclararlo todo con él, para evitar que se lleve una mal impresión de mí y le dé un significado equivocado a lo que hice. Bajo los escalones como un maldito desquiciado y en unos cuantos minutos y completamente sudado llego al lobby y comienzo a buscarlo. Pierdo el control cuando no lo veo por ninguna parte, así que decido ir con el recepcionista para averiguar algo sobre él.

—Buenos días. ¿Podría por favor darme una información sobre el inquilino de la habitación 185?

—Buenos días, caballero. Lo siento pero por seguridad de nuestros ocupantes, no podemos darle ninguna información.

¡Maldita sea! Saco de la cartera mi identificación para ver si así puedo obtener algo de él.

—Disculpe, señor Junwo—advierto su nombre en la identificación que lleva pegada en su pecho de su chaqueta—, Yo fui la persona que alquiló anoche esa habitación, pero tuve que salir temprano y dejé a mi novio allí, mientras realizaba una diligencia. Solo que al regresar no lo encontré y estoy sumamente preocupado por él . Así que necesito saber, ¿si usted la vio salir?

Espero que esto de resultado. Toma la identificación del mostrador y lo compara con los registros de su computadora.

—Efectivamente, señor Kim, el señorito abandonó la habitación hace como diez minutos. Me acerqué a él debido a que me preocupó verlo salir llorando del ascensor. No quiso decirme lo que le pasaba, solo me pidió que llamara un taxi para él, pero afortunadamente había llegado uno en ese momento y lo ayudé a subir a él.

—Gracias por su ayuda.Ya no hay nada que pueda hacer.

—Un gusto haberlo ayudado, señor Kim.

Esto que hice con él no tiene perdón de Dios y no voy a ser capaz de olvidarlo por el resto de mi vida.

El doncel equivocado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora