Capítulo 65

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Sin previo aviso, sacas sus dedos de mí y hunde su polla de un solo impulso, llenándome por completo y haciéndome volar por los aires. No le doy tiempo para adaptarme porque estoy tan enloquecido que apenas lo siento dentro de mí, comienzo a mover mis caderas en forma tan violenta que la silla cruje como si fuera a partirse. Me quita la camisa lentamente y la deja caer al suelo, para dejarme desnudo sobre su regazo.

—¡Maldición, cariño! Me vas a volver loco, amo tu ímpetu y la manera en que te pierdes cuando te hago el amor.

Deja caer mi espalda lentamente sobre la mesa, mientras desliza la palma de su mano por el centro de mi cuerpo, como si me estuviera adorando o reconociendo cada espacio de mi piel.

—Eres mío, Jinnie y al único doncel al que amo con toda mi puta alma... nunca lo dudes, cariño, eres y has sido él único por el que albergo sentimientos tan puros y tan profundos.

Sus palabras me emocionan y accionan esa parte de mí que aún se mantenía contenida. Lo dejo ir todo y me entrego a cabalidad, con el alma y con el corazón. Se los ofrezco en una bandeja, para que se sirva de ellos a plenitud y se haga dueño absoluto de mí y de cada uno de mis sentimientos... soy suyo a partir de este momento de manera incondicional, suyo para que me moldee a su manera y para que me reconstruya con su amor a partir de la nada.

—Yo... yo... soy tuyo, cielo —le digo con la voz entrecortada.— En todos los sentidos.

Me sujeta de las caderas y entierra los dedos en mi piel, mientras acelera sus embestidas y entra y sale de mí con un ritmo demoledor, que catapulta en cuestión de segundos una onda de placer que se replica en todo mi cuerpo y me hace estallar en un nuevo orgasmo sin precedentes. Las sacudidas son intensas y arrebatadoras y absorben todas mis energías, dejando mi cuerpo cansado y flácido, tendido sobre la mesa. No demora en seguir mis pasos, cuando lo escucho gemir inconteniblemente, al tiempo que vacía todo su semen dentro de mí.

—Es una delicia esta vista que tengo de nosotros dos, conectados y unidos en uno solo —se inclina y me da un beso en medio de mi pecho, que me hace sonreír extasiado por su amor.— Debería fotografiar este momento y exhibirlo en un portarretrato, para verlo cada vez que se me antoje.

Suelto una carcajada al oír la locura que se le ha ocurrido.

—¿Te imaginas la cara de nuestros amigos, cuando vean una imagen de nuestros sexos en la repisa de la sala?

No podemos parar de reír ninguno de los dos.

—No, lo pondría en nuestra habitación o en mi oficina privada -me dice con la mirada oscura.— Solo para el deleite de nuestros ojos.

Me incorporo y lo rodeo en un abrazo que le dice lo mucho que lo amo.

—En ese caso, no será necesaria una fotografía —le digo insinuante.— Porque podrás disfrutar de la imagen en vivo, cada vez que quieras hacerlo.

Nos damos un nuevo beso, lleno de nuevas intensiones.

—Será mejor que nos detengamos ahora mismo, de lo contrario no pararemos de hacer el amor en cada rincón de la casa y te aseguro, que voy a guardar una imagen de cada uno de esos momentos.

Lo beso de nuevo, porque no me canso de hacerlo.

—Pues en ese caso, me encantaría comenzar a dejar registros de mí, por toda la casa —le digo mientras roso sus labios con los míos.— Para que cada rincón al que mires solo te hable de mí.

Deja salir una sonrisa hermosa y pícara que me llena de emoción.

—Me encanta esa propuesta, Jinnie y te aseguro que lo haremos una vez te dé de comer, te quiero lleno de mucha energía, porque este día será largo para nosotros.

Sus palabras me hacen estremecer de solo imaginar lo que me espera en sus brazos durante las próximas horas. Sin embargo, el sonido del timbre nos saca de nuestro momento romántico y nos obliga a dejar para después nuestros emocionantes planes.

—Yo me encargo, cariño, ponte la camisa y ve a limpiarte.

Nos damos un beso muy apasionado, antes de que él abandone mi cuerpo y se marche para ver quien ha llegado a casa.

Recojo la camisa del piso y salgo corriendo a la habitación antes de que Nam alcance la puerta y el visitante me encuentre desnudo y con olor a sexo. Voy al baño y lavo y una vez listo, tomo una nueva camisa del closets y bajo enseguida para encontrarme de nuevo con él. Espero que la visita no se haya quedado, lo quiero solo para mí y disfrutar de cada segundo a su lado.

Cuando alcanzo la planta baja escucho que Nam, alza la voz de forma furiosa y enseguida todo mi cuerpo se tensa, presintiendo que la persona que ha llegado no es bienvenida por él. Me dirijo apresuradamente a la sala y una vez que llego, veo a un doncel guindado de su cuello y suplicando que lo perdone.

—Por favor, Moni, perdóname... nunca debí irme, cometí una equivocación al hacerlo, pero he comprendido que tú eres el hombre que realmente amo.

Jimin .... una furia inmensa comienza a crecer dentro de mí y los celos se desatan clamando que defienda lo mío y luche por él, si es preciso, con las uñas.

—Lo siento, Jimin, nuestro tiempo pasó... ya no significas nada para mí, será mejor que te marches ahora mismo.

Aprieto los puños, porque no voy a permitir que este arribista quiera quitarme lo que es mío.

—¡Suéltalo! —grito furioso.— Será mejor que quites las manos de encima de mi novio o juro que seré yo mismo quien te las quite.

El doncel equivocado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora