Capítulo 39

1.4K 248 9
                                    

El tiempo comienza a correr lentamente, cuando sale de su boca la idea más absurda y descabellada que haya oído alguna vez. Me levanto de la cama como si hubiera sido eyectado desde una aeronave y me detengo frente a él, para pedirle explicación, acerca de lo que acaba de soltar.

—¿Acaso te has vuelto loco? —le grito con voz agitada—. Me has puesto un DIU hace tan solo quince días ―hago gestos inentendibles con mis manos como poseso, tratando de decirle que es una idea disparatada lo que se le ha ocurrido―. Así que... ¿De dónde sacas una idea tan estúpida como esa?... ¡no soy la virgen María! —le grito a punto de sofocarme.— nadie queda embarazado por obra y gracias del Espíritu Santo y tampoco hay un José a quien echarle la culpa, porque sencillamente no hay alguien en mi vida con el cual esté ¡Follando!

Mi pecho suba y baja ininterrumpidamente, como si acabara de correr 8 kilómetros continuos, con un peso a cuesta y un par de zapatos de cemento en cada pie.

―Yo solo te digo qué...

Mi amigo Tae arremete, apoyándome ante tan inmensa locura.

―Que estás quedando mal ante nuestros ojos, doctorcito de facsímil ―le dice mi amigo con pose altanera y con brazos en jarra, dispuesto a defenderme a toda costa―, que mi amigo no sabe lo que es oler una polla dentro de su trasero desde hace más de dos meses ―pero... ¿qué carajos?―, y el último que lo hizo menear sus caderas, venía con carga y con un pan en el horno y aunque le dio un buen susto, no logró llenarle el saco... así que si no hay sexo, no hay embarazo a la vista.

Joder pero que con esta clase de amigos, para que querer enemigos.

―¿Será posible que me dejen explicarme? En lugar de reaccionar irracionalmente. ¿Pueden oírme por un momento? Dice el doctor y cuando intento cantarle las cuatro, mi amigo de nuevo sale al ruedo.

―Es que acaso no entendiste lo que te acabo de decir, Dr. conejo loco ―le reclama Tae, exasperado― ¿Necesitas que te lo explique con ejemplos? ―da un par de pasos y se detiene a pocos centímetros de él― Si no hay palito ―le muestra el dedo índice de su mano derecha― y este no se une con un trasero en ciclo fértil―sube su otra mano y forma un pequeño círculo con sus dedos índice y pulgar y luego lo atraviesa con el dedo de su mano derecha, entrando y saliendo repetidamente de él― no hay chicos nadadores que lleguen a un ovulo y formen a un bebé... así que tu teoría es imposible y está fuera de lugar.

Le explica determinado y con chulería.

Puedo notar el gesto de rabia en los ojos del Dr. Jeon, pero más allá de eso, también veo mucho interés, curiosidad y deseos por mi amigo.

―Estas a punto de ganarte un par de azotes ―el Dr. conejo loco da un par de pasos y se pega tanto a mi amigo, que su pecho quedan aplastado por el pecho de él― y estaré gustoso de propinártelos, pequeño altanero. No tienes ni idea, de cómo me gustaría ver ese hermoso culo respingón de un color rojo intenso y todos mis dedos marcados en él.

¡Madre mía! Que esto se puso color de hormiga. No sé en qué momento paso de estar hablándose de un embarazo a clases personales de BDSM. Que me avergüenzo por el candente momento, pero me causa mucho más asombro lo callado que han dejado a mi amigo. Nunca lo había visto quedarse sin respuestas ante nadie.

Como sea, aprovecharé la distracción para alejarme de este manicomio. Será mejor que recoja mis cosas y me marche rápidamente de este lugar, antes de que me digas que además de estar embarazado, seré padre de séxtuples.

Me alejo de ellos y voy a la pequeña mesa que está al lado de la cama y tomo mi cartera.

―No puedes irte sin escuchar el resto de lo que tiene que decirte, mi amigo ... y mucho menos sin que me hayas oído a mí, antes.

Escuchar su voz una vez más, me hace estremecer y causa un sinfín de inquietantes y deliciosas cosquillas, no solo en mi estómago sino en todo mi ser. Pero también hay mucho enojo, porque aún no olvido el trato cruel que me dio aquella noche al marcharse del hotel.

—¿Así que tú, eres ese hombre? ¿El que Jin, me presentó aquella noche en el club y que luego se marchó de allí con él ? —el tono rabioso en la voz de mi amigo, se deja oír en toda la habitación. En dos zancadas se acerca a él y le suelta un fuete puñetazo, que hasta a mí, me hace estremecer.— Y eso es para que aprendas que luego de follar con un doncel, no le dejas dinero como si fuera un puto.

¡Madre mía! Que esto se está volviendo un verdadero desastre. ¡Ahora si se montó la gata en la batea!

Sé que bien que se lo merecía, pero su cara de desconcierto en el momento en que fue sorprendido por mi amigo era de película y me dio cierta cosita. Su mano va hasta el lugar donde Tae asestó el golpe, aun incrédulo con lo que acaba de pasar.

―Ven aquí, pequeño revoltoso ―El Dr. conejo loco sujeta a Tae de su cintura y lo pega contra su cuerpo, para alejarlo de él, de mi inquietante desconocido―. Te vas a quedar tranquilo o te juro que ahora mismo te acuesto sobre mi regazo y te doy un par de azotes, bien merecidos.

La cara de desconcierto de mi amigo es tal, debido a que las palabras del doctor causan efecto y lo detienen, por ahora.

—¿Él es el mismo doncel, del que tanto me has hablado durante estas últimas semanas, Namjoon? —Ahora es el Dr. conejo loco, el que toma el turno en esta extraña conversación—. ¿El pelirrojo ... tú pelirrojo?

¿Queeeee? ¿Yo? ¿Su pelirrojo ? ¿Ha estado hablando de mí? Escuchar eso me ha dejado completamente en shock.

Repito su nombre mentalmente "Namjoon"y este se desliza como dulce miel, dentro de mi boca, una y otra vez, al tiempo que acaricio cada letra con la punta de mi lengua.

Volteo hacia él, en el mismo instante en que él lo hace hacia mí y fuegos artificiales explotan dentro de mi cuerpo, como si se tratase de los cohetes lanzados en la noche de fin de año, cuando nuestros ojos se entrelazan nuevamente.

—Sí —responde con contundencia. —Es el mismo doncel.

Ahora, el silenciado he sido yo con su confesión. Una extraña emoción se desliza como víbora venenosa dentro de mis venas, inundándome de su dulce veneno y llenando mi cuerpo de exquisitas sensaciones que me acarician mi piel como pañuelo de seda.

—¡Joder, Nam ! ¿Sabes lo que eso significa?

Salgo de mi aturdimiento y observo a los dos hombres, que ahora se miran como si acabaran de destapar la caja de Pandora y esta estuviera a punto de tragarse el mundo entero.

El doncel equivocado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora