Capítulo 55

1.5K 235 6
                                    

Pero no hay nada que lo saque de la pesadilla en la que aún se encuentra inmerso. Opto por acercarme lo más posible a su oído, para susurrarle palabras de amor y ver si de esa manera llego hasta él.

—Shhhhh, Jinnie, estás conmigo —aún sigue sacudiéndose.— No voy a dejar que nada te pase. Prometo que te voy a cuidar y a proteger y no voy a permitir que nadie más te haga daño —comienza a relajarse.—No dejaré que tu padre vuelva a tocarte, ahora estás conmigo y te aseguro que si él intenta acercarse a ti de nuevo... —solo de pensar lo que ese maldito le hizo, me llena de una profunda furia y no sé de lo que sería capaz si algún día logro tenerlo frente a mí.— Te juro... te juro —respiro profundo para calmarme ya que lo que él necesita en este preciso momento no es que me vuelva loco y pierda también la cordura.— Solo cálmate, pelirrojo... esta noche estoy dispuesto a encargarme de ti.

Instantes después lleva sus manos hasta la parte posterior de mi cuello y hunde sus dedos entre las hebras de mi pelo y me hala hacia él, para aprisionar su boca contra la mía. Hunde su lengua dentro de mi boca robándose todo el aire de mis pulmones con ese beso lleno de ansias. Respondo con la misma necesidad, mordiendo y lamiendo sus labios llenos y absorbiendo cuanto puedo, esa lengua húmeda y pecaminosa que provoca tantas emociones dentro de mí.

La locura se desencadena y ambos perdemos el control. Una guerra de labios y lenguas se desata sin tregua y manos van y vienen por cada rincón de nuestros cuerpos, desesperados por tocar y sentir. Me subo sobre su cuerpo y sentado sobre sus muslos, llevo mis manos hasta su pecho y abro la camisa de un tirón, haciendo saltar los botones por toda la habitación.

—Eres el doncel más hermoso que he visto en mi vida—le digo hechizado con su exuberante belleza.— Tan perfecto y maravilloso como ninguno.

Mis manos van hasta sus pezones y los acaricio con las puntas de mis dedos, deslizándonos con sumo cuidado, tratándolos como algo frágil y muy delicado. Sus ojos me observan con precaución, mientras su cuerpo se arquea con el tacto de mis manos. Recorro su piel sin apartar mis ojos de él, observando sus reacciones para memorizarlas, para disfrutar de todo lo que puedo hacerle sentir. Sus labios se abren cuando mi índice y mi pulgar presionan con fuerza las puntas de sus pezones y el éxtasis lo doblega y lo hace temblar, suplicándome por más. Me inclino de nuevo y lo beso suavemente, llenándome de la dulzura que hay en su boca y de esa forma tan exquisita en la que sus labios me devoran desenfrenadamente.

Dejo que mis manos bajen despacio, muy despacio a través de su cuerpo, hasta llegar a la altura de su vientre. Froto toda la zona con infinito amor, porque sé que nuestro hijo crece debajo esa delicada piel y por lo dichoso que me siento que este doncel, bien sea por casualidad o porque así lo dispuso el destino, sea quien lo lleve dentro de su vientre.

—No sabes cuánto te deseo en este momento —le digo con cautela.— Pero no voy a aprovecharme de tu momento de vulnerabilidad —me inclino y dejo un beso sobre su vientre.— Te haré mío de nuevo, cuando estés listo para ello —lo levanto de los brazos para sentarlo sobre la cama y quitarle mi camisa, que ahora está hecha jirones.— Sin embargo, te necesito junto a mí, sentir tu piel haciendo contacto con la mía y apreciar con nuestra cercanía, cada latido de tu corazón.

Lo dejo caer de nuevo sobre la cama y una vez me acuesto a su lado, lo atraigo hasta mi cuerpo y lo encierro entre mis brazos y, sin darle oportunidad a que se niegue, lo vuelvo a besar una y otra vez hasta que nuestras bocas ya no pueden más y caemos agotados uno junto al otro... disfrutando por primera vez del mejor sueño de nuestras vidas.

Me despierto angustiado, pero enseguida me relajo, cuando me encuentro reconfortado por los brazos de Nam. Está profundamente dormido, lo que me da la oportunidad de detallar su rostro, antes de que despierte. Sus facciones son fuertes pero perfectas y algunos lunares esparcidos por su rostro. Estoy tan cerca de su cara, a tan solo pocos centímetros que un simple movimiento me tendría sobre su provocativa boca.

El doncel equivocado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora