Capítulo 58

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Muerdo sus labios e inmediatamente los abre para darme acceso a su deliciosa boca. Subo mi mano y sujeto su cara para mantenerlo donde lo quiero. Me entrega su boca y no dudo un segundo en beberme cada uno de sus gemidos.

—Solo no te demores, Nam, te necesito dentro de mí...

Sonrío cuando lo escucho suplicar de necesidad y eso me hace hinchar de felicidad.

—Voy a tomarme mi tiempo contigo, precioso, porque pienso disfrutarte lentamente —hace un intento por quejarse y lo evito acallándolo con mis besos. Seguido dejo su boca y trazo un recorrido húmedo con mi lengua hasta llegar a la altura de su pecho. Lamo sus pezones, como si se tratara del helado más suculento. Cada gemido impacta contra mi polla haciéndola gotear estrepitosamente e impregnando inevitablemente mi bóxer con cada pizca de fluido derramado—. Te deseo, cariño, más allá de la locura.

Mi boca derrapa sobre sus pecho, que se erizan copiosamente con las intensas caricias. Encierro sus pequeños pecho entre mis manos y los comprimo para juntarlos lo suficiente y meterlos juntos dentro de mi boca y chuparlos con fuerza, mientras alterno las succiones con lamidas y pequeñas mordidas que lo hacen chillar. Cada gritico hace que mi polla se hinche hasta más no poder, desesperado por hundirse dentro de él.

A pesar de que su pecho son un manjar delicioso, lo cierto es que hay zonas de su cuerpo que esperan por mi debida atención. Abandono lo que estoy haciendo y continuo mi recorrido hacia las partes más bajas de su cuerpo, que se tensan y contraen cuando me sienten descender hacia ellas. Me detengo sobre su vientre plano y sabiendo que nuestro pequeño bebé crece dentro de él, dejo un reguero de besos sobre la delicada piel que lo resguarda, para decirle con ellos lo profundo de mi amor por él.

—Te amo hijo —susurro pegado a su vientre.— Y estoy esperando desesperadamente por ti.

De repente, siento su cuerpo sacudirse una y otra vez, seguido de un pequeño llanto que me parte el corazón. Subo rápidamente, hasta quedar a su altura, sujeto su rostro y lo miro a los ojos mientras noto como sus lágrimas ruedan por sus mejillas.

—¿Qué sucede, cariño?—Le pregunto con preocupación.

—Ten... tengo miedo, Nam— me dice entre sollozos—. No sé cómo ser un buen padre... porque nunca tuve uno que me enseñara como serlo —niega con la cabeza—. Me siento tan culpable.— grita desesperado mientras su llanto se profundiza y su pecho se contrae con inmensa pena.— Por haber pensado siquiera en deshacerme de mi inocente bebé — solloza entre llanto.— Pero... pero, tengo temor de no hacerlo bien y de que él se decepcione de mí y crezca lleno de odio y resentimiento, por haberle fallado... por no haber sido el padre que necesitó que fuera.

Lo tomo entre mis brazos y lo siento en mi regazo, para apretarlo contra mi pecho y estrecharlo en un abrazo que le diga que no tiene nada de que temer. Odio que sus malditos padres hayan hecho de él un doncel con tantas inseguridades, pero juro que a mi lado no tendrá de que temer porque no le permitiré fallar.

—Shhh, cariño ... te juro que voy a estar a tu lado desde ahora y en todo momento —beso sus lágrimas y el sabor salado se mezcla con mi saliva.— No voy a dejarte solo en esto, porque amo a nuestro pequeño bebé y él es también mi responsabilidad —meto los dedo bajo su mentón y lo obligó a que me mire.— Además, estoy seguro que serás el mejor padre del mundo —depósito un par de besos cortos sobre sus labios.— Y no voy a permitirte fallar... porque permaneceré a tu lado para asegurarme de ello y para que juntos, veamos crecer a nuestro hijo me acerco a su boca nuevamente y esta vez la lo besó con mucha dulzura—. Pero sobre todo... estoy decidido a permanecer a tu lado y a cuidar de ti y de mi hijo. —llegó el momento de abrir mi corazón y confesarle mis sentimientos por él.— Porque los amo a ambos con toda mi alma y porque deseo con todo mi corazón... que los tres formemos una hermosa familia.

Espero expectante y con el corazón al borde de sufrir un infarto, porque acabo de jugarme la vida en una apuesta muy arriesgada. No sé si esta confesión lo asuste y lo haga salir corriendo lejos de mí, o acepté y se quede a mi lado. Lo cierto es que él y mi hijo lo significan todo para mí y no estoy dispuesto a perderlos.

Sus ojos se fijan en los míos inquisitivamente, como tratando de indagar en sus profundidades y descubrir si lo que acabo de decirle es solo algo de momento, o si cada palabra que dije encierra en él, una promesa cargada de infinitas posibilidades. Le entrego mi corazón y lo pongo a sus pies para que haga con el, lo que él decida. Mis cartas ya están sobre la mesa.

Se levanta de mi regazo y se sienta a horcajadas sobre mí y mirándome como si fuera lo más importante de su vida, susurra con dulzura sobre mis labios.

—Nunca antes me habían hecho sentir de la forma en que tú lo has hecho en este momento. Me siento querido y adorado, pero sobre todo, comprendo que a pesar de haber vivido una vida llena de situaciones difíciles y dolorosas, también sé que merezco ser feliz. Así que, sí, Nam ... acepto lo que me ofreces y aunque no sé si esto resulte, al menos me daré la oportunidad de intentarlo, porque deseo recibir de ti, el amor que hasta ahora todos me han negado.

Se inclina y me da un beso tan apasionado que hace temblar todo mi universo con él. Desliza una de sus manos por mi abdomen hasta llegar a la cinturilla del bóxer y con mucha sensualidad, lo sumerge dentro y tantea mi polla con sus delicados dedos. Suelto un suspiro hondo, cuando lo aprieta con sus manos y lo extrae para colocarlo en su entrada. Me vuelvo loco, cuando con extrema y desesperante lentitud me introduce dentro de él y se desliza poco a poco hasta que me siente en lo más profundo de su apretada cavidad.

Gruño fuerte, cuando sus caderas se contonean al ritmo de su necesidad, pero a una velocidad pausada llena de total erotismo, que me embruja y me sumerge en una burbuja de éxtasis y seducción. Lo sujeto de ambas nalgas y entre gemidos y jadeos interminables, lo muevo al ritmo de mis sacudidas, entrando y saliendo de él, de modo desenfrenado.

—Mírame a los ojos, Jinnie —me encanta la manera en que su nombre suena en mi boca.— Quiero disfrutar de los gestos de tu cara cuando te vengas —sus parpados están pesados y su boca semi abierta, perdido en su bruma de pasión y lujuria.— Porque quiero recordar cómo te hago sentir cuando estoy dentro de ti.

Le cuesta mantener los ojos abiertos, pero logra hacerlo. Meto mi mano entre nosotros y lo masturbo hasta que siento como sus paredes anales se contraen apretando mi polla cual víbora constrictora y llevándome al borde del orgasmo.

—Vamos, cariño... ¡dámelo!

—Ahhhhh, si... por dios, Nam... siiii.

Apenas se lo pido se deja ir. Su cuerpo se sacude como si estuviera siendo impactado por un poderoso terremoto. Acelero mis embestidas y estallo junto a él en un potente orgasmo que me hace pedazos y me catapulta a la cima del cielo. Suelto los chorros de semen dentro de él, al tiempo que lo beso sin parar y le profeso todo el amor que le tengo.

—Te amo, cariño ... como nunca he amado a nadie.

Y aunque no recibo la respuesta que tanto espero, es suficiente con este paso que hemos dado, para saber que en muy poco tiempo, podré lograr que me ame tanto como yo la amo a él.

El doncel equivocado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora