Capítulo 26: Joe

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—¿No se dieron cuenta? —Pregunto un tanto divertido, sujetando el teléfono entre mi hombro y mi oreja. Busco un par de bóxers limpios en la pequeña bolsa que llevaba conmigo y los lanzo sobre la cama—. ¿No puedes escaparte hoy?, podemos salir, dar una vuelta por ahí.

—¿Qué se supone que haremos? No conozco la ciudad, Joe. —Saskia suelta una risa y un leve ruido se escucha a través del teléfono—. ¿Vendrás esta noche?

—Tal vez. —Respondo, dejando que una sonrisa se deslice en mis labios, me siento en el borde de la cama, sacudiendo el exceso de agua de mi cabello—. ¿Sabes lo difícil que fue encontrar un hotel con habitaciones disponibles a las 5 de la mañana?

—¿Mucho?, lo siento, nunca creí que Jack entraría a la fuerza.

—Está bien, nena. —Suelto un suspiro, para luego pensar en lo que diré—. ¿Te quedaras?, ¿Los tres meses?

—No lo sé. —Murmura, en un hilo de voz—. Mamá tuvo que hablar con él para que me fuera a buscar, sería algo incomodo decirle que quiero regresar, luego de haber sido tan insistente. ¿Regresaras?

—Tengo que hacerlo. Tengo trabajo. —El silencio de parte de Saskia me hace pensar que ha terminado con la llamada, por lo que observo la pantalla de mi teléfono. Los números siguen corriendo, dándome a entender que la llamada sigue activa—. ¿Estás ahí?

—Sí. — Responde, luego de un silencio—. Debes regresar, tienes trabajo.

—¿Te quedaras?, ¿Por tres meses? —La escucho soltar un suspiro, pero no responde a ninguna de mis preguntas.

—¿Cuántos días te quedaras?

—Una semana.

—Tenemos una semana de la cual tomar provecho.

***

Cierro la boca, cruzando en silencio la ventana de la habitación de Saskia, se encuentra en total silencio, la luz había sido apagada, tal y como le había indicado a Saskia.

Eran pasadas las 11 de la noche, y como Saskia lo había dicho, su padre y la nueva esposa del mismo, se dormían temprano, dándome la oportunidad de estar unas cuantas horas junto a ella.

Coloco la bolsa con ropa en el suelo, caminando en silencio hacia la cama de Saskia, en la cual descansaba ella, podía ver su cabello negro esparcido sobre la almohada.

No puedo evitar reírme en voz baja ante la extraña posición en la que se encuentra. Antes de meterme con ella en la cama, me cercioro de que la puerta este cerrada con pestillo.

Me quito la camisa y los jeans, dejándolos a los pies de la cama, necesitaba encontrarlos lo más rápido posible por si el padre de Saskia volvía a entrar a su habitación.

Me meto bajo las sabanas, cuidando de que Saskia no se despierte, mis esfuerzos parecen irse al caño cuando siento su brazo aferrarse a mi cintura. No me muevo, por lo que parece un largo minuto.

—¿Morenita? —Susurro, esperando que siga dormida. Espero al menos unos 10 segundos por una respuesta, pero al no recibirla, me quedo más tranquilo. Suelto un suspiro, dejando que mi cabeza se apoye contra el cabecero de la cama.

—Estoy despierta desde que lanzaste la bolsa al suelo. —La suave risa de Saskia me hace reír, sus brazos se aprietan con más fuerza alrededor de mi torso, usándome claramente como una nueva almohada.

—Hola. —Murmuro, pasando mis dedos por su cabello, alejándolo de su rostro. La poca luz que entra por la ventana no me permite tener una mejor vista del rostro de la chica sobre mí, por lo que simplemente me detengo a acariciar su cabello.

INTRINSIC © |EDITANDO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora