Yang Jeongin se encuentra en serios problemas cuando lo posicionan como agente encubierto. En el centro de una serie de desapariciones, se encuentra God's Menu, un restaurante con sede en Busan y dirigido por el poderoso empresario Bang Chan.
Cuanto...
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Se enteran de la noticia después de que su vuelo aterrice en Sídney, Australia. Felix había pasado toda la noche en primera clase, acurrucado al lado de Changbin. Se abrazaron, lloraron y las azafatas finalmente se dieron cuenta que debían dejarlos en paz. Ocasionalmente, Felix les pedía algo, pero en su mayor parte, ninguno de ellos realmente quería otra cosa que no fuera agua.
El aire caliente los golpea en el momento en que bajan del avión. La mano de Felix se desliza en el agarre de Changbin, la punta de su nariz roja, sus ojos pesados por el llanto y Changbin no está muy diferente. Llegan al aeropuerto con el resto de la multitud cansada y no es hasta después de pasar por las reclamaciones de equipaje y la aduana que Felix finalmente puede acceder a Internet.
La primera historia en las primeras planas es sobre la caída del primer ministro Bang, el escándalo de su participación en una serie de asesinatos caníbales y la verdad irrefutable que ahora circula por Internet en todas partes.
Felix se frota la cara y sigue leyendo, los medios detallan todo, desde el restaurante hasta las personas a las que se les sirvió comida allí. Lo único que no menciona es quién estaba trabajando en el restaurante y, de inmediato, Felix sabe que fue deliberado. Chan lo habría asegurado, habría pagado a las personas adecuadas para asegurarse de que nunca buscaran al personal.
Continúa sobre cómo las órdenes llegaron directamente desde arriba y luego menciona a Bang Chan.
Bang Chan, quien fue encontrado muerto hace apenas unas horas.
Felix casi deja caer su teléfono. Siente una repentina punzada de dolor en el pecho y jadea tan fuerte que Changbin lo mira preocupado.
—¿Bebé? —frunce el ceño—. ¿Qué-?
Felix no puede respirar, no puede ver nada. Las lágrimas llenan sus ojos y está luchando por inhalar tanto que sus pulmones arden por falta de aire. Le da a Changbin su teléfono y sale a trompicones a través de las puertas corredizas automáticas y al aire caliente abrasador.
Allí, en medio de una multitud cada vez menor de personas que salen con equipaje tratando de encontrar autobuses y taxis, Felix respira hondo y grita. Cae sobre sus manos y rodillas, la dura grava implacable en sus manos mientras grita en el suelo y llora. A su alrededor, la gente preocupada lo mira fijamente y algunos se acercan a él para preguntarle si está bien, pero por su vida no puede registrar a ninguno de ellos.
Chan está muerto. Chan está muerto. Chan está muerto.
Saber que se estaba muriendo semanas antes no disminuye la noticia en absoluto. Felix llora con fuerza, solloza sin control hasta que la figura de Changbin aparece frente a él. Changbin cae de rodillas frente a Felix y lo levanta, lo sostiene cerca y Felix se aferra a él.
Es un día tan caluroso pero Felix está helado. Ambos están temblando, ambos llorando en los hombros del otro y aunque algunas personas se quedan, algunas se dispersan después de ver que no hay nada que puedan hacer para ayudar.
