Yang Jeongin se encuentra en serios problemas cuando lo posicionan como agente encubierto. En el centro de una serie de desapariciones, se encuentra God's Menu, un restaurante con sede en Busan y dirigido por el poderoso empresario Bang Chan.
Cuanto...
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La conciencia vuelve lentamente a Jeongin y durante dos maravillosos minutos, no recuerda nada de lo ocurrido recientemente.
En cambio, lo llevan a una época en la que era más joven, sentado en la sala de estar y viendo dibujos animados. Su madre está discutiendo con un hombre al que a menudo trae a casa cuando su padre está de viaje de negocios y él hace exactamente lo que le dicen que haga cuando esto sucede: sube el volumen.
Gritos. Palabrotas. Se pone bastante feo y cuanto más gritan, más sube el volumen hasta el máximo.
Luego se escucha un golpe. Algo golpea la pared y Jeongin siente que se le congela la sangre cuando silencia automáticamente la televisión. Puede escuchar a su madre llorar y cuando escucha el sonido de pasos apresurados, reacciona de inmediato. Salta del sofá y corre hacia la ventana, empujándola para abrirla justo cuando un hombre abre la puerta del salón y corre hacia él.
Jeongin sale. Apenas evita sus manos cuando aterriza en el jardín. Puede oír al hombre gritando su nombre, prometiendo darle una paliza mientras corre hacia la valla y sale a la calle.
La primera sensación que vuelve a él es el tacto. Sus manos, particularmente las puntas de sus dedos, están frías. El siguiente sentido que vuelve a él es el oído y lo primero que escucha es una voz desconocida que lo llama por su nombre.
Lo siguiente que regresa es la vista y cuando abre los ojos, se encuentra mirando directamente a Hyunjin y recuerda lo ocurrido en una fracción de segundo. Hyunjin descubrió quién es en realidad, avanzó hacia él amenazando con matarlo y ahora sostiene a Jeongin en el suelo porque se desmayó.
—Joder, —Hyunjin frunce el ceño mientras observa a Jeongin recuperarse lentamente—. ¿Qué tipo de policía eres?
Jeongin está demasiado débil para defenderse, pero se queja débilmente cuando Hyunjin lo levanta como si no pesara nada y lo lleva a la cama. El colchón es benditamente suave y reconfortante contra la espalda de Jeongin, pero la comodidad se mantiene alejada cuando Hyunjin se agacha junto a él y le pone una mano en la frente.
—No soy... Un policía...
Hyunjin resopla—. Sí, lo entendí. Ningún policía en su sano juicio se desmayaría ante una amenaza de muerte.
Jeongin siente la mano de Hyunjin apartándose de su cabeza y escucha al otro levantarse. Algo hace ruido, pero no puede molestarse en abrir los ojos para comprobar qué. Pero, cuando vuelve a mirar hacia arriba, Hyunjin sostiene un paño y lo presiona contra su frente. Está frío, húmedo y es calmante al instante.
—Entonces, —resopla Hyunjin, con el ceño fruncido mientras atiende a Jeongin—. No eres policía, pero tampoco eres quien dices ser. Tu padre es ese cabrón que dirige el distrito policial de Seúl, así que, ¿quién eres exactamente?
