Pacto.

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MIKAEL.

Me da mucha rabia que Adara haya sido capaz de perdonar a la serpiente de Blanca y en cambio a mí me trate con desprecio. Sin embargo, lo que más enciende mi ira es tener que ceder ante ella, pero no tengo otra opción viable. Si utilizase la fuerza bruta o la intimidación estaría demostrando que soy el monstruo que Adara dijo.

Se suponía que iba a cambiar, que ponerme en la piel de un nerd me iba a hacer una persona más "normal"

¿De qué serviría haberme alejado de mi familia y dejar de usar el apellido de mi padre si me comporto como antes?

Bastantes cagadas he hecho ya, demasiadas. ¿Será que no puedo cambiar?¿O es que en el fondo no quiero? Otras preguntas que no quiero responder, igual que las que me hizo Black…

Choco a propósito con Blanca y sus libros caen al suelo. 

— Es que estás ciego — resopla molesta hasta que me ve. 

Me agacho con la excusa de ayudarla a recoger sus libros, pero cuando la tengo cerca susurro:

— A las siete en mi casa — después de eso me levanto y sigo mi camino como si no hubiera pasado nada.

El resto del día pasa sin más incidencias, solo me queda ir a mi casa y esperar a ver cómo se desarrolla la negociación con Blanca. Llega puntual, eso me dice que sigue interesada en lo que sea que quería la primera vez.

Cuándo pasa a mi casa mira a todos lados como si no se terminara de fiar. 

— ¿Qué quieres? — pregunta al cabo de unos minutos de silencio — ¿Para qué me has hecho venir?

Es verano, pero aún así lleva ropa abrigada, eso despierta mi curiosidad. 

— Ponte cómoda — digo señalando su pañuelo y su chaqueta. 

— Estoy bien así — responde a la defensiva — la otra vez me dijiste que no me andara por las ramas, deberías hacer lo mismo y ser directo conmigo.

— Bien, quiero que consigas que me quede a solas con Adara y de paso que no esté tan a la defensiva conmigo — no hace ningún gesto, ya esperaba mi petición — a cambio te concederé el deseo que querías la última vez.

Sus ojos se abren adoptando una expresión esperanzada que me resulta realmente tierna.

— ¿Qué deseas, Blanca? — preguntó acercándome, acechándola  como un depredador. 

Su cuerpo tiembla ligeramente y su respiración se vuelve agitada. 

 — Yo…

Hace una pausa nerviosa, no creía que fuera a ceder sinceramente en otras circunstancias no lo habría hecho. 

— Quiero conocer al Rey Demonio — confiesa al fin.

Lo dicho una caja de sorpresas. ¿Está chiquilla quiere conocer a Black? No sabe lo que está pidiendo. Con un movimiento rápido tiro del pañuelo que cubre su cuello. Al verse sin nada se lleva ambas manos para cubrirse pero es demasiado tarde, ya lo he visto. Tiene moratones, marcas de dedos para ser más exactos, apuesto a que si quito su chaqueta encontraría más… que curioso. 

— ¿Por qué has hecho eso? — pregunta furiosa, la ira le da el valor que hace minutos le ha faltado — Si solo estás jugando conmigo, te vas a arrepentir.

— Tranquila — digo con voz suave — te daré lo que has pedido. Alguna vez has oído esa frase: "Cuidado con lo que deseas".

— No puede ser peor que lo que ya tengo — escapa de sus labios.

Viendo su mirada me doy cuenta de que tiene razón. Una vez me dijo que conocía el miedo como la palma de su mano, ahora no lo dudo. Sé reconocer ese sentimiento, lo sentí la noche que entraron a la fuerza en mi casa y acabaron con mi madre.

En el fondo no somos tan diferentes, ella vive su propio infierno y ahora quiere conocer al demonio. ¿Irónico?¿Qué querrá de Black?

— Quedarás con Adara el sábado, hay un parque con un pequeño lago artificial cerca de mi casa. ¿Sabes cuál te digo?

Asiento, antes de elegir ese instituto, exploré toda la zona, sobre todo las partes menos transitadas. 

— Vale — continúa — la llevaré ahí y cuando vengas os dejaré solos. Pero antes quiero que me prometas algo.

— ¿Más cosas? Te advierto que no soy muy generoso. 

Rueda los ojos y contesta:

— Promete que no le vas a hacer nada malo a Adara. Puede que haya hecho cosas, pero tampoco busco ponerla en peligro y no sé hasta qué punto puedo confiar en ti. 

— Cuenta con ello. Si quisiera hacerle algo,ya  lo habría hecho, no es esa mi intención. Tendrás que fiarte de mi palabra.

— ¿Y cuándo cumplirás tu parte del trato? Si me la juegas yo…

— Tranquila, salvaje — digo divertido — primero tú y luego yo. Tengo toda la intención de cumplir mi parte. 

Y así es porque Blanca acaba de ganar puntos en cosas que despiertan mi interés. Quería ver cómo se desarrollaba su peculiar deseo. 

Falsa apariencia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora