MIKAEL.
Lo último que esperaba el sábado después del día increíble que pasé con Adara, era la llamada de mi hermano mayor, Black. Y mucho menos lo que me contó después…
— Los Salvatore solicitaron el viernes negociar conmigo, hemos llegado a un acuerdo justo para ambas familias — dijo con calma como si hablara del tiempo.
Todo mi cuerpo se tensó, miembros de esa familia habían acabado con la vida de mi madre. Sólo escuchar ese apellido todos mis músculos me exigían entrar en acción. ¿Negociar? Yo los habría hecho pedazos.
— ¿Por qué solicitaron negociar contigo? Los que llevan los negocios de papá son Santos y Brayton.
— Por si no te has enterado, niño bobo, resulta que soy el único de esta familia que habla antes de disparar. El jefe de los Salvatore quiere evitar una guerra, por eso me ha ofrecido a todos los implicados en el asesinato de tu madre para que hagamos con ellos lo que nos plazca.
— Has aceptado — contesté furioso, conocía el proceder de Black.
— Claro que he aceptado, sería absurdo lo contrario teniendo en cuenta que quien empezó esto fue Angelo. Lo mejor para ambas familias es que zanjemos esta rivalidad y los Salvatore se vayan de la ciudad. Ese es el acuerdo y vas a acatarlo, no estoy pidiendo permiso, niño, solo te informo. Llevaré a los culpables a la finca de las afueras, como el crimen fue cometido contra ti directamente, es tu deber hacer justicia.
El peso de su discurso fue calando en mi cabeza. Si en algo estábamos todos mis hermanos de acuerdo, era en que contradecir a Black era un error. Era el único que se había atrevido a desafiar a nuestro padre, sencillamente no lo respetaba, ni siquiera se refería a él como papá, para Black nuestro padre era solo Angelo.
No es que hubiese sido un mal padre, al menos en mi caso, no sabía cómo había sido con el resto. Nuestro padre era un hombre de carácter fuerte, intransigente y autoritario, su palabra era la ley, pero siempre velaba por el bienestar de la familia. Según él la familia lo era todo, lo único a lo que podíamos aferrarnos y confiar cuando todo se desmoronase.
Pero ahora Black decía que nuestro padre era quien había iniciado la disputa con los Salvatore. ¿Por su culpa mi madre no seguía con vida? Demasiado para asumir, solo una cosa podía calmar mi mente.
— Acepto. El domingo a primera hora estaré allí. Que nadie los toque, son míos.
El hombre que quería ser maldijo y me exigió que llamase a Adara. Pero la otra parte, la que me negaba a aceptar se había hecho con el control. Sólo pensaba en irme de caza y eso hice…
Lo que me lleva al momento en el que estoy ahora, la cacería ha terminado y mis manos están cubiertas de sangre. Le había dado la oportunidad a los cinco Salvatore de huir, los dejé correr por el bosque que rodeaba la finca de Black, saboreando esa preciada libertad que solo era un espejismo. Lo mejor había sido ver cómo la esperanza abandonaba sus rostros, la adrenalina de ir acechándolos uno a uno, hasta que no les quedó escapatoria y finalmente se encontraron con la justicia de mi daga.
Al volver dentro de la casa para limpiarme, me encuentro con Black sentado en una butaca bebiendo una copa de vino.
— ¿ Quieres una copa?
— Voy a ir a cambiarme — respondo subiendo las escaleras.
Después de una buena ducha y limpiar a conciencia mi daga, bajo con Black. Está sentado en la misma posición, la única diferencia es que sobre la mesa hay otra copa. Me siento a su lado y me la bebo de un trago.
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Falsa apariencia
Genç KurguMikael Rinaldi juró que dejaría el estilo de vida de su familia y la violencia atrás. Se independizó siendo aún menor de edad y se matriculó su último año de instituto en un barrio normal, nada que ver con el lujo al que estaba acostumbrado. Solo qu...