Cuando coloqué mi mano en el panel de la puerta ésta se abrió sin problemas y salí al pasillo que estaba completamente vacío. La suave luz de unas linternas en las paredes iluminaban el camino que debía seguir.
La idea de cambiar de dirección me parecía tentadora, pero me di cuenta de las cámaras de seguridad que estaban en las esquinas del techo del corredor, con aquel gran lente con una lucecita verde que me dejaba en claro que ni siquiera lo intentara. Gruñí de frustración.
Observé la alfombra verde que conducía a la otra habitación. No me habían dado zapatos, y ni loco volvería a usar las sucias botas que traía, así que fui descalzo.
La puerta de la otra habitación también se abrió con solo colocar mi mano encima. Y entonces volvió a invadirme aquella horrible y abrumadora esencia. Los ventanales estaban cerrados ésta vez, así que el aroma se concentraba mucho más. Caminé al interior y la puerta se cerró.
Listo, estaba jodido.
No pude con la curiosidad, observé un poco al rededor y me acerqué al armario para ver qué encontraba. Para mi buena suerte la puerta no estaba bloqueada, así que pude echar un vistazo.
Aquel olor se desprendió con más fuerza y de pronto sentí calor a pesar de no llevar más ropa que la suave bata encima. En el closet había varias camisas de distintos colores, pero blancas en su mayoría. Ahora sabía que el propietario de esa habitación era un hombre algo...grande. Cerré la puerta, no me agradaba el rumbo que estaba tomando todo esto.
Caminé otro poco por la habitación intentando encontrar algo interesante, algo que me diera pistas sobre lo que iba a pasar, o algo para saber dónde estaba. Algo para escapar.
Me detuve cuando la puerta se abrió abruptamente. Volteé rápidamente y me quedé paralizado cuando vi al hombre que entró. Tenía el cabello negro y húmedo enmarcando su rostro, la mirada como el filo de una espada y su físico era impresionante desde el primer vistazo, sin embargo, nada de eso fue el motivo de mi parálisis, sino el hecho de ver que su camisa estaba llena de sangre.
-¿Qué haces aquí? -me preguntó con voz áspera y tenebrosa. Dejé de ver la mancha de sangre, para enfocarme en sus ojos.
-Y-yo ... -no pude contestarle nada.
Gruñó con disgusto y dejó de prestarme atención. Con largos y pesados pasos caminó hasta pasar a mi lado mientras se quitaba su saco y lo arrojaba sobre el sofá en medio de la habitación. Sacó de su pantalón un arma, y la dejó bruscamente sobre la mesa frente al sofá.
-¿Qué te pasa? -exclamé asustado y me cubrí con las manos por un instante.
El volteó a verme con rabia.
-¿De qué mierda hablas?
-¡Esa cosa puede dispararse en cualquier momento! -dije, aún sobresaltado por su acción.
Ahora entendía qué clase de persona era y mi instinto gritaba que saliera corriendo.
-¿No te dijeron las reglas? -volvió a preguntarme con agresividad.
¿Reglas? ¿Qué reglas? No podía recordar nada sobre reglas.
-No, no sé.
Se acercó a una mesa donde había unas botellas de licor y tomó un trago. Mientras soltaba maldiciones se desabrochó la camisa con rabia. Como lo imaginaba, la sangre no era suya, pero en la espalda, tenía una herida.
-Estás sangrando... -le dije en un susurro. Él volteó a verme y me perforó con la mirada. Dejó el vaso sobre la superficie con un golpe seco, se limpió los labios y se acercó a mi.
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La Casa De La Mafia: SANSANG
FanfictionSansang. Omegaverse. Kang Yeosang era conocido como Dóberman, un beta de los suburbios más peligrosos de toda la ciudad, dedicado a la trata de la raza más pura de la sociedad, los omegas. No recordaba cómo había llegado a ese negocio, ni tampoco c...