Cuando finalmente regresó del baño, San presionó un botón en su brazalete y la cadena se soltó de golpe desde el techo, lo que me hizo caer abruptamente. Mis piernas se habían quedado sin fuerza, todo me temblaba así que no pude ponerme en pie de inmediato. La parte en donde había dado los golpes me ardía.
—¿Te quedarás en el suelo? —el maldito se acercó hasta mi con tranquilidad y desató las esposas. Por instinto sobé mis manos, tal vez me quedarían las marcas al día siguiente.
Poniendo toda la fuerza y dignidad que me quedaban apoyé mis brazos sobre la alfombra para incorporarme.
—Detente —ordenó, se acuclilló. —Creo que me gusta verte en el suelo.
Me empujó de los hombros y caí de espaldas a la alfombra. Estaba mareado y cansado así que no pude responderle nada ni ponerme en pie nuevamente. Caminó hasta el closet y rebuscó algo en los cajones. ¡No por favor, ya no! pensé. Trajo consigo una botella y la arrojó hacia mi.
—¿Qué es esto? —le pregunté de mala gana. Lo tomé y leí la etiqueta, volteé a verlo con los ojos muy abiertos.
—Dilátate.
—¿Qué?
—Prepara ese lindo agujero para mí.
Lo observé con terror. ¿Cómo esperaba que hiciera eso?
Observé la botellita de lubricante, las manos me temblaban. San quería que hiciera lo mismo que él me había hecho la noche anterior. Lo observé asustado. Nunca había hecho eso.
—No puedo
—Claro que puedes. No te levantarás del suelo hasta que lo hagas.
Separé un poco mis piernas ante su autoritaria mirada. Eché un poco del líquido en mis manos y recorrí tembloroso hasta mi entrada. Era muy incómodo, me sonrojé de inmediato y aparté la mirada de San. Sólo quería que eso terminara, lograr abrirme lo más que pudiera para que la metiera y pudiera largarme.
Mientras tanto él colocó una silla frente a mi para disfrutar el espectáculo. Tenía una pierna cruzada sobre la otra y me observaba intensamente mientras yo hacía mi trabajo.
—Eres un asco preparándote. —dijo después de un rato.
Rodé los ojos ante su comentario y preferí no prestarle atención. El sonido que hacían mis dedos contra la humedad de mi piel me asqueaba.
—Mete dos y hazlo más profundo —me ordenó.
Lo observé desconcertado. Pero no tenía más alternativa que obedecerlo, así que lo hice y cuando sentí la presión en mi agujero eché la cabeza hacia atrás. Era una sensación muy extraña, dolía y era incómodo, pero entre más lo hacía mi cuerpo comenzaba a sentirse más caliente.
Mi respiración comenzó a entrecortarse, mi abdomen estaba tenso a causa del esfuerzo de la posición en la que estaba, el sudor corría por mi espalda. Aceleré el ritmo en mi entrada.
—Detente. —su voz me regresó de golpe a la realidad. Retiré mi mano y dejé descansar mi cuerpo. Mis piernas también se habían humedecido.
San se inclinó sobre mi colocándose entre mis piernas. Retrocedí lo más que pude, hasta que mi espalda quedó por completo en el suelo, mis manos se aferraron solo por un instante a sus brazos.
Su mirada me perforaba el alma, su olor me asfixiaba, su calidez era abrumante, mi cuerpo temblaba por tenerlo tan cerca.
—Las manos —me susurró y sentí su suave aliento en mis labios.
Manos...manos...claro, no podía tocarlo. Lo solté y las coloqué a cada lado de mi cabeza.
Un escalofrió me recorrió el cuerpo entero al sentir el bulto de su hombría contra mi entrada. Al darse cuenta, bajó su pantalón para sacar su erección. Lo sentí rozarse contra mi y me removí en la alfombra.
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La Casa De La Mafia: SANSANG
FanfictionSansang. Omegaverse. Kang Yeosang era conocido como Dóberman, un beta de los suburbios más peligrosos de toda la ciudad, dedicado a la trata de la raza más pura de la sociedad, los omegas. No recordaba cómo había llegado a ese negocio, ni tampoco c...