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POV. SAN

La noche había sido buena, en general mi humor estaba mejor estos días. Incluso volvía a disfrutar de mi trabajo cómo guardián de los negocios de la familia. Ese día en particular fui temprano a la casa principal de la residencia, en uno de los jardines ya estaba dispuesta la mesa del desayuno. Sonreí al ver la comida y también al ver quién se encontraba ahí, leyendo, como todos los días, las noticias de la ciudad en el holograma de su brazalete.

-Buenos días, papá -me acerqué hasta él y dejé un gran beso en su mejilla, entonces tomé el asiento a su lado.

-Puedo saber a qué se debe esa sonrisa. -me preguntó con fingida seriedad.

-No lo sé, dormí increíble. -me estiré un poco, enfatizando mi buen estado de ánimo.

No dijo nada y regresó la mirada al holograma.

- ¿Por qué esa frialdad conmigo? -pregunté mientras robaba unos trozos de fruta directamente del plato grande. Incluso el sabor dulce era más delicioso el día de hoy.

-Fui a ver a tu... acompañante en la mañana. -dijo poniéndome total atención esta vez.

-Ajá -sinceramente no le veía lo espectacular a eso. Probé también un trozo de pan -¿Y qué?

-¿Y qué? - me miró con dureza -San, el chico tiene todas las piernas llenas de moretones ¿te parece poco?

Guardé silencio por un instante. No podía creer que fuéramos a tener esta conversación.

-Eso no es lo peor -continuó -qué me dices de su cuello.... -entre ambos se formó un denso silencio -¡Estuviste a punto de marcarlo!

-No, claro que no -me desplomé en la silla y negué insistentemente con la cabeza. -Estoy de muy buen humor como para que lo arruines.

-¿Te parece poco? -sus ojos me observaban letalmente.

-No pensaba marcarlo -le dije viéndolo con firmeza.

-No se trata de eso, y lo sabes bien, San. Si tus instintos te sobrepasan ni siquiera te darás cuenta. Y sabes lo que hacer un lazo significaría.

Rodé los ojos con fastidio. No necesitaba una platica de secundaría sobre sexualidad.

-Soy lo suficientemente grande como para que vengas con eso. Jamás marcaré a ese omega. Y, de cualquier modo, si eso llegara a pasar ¡que jamás pasará! -enfaticé enérgicamente -Yo soy el alfa, yo decido cuando romper el lazo.

-No es tan sencillo, nunca has experimentado una unión. No tienes ni idea de cómo podría afectar tu temperamento unirte a alguien como Yeosang; bajo las circunstancias de su relación.

El silencio regresó entre ambos. Odiaba que habláramos de esto. ¿Cuántos años creía que tenía? Estaba por cumplir treinta. ¿No me conocía lo suficiente como para saber el gran autocontrol que tenía? Era absurdo. Sin embargo, no era la primera vez que teníamos ésta discusión y las veces anteriores nada había salido bien, así que aunque quería defenderme, sabía que lo mejor era ceder y tranquilizarme.

-Ésta bien -dije finalmente, liberando un poco de tensión -Te prometo que tendré más cuidado.

Él no me dijo nada por unos segundos, pero sin duda mi padre no sabía controlar al cien porciento sus palabras.

-No entiendo por qué pegarle.

-¿Vas a seguir ? -yo estaba harto. -No te molesta cuando mis hermanos y yo salimos a matar a quién quiera que intervenga en el negocio, ¿pero sí te molesta que Yeosang tenga un par de moretones?

-No mezcles las cosas. El chico no te ha hecho nada, no entiendo por qué torturarlo. No quiero sacar a un omega muerto de tu casa.

-No pienso matar a nadie aquí. -Me observó con severidad. -A parte no deberías meterte, ese fue el trato que hice contigo ¿no? traía a alguien a casa para no estar fuera cada noche y tu respetarías mi espacio ¿lo recuerdas?

Vi su semblante cambiar repentinamente. Listo, no tenía con qué más contraatacarme. Mi padre sabía que si quería mantenerme tranquilo en casa, tenía que dejarme hacer lo mío.

-Alégrate de que no le diga nada a tu padre sobre esto. -ese fue su único reclamo.

Cuando trajeron los platillos calientes los dos quedamos en silencio y nos concentramos en comer.

A pesar de que mi padre luciera serio, sabía que no estaba realmente enojado conmigo, esta conversación no era nada nuevo, ni tampoco su discrepancia con mi manera de ser.

-Al menos este nuevo juguete te tiene de buenas

Mi sonrisa al principio fue amarga, pero al recordar a Yeosang, se volvió genuina. Sí, tenía que admitirlo, el cachorrito era muy bueno. Un llorón irremediable, pero divertido. De cualquier modo, no iba hablar de mis intimidades con mi padre.

-Sí, no está mal. Jay al fin ofreció algo bueno.

A pesar de que quisiera mantenerme tranquilo no podía olvidar mis responsabilidades y tras ver la hora en el reloj otros asunto importantes llegaron a mi cabeza.

-¿Sabes a dónde fueron mis hermanos?

-Hay un cargamento en el muelle sur, dijeron que tu irías al este a hablar con Eden

Asentí, ese maldito había colmado la paciencia de papá. Demasiados prestamos y ningún pago todavía. Ya era tiempo de arreglar cuentas. Él hombre no tenía mucho, era un mafioso de una zona poco importante, pero había ofrecido ayuda a nuestros intereses, sin embargo, abusar de esa amistad era peligroso y el día de cobro había llegado. Yo me haría cargo de ese asunto.

-Bien - saqué la pistola del bolsillo del pantalón y revise cuantas balas le quedaban, luego volví a colocarlas. Mi padre me observaba atentamente. Yo esbocé una sonrisa, a él le gustaban las armas tanto cómo a mi.

Sé que podría parecer extraño, normalmente, las personas se alegraban por los logros escolares de sus hijos, verlos convertidos en profesionales después de la universidad, con trabajos aburridos y estables de oficina y títulos de posgrado colgados de los muros de sus casa, pero nosotros... nosotros teníamos esto.

-Tengo que irme. -me puse de pie y me acerqué a él para darle un beso en la frente.

-Cuídate, hijo, y por favor, compórtate.

-Lo intentaré. -esbocé una sonrisa y me retiré. Sería un largo día.

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Muchas gracias x leer. Aquí Moon

La Casa De La Mafia: SANSANGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora